«Me buscaría otra calle más comercial»
La que fuera una de las arterias más vibrantes de Oviedo late hoy a un ritmo desigual: «Ya no es lo que era»
Comerciantes de El Cristo analizan el pulso de una zona marcada por la marcha del HUCA y dividida entre el pesimismo por la falta de vida y el optimismo de los negocios que han sabido encontrar su nicho en una avenida que fue de la más comercial de toda la capital asturiana.
Atrapasueños
En la parte alta de la avenida, el sentimiento es de cierto abandono. Noelia González, de la tienda de flores y decoración Atrapasueños, se trasladó a su local actual hace dos años, buscando un espacio que se ajustara a su negocio especializado. Aunque su clientela principal la encuentra a través de internet y las redes sociales, no es ajena al declive de la vida en la calle. «Los eventos te buscan, por eso la calle está bien, pero no necesito que pase gente continuamente. Me buscan por internet, me llaman», explica. Sin embargo, admite que la falta de viandantes se nota. «La gente joven pasa en coche y no pasea. Se nota un poco que la calle tiene como dos particiones, está olvidada desde que empiezas a subir», lamenta, añadiendo una queja recurrente entre los vecinos: «las aceras salpican siempre».
El bastidor bravo
Ese pesimismo es compartido por Nina García, al frente de la mercería El Bastidor Bravo. Con una experiencia de 30 años en la zona, su veredicto es contundente: «¡El Cristo ya no es lo que era! Cuando marchó el HUCA, todos marcharon», sentencia. A pesar de contar con una «clientela fija de toda la vida» y ser una de las pocas mercerías del barrio, la falta de dinamismo comercial es un lastre. «Lo del Calatrava nunca lo vi. Esto no va a ser un centro comercial», afirma con resignación. La situación la ha llevado a plantearse un cambio: «Empecé al lado de La Gesta, pero yo me buscaría otra calle más comercial. Con este negocio no me pondría aquí ahora mismo, quizás con otro sí».
Asturdecor
José Pajarón, de la tienda de pinturas y decoración Asturdecor, lleva 27 años en la zona y ha sido testigo directo de esta dualidad. «Hace 17 años que me cambié a la parte de arriba y se nota la diferencia», asegura. Aunque su clientela no proviene del sector universitario, ha encontrado un nicho sólido en la restauración de muebles y en los clientes que acuden a las residencias cercanas. «La residencia Ovida se nota porque vienen a ver a los ancianos. Hay afluencia de gente, las ventas no cayeron», comenta Pajarón, quien se muestra «contento» en su ubicación actual.
Administración de lotería 23
El Gallo de Oro es quizás el ejemplo más claro de éxito contra pronóstico. Sandra Rodríguez y Froilán Blanco se arriesgaron hace nueve años, justo cuando la incertidumbre se cernía sobre el barrio. «Había que arriesgar sí o sí. Miedo había, pero a lo desconocido, porque conocíamos el sector pero no la zona», recuerda Froilán. Hoy, son un referente. «En verano hay más movimiento por los turistas. La campaña de Navidad empezó la primera semana de junio porque es cuando las asociaciones encargan las participaciones para vender en las fiestas, es la locura», explica Sandra. Su éxito se basa en una clientela fiel, tanto asturiana como de fuera, que busca sus números especiales, y en un servicio que demuestra su dedicación. «Esto parece que no, pero es muy sacrificado. Hacemos reparto también», comentan. La clave, para ellos, está en la pasión. «Cuando haces algo que te gusta, es una afición», concluye Froilán que afirma estar «en plena temporada alta».
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