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La calle inexistente se tropezaba con las llamadas «casas del Pionesu» con cuadra y tampoco existían las calles de los pintores. Fecha: 1931. Foto: Constantino Suárez. Foto: MPA | Vídeo: Diego Abejón
Los secretos de las calles de Gijón

Una calle ministerial abierta gracias a la Feria y a un desalojo

Torcuato Fernández-Miranda. Un ambulatorio con urgencias 24 horas, un vivero municipal y la entrada a la Feria

Viernes, 29 de agosto 2025

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Esta calle es la continuación de Emilio Tuya desde la avenida de Castilla hasta El Molinón. Hasta 1940 era un ámbito por el que pasaba el río Cutis a desaguar en la charca del Piles y se inundaba dos veces al día. Se dedicó al ministro gijonés Torcuato Fernández-Miranda, el fundador del Ateneo Jovellanos y facilitador del establecimiento del Grupo Covadonga en Las Mestas.

Dos cosas curiosas eran las que estrangulaban su elongación: al inicio de la calle había unas casinas en medio de la ahora carretera y costó muchos años sacar de allí a sus últimos moradores; en el tramo medio había incluso una mediana y al final, ante el molino, había un recinto destinado a viveros municipales con planta de temporada y arbolado de alineación que tuvo que ser retirado para poner el pabellón del Club de Dirigentes de Ventas y el de la Diputación Provincial cuando se llevó allí la Feria de Muestras en 1966.

Las inundaciones provocaban que las palas excavadoras tuvieran que hacer diques para desaguar las riadas en el parque. Se ve Marga a la derecha. Foto: El Comercio. Fecha: 1980.

¿Recordáis cuando en el serial de Jardines Botánicos de Asturias comentamos que los jardines de las cuatro estaciones del HUCA eran algo novedoso porque no se puede introducir materia en descomposición en un centro desinfectado? Pues la realidad es que el ambulatorio del Parque fue pionero en Asturias introduciendo unos jardincillos en los huecos de cada crujía a modo de patio, del mismo modo que fue novedoso por ser el primero en abrir las 24 horas en Gijón, tras ser inaugurado el 1 de mayo de 1993. A su lado se hizo el hotel Tryp, donde se alojó Alejandro Sanz, por cierto. Durante años fue un solar vallado con algún arce del que cogíamos los voladores (las semillas).

Casina a la altura de la calle Pintor Marola y, al fondo, el edificio de Martínez Abades. Fecha: 1971.Foto: Gonzalo del Campo. MPA.

Antes de concluir veremos a diestra y siniestra un mítico arroyo. Pues bien: no es un curso fluvial sino el canal del molino que une el de Ceares (actual parador) y el de La Coría. Habéis leído bien: la parroquia de Ceares llegaba hasta aquí y todo este entorno era la aldea de Muñelo. El molino lo hizo Romualdo Alvargonzález Sánchez, el promotor del barrio de La Arena, para dotar a su fábrica de harina La Hormiga. Hacia 1889 se lo alquiló a Julius Rimmel, el hijo del fundador de la famosa marca de cosmética, y lo convirtió en la fábrica Las Forjas del Piles que terminó siendo embargada hacia 1906.

Descampado donde se aparcaba junto al ambulatorio, antes de construir ahí el hotel Tryp. Foto: El Comercio. Fecha: 1996

Un hito para el turismo fue la inauguración del antiguo molino como parador nacional Molino Viejo en junio de 1967, con la asistencia del ministro Manuel Fraga. Otro dato: originalmente se llamó Hostería del Viejo Molino y sólo disponía de 6 camas dobles (12 plazas) pero un comedor con 80 plazas.

Supongo que echarán en falta una mención al primer gran parque público de Asturias, pero Isabel la Católica da solito para un libro o, quien sabe, para una futura sección sobre los secretos de las plazas y los parques ¿verdad?

Eso sí, si no lo digo reviento, déjenme contar parte de mis recuerdos más dulces sobre una de las vías de mi vida: ese «pastel de la avellana» de la confitería Marga o la bomba de nata con la que mi madre me deleitaba o aquellos tigretones y bonys que me compraba en una especie de tienda de ultramarinos al lado del Limón para engañarme y llevarme «más fácilmente» a Las Mestas por aquel embaldosado rojiblanco de dibujo serpenteante, forman parte de la rutina de mi vida. Tenía que decirlo. Obviamente ya se habrán imaginado la decisión de un servidor entre ir en línea recta o haciendo eses. ¡Nos vemos en las calles!

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