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La procesión del Silencio se adueña del Oviedo Antiguo
Martes Santo. La cofradía sale en procesión con el Cristo Flagelado y la Virgen de la Amargura y finaliza en una hora a causa de la lluvia
Con la mirada puesta en el cielo y la incertidumbre de la meteorología como telón de fondo, la procesión del Silencio volvió a recorrer anoche las calles del Oviedo Antiguo, en una cita que se consolida como uno de los momentos más sobrecogedores de la Semana Santa asturiana.
A las puertas de la Iglesia de Santa María Real de La Corte, decenas de fieles aguardaban en un silencio sepulcral el inicio de la procesión. A las ocho y media en punto, la Banda Municipal de Música Sagrado Corazón anunció su llegada, marcando el inicio de un Martes Santo cargado de solemnidad y emoción.
Abrieron el cortejo los hermanos, con el rostro cubierto, portando antorchas y la cruz guía. Tres mujeres con mantilla negra y la Guardia Civil y la Policía Nacional, que ejercían de escolta. Minutos después, el primer trono, el del Cristo Flagelado, descendía con gran esfuerzo por los cuatro escalones de la iglesia, a hombros por 24 personas. La imagen, que el año pasado estuvo a punto de no salir por la lluvia.
«Vinimos con la duda porque cayó agua y granizo y todavía estamos pendientes del cielo», declaraba Miguel Ángel Fernández Blanco, miembro de la junta del Silencio: «Tenemos el plan B de acortar el recorrido, pero queremos salir y hacer disfrutar a la ciudad».
En segundo lugar, María Santísima de la Amargura llevada por 12 cofrades y escoltada por una decena de guardias civiles. Aplausos y vítores se mezclaban con el respeto mientras la imagen avanzaba por la calle Jovellanos.
Justo al salir el último trono, comenzaron a caer las primeras gotas. La Banda del Sagrado Corazón se apresuró a cubrir sus instrumentos, pero la leve lluvia no detuvo la devoción de los presentes. Aunque la intensidad de la lluvia fue en aumento, la decisión fue firme: continuar el recorrido completo a paso manteniendo viva la tradición y el fervor.
A las nueve y media de la noche, con la velocidad impuesta por el mal tiempo, la procesión ya había pasado por la plaza de la Catedral y regresaba a la parroquia de La Corte ante la ya incesante lluvia. Una hora en lugar de las dos previstas.
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