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Carlos Mier, de Cary Mar; David Escudero, de El Chavalín; Ana Abeledo, de Eco asturiana; y Dina Constandoglo, de El Ciarru sin gluten Raquel Fidalgo
Mi negocio en la plaza del Fontán de Oviedo

Un templo de culto al producto de calidad

Los comerciantes de los puestos notan que en verano «la clientela fiel ha hecho las maletas», pero llegan turistas

Lunes, 25 de agosto 2025, 06:53

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El Fontán no siempre fue la bulliciosa plaza que conocemos hoy. Su nombre delata su origen como una laguna natural o fontán que se encontraba a las afueras de la muralla medieval de Oviedo. Con el crecimiento de la ciudad, esta laguna fue desecada para dar cabida a artesanos y comerciantes, convirtiéndose en el epicentro del comercio popular. Lo que comenzó como un mercado al aire libre se consolidó a lo largo de los siglos con la construcción de su icónica plaza porticada y, ya a finales del siglo XIX, con el elegante mercado cubierto de hierro y cristal. Más que un simple lugar de compra y venta, El Fontán es el corazón palpitante de la vida diaria ovetense, un escenario donde generaciones han intercambiado no solo mercancías, sino también tradiciones, convirtiéndolo en un testimonio vivo de la historia de la capital.

CaryMar

«Hasta septiembre, aquí no hay nada». El diagnóstico de Carlos Mier, de vuelta a su puesto en la carnicería CaryMar tras una vacaciones, es tan rápido como certero. El corazón de Oviedo, su emblemático Mercado de El Fontán, late a un ritmo más pausado en agosto. El éxodo vacacional de los ovetenses deja los pasillos a medio gas, pero entre el murmullo tranquilo de la mañana emerge un perfil que se ha convertido en el salvavidas del mes: el turista extranjero. Mier, que regenta su puesto desde 2013, resume un sentir generalizado. «La clientela fiel ha hecho las maletas», resume mientras atiende a su clientela fija. «Aquí no te compran una morcilla para llevar. Los turistas no suelen venir a mi puesto, pero sí a otros», indica.

El Chavalín

En los mostradores vecinos, el acento foráneo mantiene viva la actividad. «En agosto en El Fontán hay menos cliente nacional y más turista», confirma David Escudero desde la frutería El Chavalín. Con menos de cinco años en el mercado, ya ha aprendido a leer el comportamiento del visitante. «Los franceses tienen más conciencia del buen producto, aprecian la calidad y compran más», asegura. «La fruta no la suelen llevar para casa, sino que compran alguna para probar. Lo que más llevan son las fabas», dice. «Aquí el turista pasea por el mercado siempre para verlo, y necesitamos que compren, no que paseen».

Eco asturiana

Esta percepción se repite como un eco por todo el mercado. En Eco Asturiana, confirman que los turistas compran, con una clara predominancia de los franceses. «Suelen tener más conciencia de lo ecológico», comenta Ana Abeledo. La historia de EcoAstur empieza cuando producían en la huerta de Pruvia en Llanera y vendían en mercados cercanos hasta que tuvieron la posibilidad de abrir un puesto en el Mercado del Fontán a mediados de los 90. Ahora, pasan el verano «un poco vacíos, aunque notamos que hay turistas que tienen alquilado un apartamento y compran bastante. Si no, el verano esto estaría vacío».

El Ciarru sin gluten

Unos metros más allá, en su puesto especializado El Ciarru sin Gluten, Dina Constandoglo afina aún más el perfil. Lleva tan solo una semana trabajando en este puesto y ya nota el grueso de clientes. «Los que más notamos son los franceses y los italianos», explica. «Me paso el 90% del tiempo hablando en inglés», dice. También detecta curiosidad en otros visitantes: «Los ingleses preguntan mucho por los productos salados asturianos». Y por supuesto «las empanadas que tenemos, que la de queso Gamoneu se ha agotado ya». El horario también influye. «Suelen venir a las dos de la tarde, cuando casi cerramos ya».

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