Vespas hermanas
Dos motos matriculadas el mismo día en 1982, con números seguidos, se encuentran 43 años después en Gijón
José Manuel García (Las Rozas, Cangas de Onís, 76 años) compró su Vespa 200 a un gitano al que vio pasar a la salida de Infiesto. La llevaba en un carro tirado por un caballo junto a un montón de chatarra, «pero el chasis estaba perfecto». Pagó 50 euros y se afanó en la restauración. Hoy, un cuarto de siglo después, su Vespa reluce anaranjada frente a la carpintería que abrió en su día en el cruce de las calles Alfonso Camín y Jesús. Él ya está jubilado, el negocio lo lleva su hijo, pero no es raro encontrarse ahí a su cuidadísima scooter. «No la cambio por nada. No hay otra moto como esta. Ahora mismo uso esta en Gijón y una 150 en Arriondas», revela.
Al pasar junto a la carpintería, a quien suscribe se le caen los ojos hacia esa matrícula 0-0835-Z. Pues la Vespa Primavera propia es O-0834-Z. O sea, números seguidos de dos vehículos vendidos hace casi 43 años (ambas están matriculadas el 8 de octubre de 1982), en ambos casos de vespas, aún vivas y residentes en Gijón. Corre el cilúrnigo a casa, coge su bólido y hermana a ambos para una primera foto. Luego llama al móvil al dueño y escucha una larga historia de amor por este duro y hermoso artilugio italiano de dos ruedas.

José Manuel sigue perteneciendo, a sus 76 años, al mítico Club Vespa Parres, con el que realiza excursiones regularmente. Antes, arranca la moto en Ramón y Cajal y se va hasta Arriondas en ella. ¿Y su mujer? «A ella le da un poco de miedo», confiesa. En su rutina gijonesa, este septuagenario motero se desplaza muchos días hasta La Perdiz. Utiliza la Vespa para todo lo necesario, repara él mismo los pequeños achaques y, asegura, jamás ha pinchado, ni siquiera en aquella escapada que hizo hasta Valladolid a una concentración motera. Si se fue al suelo alguna vez, no lo recuerda. El parte de guerra está por lo tanto intacto. Toca quedar para conocerse.

La mañana del viernes, José Manuel aguarda la cita con una colección de fotos. Él subiendo al L'Angliru. Sus vespas y las de su hermano alineadas sobre la hierba... Ambos conservan en Arriondas una 150 cada uno, ya arqueológicas, compradas de segunda mano en lugares distintos y, al igual que ha ocurrido con el cilúrnigo, ¡de números casualmente consecutivos! Montado en esa moto anterior a la naranja, José Manuel, cuyo orden parece extenderse hasta las matrículas de sus vehículos, llegó a Gijón con 17 años dispuesto a prosperar como carpintero. Y con ella iba los fines de semana al pueblo a cortejar con quien acabó siendo su esposa. ¿Ella o las vespas?, piensas. Mejor no preguntar.
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