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Una imagen del green del hoyo 14

La Llorea: 30 años de desarrollo sostenible

Peligro. Arturo Zarauza advierte en una jornada técnica del riesgo que supone la híper restrictiva normativa actual sobre uso de fitosanitarios en los campos de golf

JJ Medina

Gijón

Domingo, 15 de diciembre 2024, 01:00

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Si el tan manido desarrollo sostenible es el equilibrio entre garantizar el futuro del medio ambiente, el desarrollo economico y el bienestar social, la industria del golf tiene muchos puntos a su favor. O al menos los tenía hasta 2012, en que se aprobó una híper restrictiva normativa sobre uso de productos fitosanitarios. Algo contra lo que en 2022 reclamaron todos los sectores del golf español (Federación, Asociación de Campos, Asociación de Greenkeepers...), ya que en su opinión pone en riesgo la existencia de los campos de golf en el sur de Europa. Hasta ahora no ha habido cambios.

La dificultad de los campos para defenderse de enfermedades como el 'dollar spot' o el 'fusarium', que cada año son más agresivas para la salud de sus greens, fue puesta de manifiesto el pasado 20 de noviembre en la sala de conferencias de La Llorea. Fue en una jornada dirigida a profesionales del sector, en la que Arturo Zarauza, técnico que se encarga de la gestión deportiva del Golf Municipal de Gijón, consideró que se trata de «una superficie maltratada por los sucesivos ministerios de Agricultura».

Junto a Zarauza, intervinieron en la citada jornada David Amor, de la empresa Valoriza, que se ocupa del mantenimiento de los campos de La Llorea y el Tragamón; Faustino Lastra, responsable del mantenimiento del campo de golf de Castiello, y David Alonso, de la empresa de maquinaria Riversa. El lugar no podía ser más emblemático, no en vano el campo de La Llorea ha cumplido este 2024 los 30 años de existencia. Sobre la superficie de una antigua explotación pecuaria, fue el primer campo de golf del país construido y gestionado por un Ayuntamiento y, desde su inauguración, todo un éxito. Las 34.879 salidas entre enero y octubre de este año dejan buena prueba de ello.

Mientras que las exposiciones del resto de ponentes se basaron más en cuestiones relacionadas con el mantenimiento y cuidados de un campo de golf, la de Zarauza apeló con claridad a los beneficios de sostenibilidad, sociales y económicos de un deporte que todavía debe seguir soportando un buen número de prejuicios y es a menudo foco de las iras ecologistas: «Los campos son hábitats favorables para el desarrollo de la fauna, cortafuegos muy efectivos y hasta sus primeros 30-40 años, sumideros de CO2».

Huella de carbono

En cuanto a la huella de carbono que supone el golf para el conjunto del país, Zarauza la considera irrelevante respecto a la superficie total cultivable: «Hablamos de 17 millones de hectáreas, frente a las 11.250 que supone la superficie mantenida total de los campos de golf de España. Se estima que la huella de carbono de cada hoyo de golf es el equivalente a la que deja un habitante. Si en España hay 450 campos, con unos 9.000 hoyos, resulta que la huella de carbono que deja este deporte es el equivalente a la de la población de Grado. Insignificante y residual. Al igual que la de la superficie de los greens de toda España, 450 hectáreas, tres veces menos que la superficie de la Casa de Campo de Madrid».

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