Una capilla en Marqués de San Esteban
En la notaría de Clemente Vázquez. Obra de Manuel y Juan del Busto en 1945 para el ingeniero industrial José Varela y su esposa Pilar Díaz
Corría el año 1942 y la acera de los pares de la calle Marqués de San Esteban se iba asoportalando cada vez más. Ese año, Manuel y Juan Manuel del Busto proyectaron un sobrio pero, a la vez, suntuoso edificio para el ingeniero industrial José Varela Hevia y su mujer Pilar Díaz de Monasterio-Guren, que falleció en 2008 con 106 años, lo cual la convirtió en una de las personas que mayor longevidad alcanzó en Gijón. Ella fue velada, precisamente, en la capilla que ahora os enseñaremos.
El edificio se terminó de construir hacia 1945, pues el año anterior se tomó la decisión, otro secreto más, de incorporarle un refugio antiaéreo con capacidad para 48 personas en el sótano. Los tiempos de la autarquía trajeron consigo una escasez y carestía de los materiales de construcción, por eso se recurre al ladrillo y la piedra fingida en la fachada. Fuera del portal cuelgan dos escudos de armas con la iniciales J V, después hay una vidriera a modo de portilla, le sigue una impresionante escalera de castaño con un león sosteniendo otro escudo (símbolo del poder), el artesonado con pan de oro del techo es impresionante, al igual que las dos vidrieras laterales justo antes de llegar a la primera planta.
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El matrimonio era muy religioso y tenía mucho gusto por el arte. Prueba de ello, aparte de alguna obra que allí hubo de Piñole, es la puerta de acceso a la vivienda principal del primer piso a través de una puerta de madera semicircular con vidrieras bordeándola y contraventanas a medida para limpiarlas desde dentro. Ese hall se iluminó naturalmente con otra enorme vidriera con escudos alegóricos de distinta simbología: un símbolo masón con el compás y la regla; uno con el león (poder); el caduceo de Hermes con el engranaje de la industria; anclas... A su izquierda se puede reconocer la sacristía con una pila de agua para el capellán, la habitación del capellán y, en medio, la 'famosa' capilla abovedada con arcos laterales que recogen las vidrieras emplomadas y una hornacina sobre el altar.
En cada paño se representa a un santo que tiene que ver o con los propietarios o con la región o con las costumbres de sus negocios. A la derecha: San Ignacio de Loyola, porque eran jesuitas; la virgen del Pilar, por el nombre de la dueña, y la Santina, por ser la patrona de Asturias. A la izquierda: Santa Eulalia de Mérida, patrona de Oviedo; San José, por el dueño, y la virgen del Carmen por ser la patrona de los marineros. Además, todavía está consagrada. Un secreto escondido en pleno centro de Gijón que el notario Clemente Vázquez tuvo como su «mayor preocupación» recuperar. Gracias a su afán se conserva hoy este espacio público abierto a la ciudadanía para que lo disfrute y sepa lo que puede hallar en Marqués de San Esteban dentro de una notaría.