«Sabemos que nos la jugamos a cada minuto»

Si los médicos son la primera línea contra la COVID-19, los técnicos de ambulancia son el equivalente la avanzadilla. Expuestos de igual forma tanto al propio virus como a la incógnita de si han estado o no en contacto con el mismo, su trabajo, silencioso y preciso, resulta vital para el correcto funcionamiento de una cadena que, en Asturias, ha conseguido minimizar el impacto de la pandemia. «Las primeras semanas era muy fácil detectar los casos positivos. Preguntabas con quién habían estado en contacto, a dónde habían viajado... Ahora ya está demasiado metido en la sociedad», murmura Benjamín Thurgood a su compañero Germán Rodríguez mientras ambos se suben a la ambulancia.

Son las 9.30 horas de la mañana en el centro de salud de El Llano y los dos sanitarios comienzan una jornada de la que conocen el punto de partida, el de siempre, pero no la meta. Ninguna de sus muchas metas. Desde que comenzase la emergencia sanitaria, el número de servicios por motivos ajenos al coronavirus ha descendido de forma radical. Es lunes, y ambos técnicos han recibido casi diez avisos menos que antes de que comenzase la pandemia. «Durante mucho tiempo ha habido un abuso de sanidad y por eso ahora parece que el mundo se ha parado. Salvo aquellos servicios fijos de pacientes que acuden a tratamiento o similar, la gente se lo piensa más antes de acudir a un hospital», dicen. Es algo que se nota también en los servicios de Urgencias y en los centros de salud.

Rodeados de medidas preventivas, para los técnicos de ambulancias, la formación facilitada por Transinsa ha resultado clave. «Hicimos dos cursos sobre cómo reaccionar ante casos de coronavirus. Uno presencial y otro 'online'. La verdad es que estamos muy bien preparados», considera Thurgood, un adicto a la actividad. «Para hacer este trabajo tienes que amarlo mucho. Sabemos que nos la jugamos a cada minuto», asegura con la misma sonrisa que dedica a cada uno de los pacientes que lleva en la ambulancia. «Les intentas hablar de otros temas para que se relajen, les haces bromas. Al final, lo importante es que estén tranquilos», cuenta su compañero.

Consciente de su trabajo, la ciudadanía trata de agradecer la dedicación y el oficio de estos profesionales por medio de un multitudinario aplauso cada tarde. «Es un chute de energía. Ver cómo la gente valora tanto lo que haces te anima y emociona. Están viendo que también lo pasamos mal, y eso va ayudar a que a partir de ahora valoren más nuestro trabajo», aseguran ambos técnicos mientras desinfectan una vez más y con cuidado cada espacio del vehículo.