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Nany Céspedes (Nany Modas), Esther Ordóñez (comerciante y orfebre), Luis Alberto Suárez (La Caborna) y Antonio Sierra (El Granel de Masip). R. F.
«Da gusto pasear por estas aceras»
Mi negocio en la calle Valentín Masip de Oviedo

«Da gusto pasear por estas aceras»

La calle Valentín Masip de Oviedo dispone de una amplia oferta de variados negocios de moda, alimentación o joyería

Lunes, 21 de abril 2025, 02:00

Aescasos pasos del centro, la calle Valentín Masip de Oviedo, con sus aceras anchas que invitan a pasear y detenerse ante escaparates, es uno de los ejes comerciales de la ciudad.

Esther Ordóñez

Esther Ordóñez lleva veintidós años como comerciante y orfebre, un oficio que ya escasea. Su pequeña joyería en la calle Valentín Masip es casi una galería de estilos y precios. «Aquí tengo joyas de todos los gustos, desde 5 euros hasta los 2.000», cuenta mientras señala con orgullo el escaparate ante el que «para mucho la gente, sobre todo porque las aceras son anchas y da gusto mirar y pasear por ellas». Una vía con variado comercio aunque echa en falta un negocio de moda para hombre –«falta ropa de caballero así que si abrieran una tienda es lo único que le faltaría al barrio», indica–. Ella, en lo que le toca, da las gracias a su clientela: en su mayoría mujeres, muchas vecinas del barrio pero también de otras zonas de Oviedo.

La Caborna

Luis Alberto Suárez, al frente de La Caborna, marca creada por él mismo, representa la historia de la reinvención. Tras la crisis de 2007 «eché la banda al hombro», dice, y en junio de 2018 decidió crear su propio trabajo, su propia marca para salir de una crisis «que nos ahogó a todos». Alquiló una furgoneta, preparó un catálogo e invirtió en ventas al por mayor durante cuatro años. Así ganó más de 300 clientes. Sin embargo, con el auge de las compras por internet el negocio comenzó a resentirse.

En 2022 abrió su tienda física. Tenía claro que quería esta calle, motivado por ofrecer algo distinto: productos caseros, de pequeños elaboradores y de pueblos asturianos. Quesos, mermeladas, leche, miel... «Quiero pelear por lo nuestro, porque se está perdiendo, y eso cambia la forma de comprar y puede traer pobreza», advierte. Su única reivindicación es hacia las administraciones, a las que pide que «las promociones puntuales que hacen por parte del Ayuntamiento se sustituyan por educación financiera y de consumo desde edades tempranas». De momento, él sigue con su objetivo, «dar acceso a productos que no encuentras en los canales normales, pero a precio razonable y sin que falte la calidad».

Nany Modas

Nany Céspedes lleva 35 años en la zona y ha visto cómo ha ido cambiando el barrio: «Todo lo que se vende ahora, antes se vendía en mucho menos tiempo. El barrio está envejecido». Su diagnóstico es claro y realista. La vitalidad de otros tiempos ha dado paso a un ritmo más pausado y un consumo más medido. Aun así, sigue al pie del cañón con una clientela que, aunque más escasa, confía en el trato cercano. «Aquí sigo pese a tener una edad en la que ya me podría haber jubilado; sigo porque esto me gusta y tengo que seguir vistiendo a las mujeres que han confiado en mí todo este tiempo en esta calle».

El Granel de Masip

Antonio Sierra apostó hace nueve años por El Granel de Masip,, una tienda sin residuos que empezó como franquicia y ahora dirige por su cuenta. «Esta zona es buena, de paso, estamos cerca del centro y hay buen ambiente», describe. Su clientela es fija y aprecia los productos veganos, sin gluten, a granel. Sin embargo, reconoce que todavía falta un consumo más consciente: «La gente compra por practicidad. El café es lo que más piden». Pese a todo, Sierra tenía claro que su proyecto encajaba aquí. «Pensé en muchas cosas, y supe que este era el sitio».

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