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1970. Palacete de la familia García Rodríguez con la magnolia, el estudio de arquitectura, las casas de don Albertón y el Goya enfrente. Por Hermanos Felgueroso se ve la Droguería Cantábrica. JUAN MANUEL MACÍAS
Los secretos de las calles de Gijón

Una calle con fecha por y para el agua

Diecisiete de Agosto. En origen privada, recibió el nombre para conmemorar la traída de 1887. Donde está el Hotel Begoña hubo cine y al lado, vaquería

Sábado, 4 de enero 2025, 01:00

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Principiamos el año 2025 con una calle que nos sorprenderá por lo corta que es, aparentemente, y por la cantidad de secretos que esconde en las primeras páginas de su historia. El nombre lo recibe por haber sido ese día de 1887 el del inicio de las obras para la traída de aguas de Llantones.

El extrarradio

Nos encontramos en la primera corona de extrarradio. Eso era esta calle, que hace latir a la decimonónica parcelación particular de El Fumeru. Recordemos una vez más que por aquí delante pasaba una fortificación. Frente al arranque de esta calle había una puerta para acceder a la villa por la alameda de Begoña. Cuando se derribó la muralla la urbe dirigió su crecimiento a meridión, sobre los terrenos del glacis de la muralla.

¿Sabían que a El Fumeru se le conoció como el barrio de Cienfuegos y luego barrio de García? Anselmo Cienfuegos-Jovellanos y Alberto García Palacio fueron los primeros propietarios de esta faja de suelo urbanizable y así consta entre los expedientes del Archivo Municipal. El matrimonio de Alberto García Palacio y Emilia Rodríguez comenzó a parcelar un ámbito dedicado a maizales, sin pavimento, sin suministros básicos, sin alcantarillado... Los señores de El Fumeru trazaron una serie de calles y promovieron varias construcciones en lo que se conoce como 'las casas de Don Albertón'. En una de ellas se alojó a la primera remesa de monjas que vinieron a fundar el Patronato de San José.

Imagen principal - Una calle con fecha por y para el agua
Imagen secundaria 1 - Una calle con fecha por y para el agua
Imagen secundaria 2 - Una calle con fecha por y para el agua

Este matrimonio le encargó al maestro de obras Pedro Cuesta un palacete que pasó a presidir el nuevo paseo de Begoña en 1893 (lo que luego fue Peleterías Marta) y contaba con un mirador cilíndrico acristalado que fue retirado antes de la Guerra Civil. Detrás del palacete estaban las antiguas cocheras de Emilia Rodríguez, que tenía coche de caballos, y luego fue convertido en el estudio de arquitectura de su hijo, el doctor arquitecto Manuel García Rodríguez, concejal de Urbanismo, teniente alcalde de Gijón y arquitecto municipal de Ribadesella. En medio había una magnolia grandiflora enorme que fue llevada al parque Isabel la Católica, tal como recogió la prensa de la época.

Vacas y taxis

Donde se levantaban esos castillos efímeros de cartón piedra es donde se instaló el Royal Cinematograph de Antonio Sanchís desde 1903 hasta 1910, cuando se estableció el cine-pabellón Versalles que en 1932 dio paso al Goya. Toda esa esquina es la fachada principal del hotel Begoña.

Poco más hay que decir de los cines gijoneses, de ahí que lo más interesante hoy por hoy sea el rescate de sus anécdotas y vivencias experimentadas, como por ejemplo: la casa que tenía a continuación fue la sede central de la asociación Cultura e Higiene, donde también hubo cine, y en la década de 1960 albergaba una vaquería en el bajo. Las vacas mugían y eso era la banda sonora habitual del cine, porque estaban pegadas. Muchos recuerdan que iban a por leche recién ordeñada ahí. Por la calle paralela de detrás lo que había era la vivienda de un operario encargado del cine al que se le descubrió pinchando el suministro eléctrico del cine a su domicilio.

La razón de que exista ahí la parada de taxis que sigue llamándose Goya: es porque Manuel García Rodríguez los empleaba como sus chóferes y les permitió poner la parada junto a la verja de su palacete con una centralita para atender los servicios, pero hay alguna foto donde se puede ver cómo la centralita fue puesta enfrente, en la pared del cine, cuando se enfadó porque los taxistas no le traían uno de sus mayores antojos, no desvelaremos cuál.

Martillo de Guaniquei

Pasando Manuel Llaneza advertimos un espacio vacante donde Joaquín Aranda proyectó esa fuente en 1990. Ahí había una manzana de casas, era el llamado Martillo de Guaniquei, de ahí el nombre de la sidrería. Enfrente, pero más arriba del superviviente y conocido club de alterne Reyxol, estuvo el colegio Blancanieves tras cerrar el de Cabrales y antes de abrir el de Somió.

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