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Nacho Muñiz con su inseparable cámara de fotos.
De Somió a Cimadevilla

Ignacio 'Nacho' Muñiz

Arte y pasión en sus fotografías

Janel Cuesta

Gijón

Lunes, 18 de agosto 2025, 02:00

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Si nos adentramos en el mundo de la fotografía, observamos que en los últimos años, posiblemente a causa de la evolución que ha experimentado la pintura de lo figurativo a lo abstracto, lo cierto es que la fotografía como arte y representación gráfica de cada momento histórico ha dado un gran paso. Además del progreso técnico que le ha permitido plasmar imágenes sorprendentes, se está revalorizando el arte simple, pero a la vez auténtico, de muchos fotógrafos muchos de los cuales estaban olvidados en el archivo del tiempo. Hay muchos ejemplos en este Gijón del alma de auténticos artistas y cronistas gráficos que no gozaron del reconocimiento que merecían en vida. Al conocer y disfrutar del arte de nuestro personaje de hoy, nada mejor que dedicarle esta página con la sana intención de reconocer a un fotógrafo que está haciendo historia, como lo demuestra que desde comienzos del presente milenio cuenta con un archivo de 10.000 fotografías por año, de las cuales los últimos seis están archivadas en discos.

Calle La Suerte

'Nacho' Muñiz y Muñiz nació en Gijón (calle de La Suerte) el 8 de agosto de 1962, fueron sus padres Rogelio Muñiz Rodríguez, que trabajó en Cajastur y Ensidesa, y Guadalupe Muñiz García, ama de casa, y ambos playos por los cuatro costados.

Uno de sus abuelos era primo de Pachín de Melas y un hermano de su abuela fue uno de los primeros jugadores del Real Sporting, Chus Rodríguez, que luego formó parte del Real Oviedo en su primer etapa en la División de Honor. Tiene otro hermano, Francisco 'Pacho', monitor de natación en el Real Grupo de Cultura Covadonga. Nacho Muñiz, nuestro artista de hoy, estudió en el Colegio Jovellanos y luego el Bachiller en el Instituto del mismo nombre. Se diplomó en la Escuela de Turismo y domina el francés, inglés y alemán. Tuvo varios trabajos, pero '«su agosto' lo hizo con un puesto de venta de helados, primero en la plaza del Seis de Agosto y luego en la de San Miguel y Náutico, donde no daba abasto, lógicamente durante los veranos. Finalmente, estuvo con su puesto en El Fomento, pero una enfermedad crónica le obligó a una prematura jubilación.

Mili y heladerías

Ahora bien, con diez años ya hacia fotografías con la máquina de su padre, que fue quien primero descubrió la afición del jovencísimo Nacho Muñiz, hasta que al regreso de cumplir con el Servicio Militar, ya convencido de su vocación, se compró una buena máquina, y se dedicó de lleno a la investigación, aprovechando al unísono cualquier oportunidad para ampliar conocimientos, y realizó dos cursos de fotografía, primero en blanco y negro, y después en color, en la Universidad Popular, donde reconoce el notable magisterio de Tuero, profesor al que esta enormemente agradecido.

Con 26 años cumplidos, y alternando los veranos con los helados, ya está decidido a dedicarse de lleno a la fotografía, realiza, do todo el proceso: hacer fotos, revelar, positivar (haciendo copias con una ampliadora)... Le llaman para bodas, primero de amigos lógicamente, hace numerosos retratos (auténticas obras de arte), le encargan publicidad rara la empresa Porcelanosa, acude a concursos en varios periódicos, en el Jardín Botánico y Museo del Ferrocarril, y en todos ellos va dejando su huella con premios y distinciones que no hacen más que confirmar la profesionalidad y el arte que sale de su personal visión tras la cámara, cada vez más sofisticada, algo que se dejó ver en una magnífica exposición que tuvo lugar hace un año en la Fundación Alvargonzález, con el título 'Luces de Gijón', ya que como el mismo Nacho Muñiz nos dice: «En Gijón todos los días son distintos, y la inspiración de la imaginación nos puede llegar en cualquier momento».

Obras de arte

Nacho Muñiz, que no cesa de manifestar su reconocimiento a los clásicos de la fotografía de nuestro Gijón antiguo, lamenta que actualmente el derecho a la intimidad le prive de fotos y momentos de máximo interés, aunque viendo y disfrutando de su obra, es fácil darse cuenta de las horas y los días que se necesitan para captar ciertas imágenes que incluso a veces no se sabe si son ficción o realidad, aunque lo que sí es evidente es que son obras de arte de un «momento único» en el universo infinito de su ciudad.

Tampoco podemos obviar la afición de Nacho Muñiz por todo lo que se relacione con Gijón, como lo demuestra que desde que hace treinta años comenzó a coleccionar postales del viejo Gijón y cuenta con unas dos mil desde las primeras que son de 1892 en blanco y negro, y en color desde 1957. Para ello no cesa de viajar por España, y parte del extranjero, que para algo tienen que servir los idiomas, y por supuesto el amor y la pasión por lo que podemos llamar 'su trabajo'» que en realidad no es más que pasar toda una vida detrás de la cámara para dejar constancia de este Gijón que muchas veces por cercano, cotidiano y que nos llega como un regalo de la madre naturaleza no lo descubrimos hasta que artistas como Nacho Muñiz lo atrapanen sus fotografías, que son un auténtico regalo para nuestros sentidos.

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