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Teatro Campoamor: El templo de la lírica
1892-2022 TEATRO CAMPOAMOR (OVIEDO)

El templo de la lírica

En el Campoamor anterior a 1934 se asienta en Oviedo el gusto por el belcantismo italiano de Bellini y Donezetti, el romanticismo de Verdi y el realismo de Puccini

Sábado, 17 de septiembre 2022, 13:11

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Al lema del escudo de Oviedo se le podría añadir detrás de 'muy noble, leal, benemérita, invicta…' el adjetivo de 'operística'. Desde hace ciento treinta años el Campoamor ha sido y es el templo de esa afición por el teatro lírico que singulariza a la ciudad. Ya en las Bases de Arriendo del Teatro Nuevo, redactadas en 1892, pocos meses antes de su inauguración, se especifica esa prioridad dada a la ópera, en convivencia con otros géneros artísticos como «representaciones de zarzuela, drama o comedia, conciertos, funciones de prestidigitación y demás espectáculos análogos». Sin embargo, el Campoamor no instaura una nueva afición a la ópera en Oviedo, sino que la restaura y, sobre todo, la proyecta y engrandece a los largo del tiempo.

Poso belcantista

Antes del teatro ovetense por antonomasia, existieron en la ciudad dos teatros en los que se representaron óperas. El más antiguo y de vida más larga, fue el antiguo teatro del Fontán, erigido en 1670 como corral de comedias, transformado en teatro 1799 y reformado en 1844. Del teatro del Fontán, que debía tener unas seiscientas localidades, se conserva únicamente la fachada en el edificio de la Biblioteca de Asturias. En las novelas 'La Regenta' y, especialmente, en 'Su único hijo', inspirada esta última en los avatares de una compañía de ópera italiana en una capital de provincias, se esbozan pinceladas sobre lo que podrían ser aquellas representaciones operísticas. Con mayor concreción, el periodista Protasio González en sus 'Memorias Asturianas' especifica dos temporadas de ópera en el teatro del Fontán. En 1863 se representaron las óperas 'Rigoletto', 'Lucrezia Borgia' y 'Don Sebastián, rey de Portugal'. Un año después, Giorgio Ronconi, prototipo de barítono verdiano cantó en El Fontán 'Nabucco', 'El Barbero de Sevilla' y 'Linda di Chamounix'. La agrupación artística La Castalia, dirigida por Víctor Sáenz, nació en la órbita de estas actividades musicales que se celebraban en el teatro del Fontán. El tenor romano de prodigiosos sobreagudos Enrico Tamberlik fue otro de los grandes intérpretes, que pasaron por el Fontán.

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Los pechos de Tiresias (2020)

La obra de Poulenc fue una de las elegidas para abrir la temporada

Puritani (2020)

Obra marcada por la cuidada escenografía de Emilio Sagi y con Irina Lungu como 'Elvira'

AUX STEP FOR JS

El decimonónico Teatro-Circo Santa Susana, situado en la esquina de las calles de Santa Susana y Quintana, tuvo una vida mucho más efímera. Inaugurado en 1884, en él hizo sus primeros pinitos como empresario el afamado tenor ovetense Lorenzo Abruñedo, con la representación de Donizetti –'La Favorita'–, Verdi –'Un Ballo in Maschera' y 'Ernani', y el 'Fausto' de Gounod. En 1893, un voraz incendio asoló el Teatro-Circo.

Nacimiento de un gran teatro

En agosto de 1892, con las obras del Teatro Campoamor casi finalizadas, el Ayuntamiento de Oviedo buscó un empresario de ópera para una compañía 'di primo cartello' o primeras figuras, que debería inaugurar solemnemente el coliseo ovetense el 15 de septiembre con una temporada lírica. El encargado de la primera temporada fue el empresario Florencio Turpini. El teatro se inauguró, finalmente el 17 de septiembre de 1892, dos días después de la fecha prevista con la ópera de Meyerbeer 'Los Hugonotes'. Esta ópera, prototipo de 'Gran opera francesa' por la espectacularidad de los medios, al contar con grandes coreografías y estructurarse en cinco actos, se estrenó en París en 1836. Aunque hoy casi desaparecida de los escenarios, fue muy popular en el siglo XIX. 'Los Hugonotes' se representó para festejar grandes acontecimientos como la inauguración del Royal Opera House, en 1858 en Londres, o los fastos de la boda de Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo en 1879, en el Teatro Real. Oviedo no podía ser menos. Las crónicas de la época nos dicen que la función inaugural fue ostentosa en el lujo y deficiente en lo musical.

En las primeras temporadas, lo que se valoraba eran las voces solistas

Para la segunda función, el 18 de septiembre, se representó 'Lucia di Lamermoor', primer éxito de la historia del Campoamor, gracias a la soprano Emma Nevada, primera de las 'locas sublimes' en Oviedo. 'La Sonámbula', de Bellini; 'La Favorita' de Donizetti'; 'Ernani', de Verdi; 'La Africana', de Meyerbeer; 'La Traviata', de Verdi; la ópera bufa 'Crispino e la Comare', de los hermanos Luigi y Federico Ricci; 'Fausto' de Gounod; y 'La Judía', de Halevy son las obras representadas en esta temporada inaugural. La preeminencia de la ópera italiana fue desde esta temporada absoluta. Incluso los títulos franceses o más adelante alemanes, se trasladaban al italiano. En este gusto italiano predominaban lo vocal sobre la escena y la orquesta. Entre los protagonistas de estas primeras temporadas operísticas anteriores a 1934 cabe destacar al tenor Giacomo Lauri–Volpi, que 1921 que cantó 'Tosca' y 'Aida' con la soprano María Ros, que luego sería su mujer. Lauiri Volpi siempre mantuvo un cariño muy especial con Oviedo, siendo socio de honor de varias entidades, entre ellas la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Elena Fons, Ofelia Nieto, el simpático Hipólito Lázaro, asiduo desde 1926 al Campoamor y por extensión a Asturias, fueron algunos de los intérpretes que levantaron pasiones en este Campoamor anterior al 34. Años en los que, en temporadas algo improvisadas y no siempre regulares, se asienta en Oviedo el gusto por el belcantismo italiano de Bellini y Donizetti, el romanticismo de Verdi y el realismo de Puccini.

La hora española (2020). La ópera de Ravel fue un nueva producción dela Ópera de Oviedo

Las primeras temporadas

En la Revolución de Octubre de 1934, el Campoamor pasó de ser teatro lírico a escenario bélico. Su proximidad con el cuartel de Santa Clara, en el que se atrincheraban los Guardias de Asalto provocó la voladura del teatro. La construcción de un nuevo teatro en el solar del antiguo, sobre el proyecto inicial de Bustelo, Casariego y Del Río, fue lenta y penosa, pero contó con un decidido apoyo municipal. El 18 de septiembre de 1948, el nuevo Campoamor se reinauguró con la ópera 'Manon', de Massenet, protagonizada por Victoria de los Ángeles, primera ópera de una temporada que iba del 18 al 24 de septiembre, y en la que se representaron seis títulos: 'Manon', 'Aida', 'Lucia di Lamermoor', 'La Bohème', 'Tosca' y 'Rigoletto'.

Las sucesivas temporadas, prácticamente hasta los años ochenta del siglo pasado poseen unas directrices claras. Cada temporada constaba de cinco óperas, cuatro de ellas de abono, de las que solo se hacía una función. La fecha era el mes de septiembre, generalmente en días seguidos y coincidiendo con las fiestas de San Mateo. El repertorio era primordialmente italiano, con especial reiteración en títulos belcantistas de Bellini y Donizetti, y óperas de Verdi y Puccini. Aunque oficialmente se denomina en los primeros años 'Temporada de Ópera Italiana de Oviedo', hay un discreto espacio a la ópera francesa, con obras como 'Carmen' de Bizet, 'Manon' de Massenet y 'Fausto' de Gounod. Excepcionalmente en estos primeros años nos encontramos con el 'Lohengrin' de Wagner, dirigido en 1949, por Hans Von Benda, 'Las bodas de Figaro', de Mozart. Este predominio de la ópera de Italia acuñó la frase: «Esto no gusta en Oviedo», cuando ocasionalmente se representaba otro tipo de ópera.

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Los Capuleto y los Montescos (2016)

La ópera de Vicenzo Bellini cosechó gran éxito de público.

Sonrisas y lágrimas (2014)

Puesta en escena del clásico musical

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En estas primeras temporadas, lo que se valoraba en una ópera eran las voces solistas, las arias específicas para tenor o soprano. Esta importancia capital de la voz propició que por Oviedo pasasen especialmente en los primeros cuarenta años, grandes voces, como Victoria de los Ángeles, Mario Filippeschi, Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Raina Kabaivanska, Mirella Freni, Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, entre otros cantantes.

La ópera del presente

La ópera de Oviedo ha evolucionado y se ha abierto en múltiples direcciones. La primera, es la apertura al público. Desde 1948 hasta 1981, cada ópera se representaba en una única función. La temporada duraba una semana de septiembre, y el público era minoritario y elitista. En 1982, comenzó la segunda función en algunos títulos. Actualmente, lo habitual son cinco o seis funciones por título, con lo que el público operístico se ha multiplicado sensiblemente. Esta apertura es también temporal. La temporada que empezaba y acababa en septiembre, empieza en septiembre y acaba a finales de enero. Eden esta apertura a nuevos públicos, cobra un especial valor la función joven fuera de abono, 'Viernes Ópera', de un gran interés sociológico y artístico.

La ópera de Oviedo ha evolucionado y abierto en múltiples direcciones

La segunda gran transformación es la del repertorio. Por una parte, la ópera se ha ampliado hacia tiempos pretéritos, con representaciones barrocas, entre las que destacó sobre todo el 'Ariodante' de Haendel, en el 2009 con una dirección escénica bellísima de David Alden y una inspirada mezzo Alice Coote que provocó una de las grandes ovaciones del Campoamor con el aria 'Scherza infida'. También la ópera se ha ampliado geográficamente, con la representación a partir del 2013 del 'Anillo de los Nibelungos', la tetralogía de Wagner y que inauguró recursos escénicos como el video mapping. Por último, la ópera se ha ampliado hacia la música contemporánea con estrenos absolutos –'Fuenteovejuna'– de Jorge Muñiz sobre libreto de Javier Almuzara– y óperas del siglo XX y XXI. Entre las óperas contemporáneas, la más emotiva y aplaudida creo que fue 'Diálogos de Carmelitas', de Poulenc. En este sentido, iniciar una temporada como la presente 75 Temporada de Ópera con el estreno absoluto de 'La Dama del alba', de Luis Vázquez del Fresno, es un síntoma estimulante del apoyo de la ópera de Oviedo a la creación contemporánea en Asturias.

Durante los años de pandemia, el Campoamor mantuvo sus dos temporadas de ópera, un caso insólito en España y que, de alguna manera demuestra la entrañable relación con la ciudad. Una ciudad abierta a la participación de ideas y sentimientos que, por medio de la música representan la vida y conmueven el corazón.

'Una furia è questo amore' (Frase de Abigaile de la ópera Nabucco)

EMILIO SAGI Director de escena

Hace unas semanas que he comenzado a ensayar en el Teatro Campoamor una ópera nueva, un estreno mundial, 'La dama del alba', de Luis Vázquez del Fresno, basada en la obra de teatro del asturiano Alejandro Casona, que estrenamos el pasado día 11.

¡Cómo pasa el tiempo!

Hace 42 años en septiembre del año 80 comenzaba mi andadura lírica en este teatro, el teatro de mi ciudad, un teatro con una gran historia y donde actuaron y cantaron los más grandes artistas. En aquellos días, desde el Naranco veía el peine del teatro y casi no me creía que yo iba a dirigir allí nada menos que 'La Traviata' de Verdi.

Mi primer encuentro con la magia del escenario fue a los seis años: fui con mis padres al Campoamor para ver una zarzuela y allí conocí a mi tío Luis Sagi-Vela, maquillado y vestido de capitán de barco, que cantaba 'Molinos de Viento' del Maestro Luna.

Desde muy joven empecé a ir a la ópera con mi padre y mi madre, que tenían un abono en delantera de anfiteatro. He visto cantar a Renata Tebaldi 'Adriana Lecouvreur' y 'La Forza del Destino', a Mario del Mónaco 'Otello' y 'Samson et Dalilah', a Luciano Pavarotti, Mirella Freni, Ángeles Gulín, Alfredo Kraus, Raina Kabaivanska, Plácido Domingo y a mi querida Monserrat Caballé, con quien años más tarde he trabajado en muchas producciones de ópera.

También en el Campoamor, bailé, sí, ¡bailé! Primero con la escuela de ballet de la tristemente desaparecida maestra Marisa Fanjul y formé parte del Laboratorio de Danza de la Universidad de Oviedo, un singular grupo de jóvenes que siempre que actuábamos llenábamos el teatro hasta general y conseguimos el tercer premio en el prestigioso Festival Internacional de Teatro de Sitges.

Año tras año vuelvo al Campoamor para hacer una ópera o una zarzuela. Amo este teatro y pienso que también el Campoamor y su público me ama a mí. El Campoamor ha formado y forma parte de mi vida.

Un futuro ilusionante

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ OVEJERO Presidente de la Ópera de Oviedo

La Ópera de Oviedo cumple 75 años de actividad sin interrupciones, con el objetivo de difundir una de las expresiones artísticas más relevantes y poliédricas que ha creado la humanidad, con una mirada contemporánea y con la perseverancia de servir cada vez mejor a la sociedad. En este marco, con la celebración de los 130 años de una de las señas más importantes de nuestra región, el Teatro Campoamor, creado fundamentalmente para la programación lírica, el equipo de la Fundación vive feliz el estreno absoluto de 'La dama del alba', de Luis Vázquez del Fresno. Son acontecimientos todos ellos que nos llenan de orgullo y de enorme responsabilidad. La plataforma perfecta para rendir homenaje a todas las personas, a los grandes artistas, a los colaboradores, a los equipos y por supuesto al público, que han hecho que este teatro sea uno de los más reconocidos y admirados a nivel mundial.

El ciclo arrancó el 11 de septiembre con el citado estreno mundial, una ópera inspirada en la obra de Casona. Qué mejor homenaje a nuestra tierra y a nuestro teatro que comenzar nuestro nuevo ciclo con la incorporación al repertorio lírico de una obra basada en nuestra tradición. Además, la dirección de escena de este título corresponde a nuestro ovetense universal, Hijo Predilecto de nuestra ciudad, Emilio Sagi, que tantos hitos ha creado en este teatro y cuya principal sala de ensayos lleva precisamente su nombre. Nos encantaría que todos participaseis de este acontecimiento –la última función es hoy–, que será historia de la lírica en nuestro país y, como dice la campaña de este estreno, 'tú podrás decir que estuviste'.

No puedo olvidar en estas líneas que nuestro Teatro Campoamor, junto con algunos en España, marcaron la diferencia en la cartografía global, por ser prácticamente los únicos, y el nuestro el único referente en levantar el telón y mantener toda su programación operística durante una de las temporadas más complicadas que recordamos, y seguramente de toda su historia, la de la pandemia. Me gusta, una vez superada esta etapa tan difícil, y presentes los números redondos del 130 y el 75 que nos invitan a festejar, la idea de empezar de nuevo y hacerlo mejor, con objetivos duraderos y en armonía con la sociedad. Con la ambición de contribuir a transformar el mundo. La ópera y el Campoamor han afrontado los desafíos de la humanidad y en su escenario, durante todos estos años, nos han interpelado sobre los temas más candentes y que preocupan a la gente de hoy: los conflictos mundiales de los siglos XX y XXI, el diálogo intercultural, el reconocimiento a la diversidad, el cambio climático.

Por ello, nuestra obsesión es servir más y mejor a la sociedad contemporánea. Abrir puertas y ventanas de los teatros para ser realmente accesibles. Dejamos atrás los estigmas y superamos estas etiquetas. Necesitamos sin duda destinar más recursos que nunca a los programas educativos, familiares y sociales y apostar por la nueva creación, como está siendo un hecho estos días en el Campoamor.

Es cierto que la ópera es nuestro lugar en el mundo. En un cosmos globalizado cobra más sentido y fuerza que nunca la obsesión para crear nuevos públicos. La experiencia de vivir la ópera es un derecho esencial. Por ello, nuestra misión es movilizar y seducir al máximo número de ciudadanos, para que se inicien y descubran este arte que sin duda cambiará y llenará de sentido sus vidas. En eso estamos y seguro muchos como nosotros estarán los siguientes 130 años.

Y permítanme en estos días de celebración, utilizar para cerrar este artículo la dedicatoria que Alejandro Casona imprimió en su dama del alba: «A mi tierra de Asturias: a su paisaje, a sus hombres, a su espíritu».

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