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1969. Ferretería Miyar, El Cometa y Clarita. Foto: Gonzalo del Campo (Museo del Pueblo de Asturias) / Vídeo: Diego Abejón
Los secretos de las calles de Gijón: Los Moros

Peleas de gallos enfrente de un palomar

Tuvo una fuente que surtía de agua potable a Gijón antes de convertirse en la segunda calle más comercial

Martes, 1 de julio 2025, 06:53

Figura así bautizada desde 1891, después se dedicó a Francisco Pi y Margall, el historiador y filósofo que fue presidente del Poder Ejecutivo de la primera República. La denominación más duradera es la referida a los combatientes musulmanes en Asturias y Gijón: englobando, pues, a Munuza (el cuñado de Pelayo) aunque ya tenga su calle. Es la única calle dedicada a los moros en Asturias y no es que tengamos una en Gijón sino dos.

Durante muchos decenios comenzaba y acababa entre dos plazas con quioscos, caracterizados ambos por su modernismo propio de la Secessión vienesa: el de Dámaso Cifuentes, en la plaza de Florencio Rodríguez, y el de Pachín de Melás, en la plaza del Seis de Agosto. También queda peculiarizado su arranque por dos icónicos edificios eclécticos: el del Banco Gijón y el del Banco de Castilla, proyectados ambos por Luis Bellido en 1901 y 1902.

Mayo de 1966.

Grúa retirando los raíles del tranvía en la curva hacia Munuza. Foto. Padre Patac. Archivo Municipal de Gijón.

1969

En esa terraza, entre galerías, es donde estaba el palomar del Padre Octavio Vinck. Izq., edificio Zara Hombres. Foto: G. del Campo. Museo Pueblo de Asturias

1969

Almacenes Botas, cine Roxy y un súper Spar donde estuvo el Jomacani con las peleas de gallos. Foto: G. del Campo. Museo Pueblo de Asturias

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¿Sabían que la joyería Suco y calzados Chema estuvieron aquí? En aquellas vetustas casas de Patac con medianera pintada que se derribaron hace 25 años. Como cuenta Ángeles Arqués, Verdú originalmente ocupaba la mitad derecha del local anterior. En la acera de enfrente se conservan detalles originales de la tienda de máquinas de coser Singer, como la vidriera, los pedales de las mesas y los patrones aún existen en el almacén. En el negocio de bolsos Mariano se puso en el escaparate un cartel cuando vino Franco que rezaba «Mariano, Mariano, Mariano». Otra coña que dio la vuelta a Gijón fue con motivo de una infidelidad, con pillada incluida en el lecho conyugal, en el grupo residencial Francisco Franco (El Natahoyo); el hombre ajeno al matrimonio echó a correr en paños menores, felpudo en mano, y de ahí nació el simpático slogan de: «Para hombres en apuros: Mariano tiene felpudos».

En el cruce con la calle Tomás Zarracina coexistieron negocios emblemáticos con muchos secretos detrás de sus puertas. Donde hoy está Panrís: estuvo la ferretería Miyar, que pasó a ser la zapatería Casino. Enfrente estaban calzados La Moda y El Cometa, inolvidable comercio (un edificio entero) fundado por Alfredo González en 1923, donde media Asturias compró allí sus primeros pantalones vaqueros de marcas tan novedosas para la época como Lee o Loys. Al lado estaba la tienda de lencería que Dionisio Suárez abrió en 1939 para que su ahijada Clarita Suárez, teniendo ella 3 años, la comenzase a llevar cuando fuese mayor de edad.

En la intersección con Costanilla de la Fuente Vieja estuvo una de las fuentes que daban agua a Gijón, la cual bajaba del manantial que había encima de la cuesta de Begoña. Por eso se llama así la calle nueva y se llamó ese tramo de Moros parcialmente. Es decir, que la nueva tienda de fotos de los Vinck haría esquina delante de donde estuvo la fuente. Menudo matrimonio el de Almacenes Botas y el cine Roxy; un cine art déco cuya fachada era un telón artístico con un panel cubista en medio y que fue pionera en la instauración de los programas dobles en sesión continua.

El edificio del Deustche Bank, donde estuvo Vinalva por Corrida, tenía una terraza en forma de U dando a Moros y en ese espacio central abierto el padre de Octavio Vinck tenía un palomar con palomas mensajeras. Enfrente, donde ahora está ·el supermercado El Día, hubo un bar llamado Jomacani, en cuyo patio trasero había una pista de arena en la que se organizaban peleas de gallos regladas y fue el reñidero más importante de Gijón en 1952, con un aforo para más de 400 espectadores. En fin, vendrán muchos más secretos que contar. Nos vemos en las calles.

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