Nuestra calle Mayor
San Bernardo. La calle con más comercios tuvo una plaza de toros de madera para 7.500 espectadores y una capilla
A nivel nacional se extiende, y así se comprende, el término de calle Mayor, que no es otra que una vía principal que cruza el casco histórico y llega o sale de la plaza Mayor. Pues esta sería San Bernardo; vía que, como otras publicadas, tuvo unos cuantos nombres incluso simultáneos por sectores (parciales). Uno de sus nombres más recordados y que podemos encontrarnos con frecuencia en fotos antiguas es el de Los Morales, que era el tramo que iba del Parchís a la avenida de la Costa. Otro muy curioso y el de más antigüedad conocida es el de Las Arrebalgadas, que figura en el Catastro de Ensenada de 1761. Esta calle, en su tramo distal, resulta bordeada por el mayor espacio de ocio público que tuvo el Gijón intramuros: el parque de Begoña, que primero no era un parque al uso, ojo, eran unos jardines bastante elitistas y ornamentales, más que para el disfrute público eran para la exposición del tiempo disponible de unos pocos. Tanto el parque como la calle, a esta altura, se hicieron sobre la fortificación una vez derribada esta.
Plaza de toros
Podemos decir, sin lugar a dudas, que uno de los grandes secretos que esconde ya no esta calle sino toda la ciudad, y algo que nadie sabe —podrían contarse con los dedos de una mano—, es que en el ángulo suroriental del ahora parque, es decir entre el cruce con la calle Dindurra y la avenida de la Costa (dentro del ahora recinto parquizado): hubo una plaza de toros de madera. Su diámetro iría de las antiguas oficinas de Fresno a la emblemática tienda de ultramarinos La Puerta del Sol.
Esta plaza de toros de Begoña fue un espacio de ocio instalado de manera provisional, es decir, una especie de arquitectura efímera que se hizo aquí porque, en 1857, se trasladaron a Begoña las ferias agroganaderas que se celebraban en Contrueces, pues Begoña era un pastizal y estaba en un lugar mejor comunicado y cercano a la villa. En agosto de 1861 se construyó este ruedo para hacer espectáculos ecuestres, exhibiciones de fieras, corridas de toros e incluso corridas (carreras) de patos en los festejos veraniegos de 1866. Tenía un aforo para 7.500 espectadores y fue desmontada ese año y en su lugar se plantaron seis árboles.
De hecho, uno de ellos pudo ser, por sus dimensiones y su vejez, el tilo plateado que cayó hace algo más de un año en esa esquina de San Bernardo, justo enfrente de la emblemática tienda de ultramarinos La Puerta del Sol, que ha cerrado ahora oficialmente por jubilación, aunque llevaba ya un año al menos sin prestar servicio. No la olviden, va a ser la última tienda de ultramarinos genuina que vaya a existir en Gijón (ese mostrador lleno de baldas hasta el techo por detrás, la balanza y esas cajas redondas de sardinas salonas… Un recuerdo para siempre.
Seguro que recuerdan la tienda Ciclos Covadonga de la cual hemos heredado Deportes Covadonga en diferentes ubicaciones, pues esa tienda se fundó en la esquina de San Bernardo con Covadonga, donde acaba de abrir el Starbucks. Allí se estableció un garaje y tienda de bicicletas como las Sublime o las Mentor, y poco a poco fueron introduciendo importantes marcas para la venta tanto de velomotores GAC Mobylette, como de motos Confersa y motocicletas de mayor cilindrada, incluso motores de 125 y 200 CC en el caso de las Hispano Villiers.
Gallos de pelea
Casi enfrente del Albéniz, que no sé si sabrán que nació sobre el papel como una sala de fiestas y se inauguró antes que el Arango, hay un edificio con un portal que pasa inadvertido y esconde algo muy pero que muy interesante. El actual número 55 presenta un portal de estilo modernista, precioso, proyectado por Manuel del Busto en 1907 para el médico Ricardo Cid: presenta la numeración original inscrita en mosaico (105) y un escudo con la R y la C, sus iniciales. Pero es que ese escudo está flanqueado por dos gallos enfrentándose y es la única representación iconográfica que se conoce en todo el municipio de Gijón, y posiblemente de Asturias, sobre gallos de pelea.
El edificio blanco racionalista, firmado por Manuel del Busto, donde estuvo Meana y ahora Zara Home, albergó el Consejo Soberano de Asturias en la Guerra Civil con diferentes sindicatos y partidos políticos en sus plantas. En la planta baja estaba la Consejería de Industria controlada por la CNT. El socialista Belarmino Tomás, que era el presidente del Consejo, tenía su despacho en la primera planta; en el cuarto estaba la Consejería de Marina y en la sexta estaba la de Sanidad. A este consejo se le denominaba el 'Gobiernín' porque nació para asumir competencias del Gobierno central del estado republicano con el que se encontraba incomunicado, al estar en una región aislada y no tardando en ser asediada.
Un incendio
En la esquina con Domínguez Gil existió alrededor de 40 años un comercio textil que todos los que nos estén leyendo recordarán, era Novedades Eloína, donde podías comprar desde toallas y paños de cocina hasta ropa de cama y alfombras. En este enorme establecimiento, que llegaba a la otra esquina de Cabrales, se produjo un incendio hacia 1998 que propició que todos los artículos levemente dañados sufrieran una importante bajada de precio. Decenios atrás ahí hubo otro emblemático negocio, La Gloria era una superficie comercial al estilo de los grandes almacenes; tenía todo tipo de géneros textiles pero funcionaba incluso como drugstore entrada la noche con su cafetería-freiduría de la que aún se recuerdan sus sándwiches a la plancha y los platos combinados allá por las décadas de 1950 y 1960.
Algo totalmente desconocido. ¿A que no sabían que hubo una capilla a la altura de las calles Emilio Villa y Domínguez Gil? Por donde estuvo la ferretería de Gregorio Alonso —llamativa por su fachada forrada de cerámica— y donde aún permanece la farmacia Escalera, por ahí aproximadamente. Era la capilla de La Concepción, que databa del siglo XVIII, por lo que no podemos precisar la ubicación exacta. Otro secreto más ahí también, en la farmacia Escalera un buen día aparecieron unas sillas de madera con las letras C J sin que sus propietarios supieran su origen; pues bien, esas sillas procedían de la familia Cienfuegos-Jovellanos. Se siguen conservando y están a la vista del público en la farmacia.
Nos despedimos de nuestra calle Mayor, como no podía ser de otra manera, llegando a la plaza Mayor y dejando atrás, en la esquina con Melquíades Álvarez, memorando un icónico comercio como aceites Salat, famosísimo por el aceite a granel, el bacalao en salazón de las islas Feroe, el barril a la entrada con los arenques y tantas otras delicatesen de la época. Hoy su lugar lo ocupa una tienda de souvenirs justo a continuación de la antigua cestería que hoy es una coctelería, ideal para sentarse a descansar de esta caminata. ¡Nos vemos en las calles!