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El joven Mariano Nava ya era un acreditado comerciante en la isla de Cuba.

Mariano Nava

Famoso por su comercio de Los Moros y sus ocurrentes versos y eslóganes

Janel Cuesta

Gijón

Lunes, 9 de junio 2025, 02:00

Nada más y nada menos que con ese majestuoso nombre de 'Caudillo' de la calle de los Moros, donde nuestro personaje de hoy hizo historia, fue como calificó en uno de sus artículos Francisco Carantoña a Mariano Nava Blanco, y eso es algo a tener en cuenta, pues todo lo que salía en las páginas de EL COMERCIO con la firma de su director no solo era leído por todos los gijoneses, sino que incluso trascendía al ámbito nacional, lo que ya de por sí nos da pie para escribir estas líneas de homenaje y recuerdo, precisamente ahora que uno de sus nietos, Javier Nava Miranda, ya en tercera generación, sigue manteniendo la tradición familiar con un casi centenario comercio Casa Mariano, tras una moderna y acertada remodelación.

Mariano Nava Blanco nació en 1896 en San Martín de Anes, Siero, hijo del matrimonio formado por los agricultores Julián y Ramona, que llegaron a traer a este mundo 16 hijos, de los que 14 disfrutaron de largos años de vida. El jovencísimo Mariano tenía que recorrer diariamente 15 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para acudir a la escuela más cercana, y con solo 13 años, siguiendo la recomendación de un hermano de su padre que había emigrado a Cuba, embarcó rumbo a La Habana, donde comenzó a trabajar de 'chico para todo' en los famosos Almacenes El Encanto. Nada más llegar escribe sus primeros versos llenos de lógica añoranza que titula: 'De mi aldea a La Habana', 'Los emigrantes', 'Lágrimas de emigrante': «En ti viví los trece años / primeros de mi existencia / después cuántos desengaños / lágrimas, penitencia. / De mi Asturias partí como las golondrinas / que se expatrían en los palos de una nave / las aves volverán, ello es posible / pero que vuelva yo, eso quién sabe».

Regreso de Cuba

Mariano volvió con 21 años para cumplir el servicio militar, y luego regresó a Cuba, donde trabajó y perfeccionó el oficio de sastre que allí llamaban 'cortador'. Llegado 1924, se establece en Marianao, donde se hace popular no solo por su profesión, sino también por sus versos que él titula: 'Mariano en Marianao': «En Marianao, el mejor como sastre y cortador», «No temo a locales grandes, yo he sido soldado en Flandes», «Me ofrezco como asesor en el arte de vestir / pues ya como cortador mil pruebas di de existir», «Por cada instante que pasa / se suma un cliente a esta casa» y un largo etcétera, lo que llevó a que La Aplanadora, su comercio de ropa, sastrería, sedería y novedades, pronto fue uno de los más populares y acreditados de la isla de Cuba, dando lugar a que, sin abandonar su propio negocio, le contrate como gerente y promotor la firma comercial norteamericana 'The Boston' con lo que su popularidad y beneficios económicos llegan a todos los ámbitos de Cuba. Cuando en 1932, al fallecer su padre viene a Gijón, imparte algunas conferencias en el Centro Asturiano con notable éxito, mientras los diarios de La Habana dan cuenta del viaje a España del joven comerciante Mariano Nava por motivos familiares, deseando su pronto regreso a La Habana.

Rimas en el escaparate

Una vez de regreso sigue progresando en experiencia, pero a la vez aumenta su añoranza por Asturias y la familia, por lo que a finales de 1932 decide regresar a Gijón sin haber liquidado toda su actividad comercial en la isla. Se encuentra con que venden un local en la calle Pi y Margall 33, ahora Moros, donde ya habían fracasado tres negocios; pero Mariano Nava, seguro de sí mismo y la experiencia acumulada en su 'aventura' americana, no se lo piensa dos veces y comienza una campaña de eslóganes publicitarios que sorprende rompiendo con el comercio tradicional de la época. EL COMERCIO, 'El Noroeste' y 'La Prensa' publican sus versos siempre con mensajes comerciales: «Para que goce Gijón, abro con liquidación», «No habrá un solo hombre en El Llano que no compre en Casa Mariano», «Es tanta mi resistencia, que doblaré a la competencia»... Los resultados no tardan en llegar y no solo aumentan las ventas sino que los versos de Mariano son 'el pan nuestro de cada día' en este Gijón del alma.

«En invierno y en verano / guantes en Casa Mariano», «Yo soy Mariano el guerrero / soy versador y esgrimista, / y en cuanto a lo de tendero / soy jinete de gran pista». En 1938, Mariano Nava contrae matrimonio con Lucinda Mencía en la Basílica de Covadonga. «Si aquí Cartago quemó / Si aquí todos sucumbieron / ¿Por qué Mariano triunfó?».

En julio de 1945, vuelve a La Habana y rompe sus hilos con la isla. En el viaje escribe emotivos versos: «Quisiera ser emigrante / para sentir la ilusión / de ansiadas playas distantes / cuando sueña el corazón«. Y al pasar por Algeciras escribe: «No será mi patria, raza íbera / mientras que sobre el Peñón / no flamee nuestra bandera / y de Pelayo el pendón».

De regreso, afincado definitivamente en Gijón, la fama de Mariano Nava fue en aumento tanto por su actividad comercial, dado que Casa Mariano fue un referente de la época como por su personalidad y la fama de sus versos exhibidos a diario en los escaparates, esperados con ansia por 'todo Gijón' dado que Mariano plasmaba en ellos el devenir de los acontecimientos sociales, deportivos y los que encerraban un fondo humorístico y singular.

Mariano, Mariano, Mariano

Sirvan dos ejemplos que lo reflejan claramente. Un conocido gijonés fue cazado 'in fraganti' con su amante, y al ser descubierto por el marido, salió corriendo, y solo tuvo tiempo para taparse con el felpudo que estaba a la entrada, en este caso a la salida. No se hablaba de otra cosa y Mariano dejó constancia: «Para hombres en apuros / tiene Mariano Felpudos». No menos famosa fue la visita de Franco a Gijón, con carteles por todas partes: «Franco, Franco, Franco / Caudillo de España«. Mariano Nava anunció en sus escaparates: «Mariano, Mariano, Mariano / El Caudillo de las medias«. Le multaron con tres mil pesetas y obligado a retirar la publicidad. La respuesta fue muy esperada y no menos celebrada: «No hay para mí ningún revés / Antes, ahora y después / Más que un Mariano, soy tres».

En 1998, su hijo Mariano Nava Mencía editó un emotivo libro con la biografía del progenitor. Ahora su nieto, que sigue la tradición familiar con su comercio, lo reedita para que los gijoneses del siglo XXI conozcan la interesante historia de su abuelo, que fue, sin duda alguna, un comerciante de dos mundos.

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