Episodio 4
25 días sin luz
Y al final vistió de azulgrana. Tenía 31 años. Se fue con miedo a no triunfar. Pero vaya si lo hizo. Llegaron los goles y los títulos. Alguno amargo, como la final de la Copa del Rey ante su Sporting
Transcripción
CARLOS PRIETO: 1981 fue, ciertamente, un año convulso en todo el mundo. Se produjeron atentados contra tres importantes personajes de la política internacional: el Papa Juan Pablo II, el presidente estadounidense Ronald Reagan y el primer ministro de Egipto Anwar El Sadat. Los dos primeros sobrevivieron milagrosamente. Sadat, no.
Un año lleno de sobresaltos también aquí, en España. Con un hecho que está grabado en nuestra memoria colectiva como país. Que pudo haber cambiado, y mucho, el devenir de todos, el golpe de Estado.
El 23F paralizó España. La dejó muda. Nunca podré olvidarlo. Tenía 13 años.
Volvíamos a casa en coche desde el colegio. En el asiento de atrás mi hermana y yo reíamos cuando la radio comenzó a informar de lo que estaba pasando en el Congreso de los Diputados…
Mi madre nos mandó callar con preocupación y subió el volumen.
El recorrido fue como el de un cortejo fúnebre. El resto de la jornada, en realidad. Recuerdo las caras de mis padres, el nerviosismo, y también la radio y la televisión todo el día y toda la noche encendidos.
Al día siguiente, por fortuna, la tormenta fue amainando hasta que al mediodía acabó la pesadilla y en la comida volvieron las risas. La normalidad.
Y ese mismo fin de semana regresó el fútbol. Yo estaba contento; todos lo estábamos. Era un síntoma de esa normalidad.
El Sporting jugó en San Mamés ante el Athletic y el domingo, ya 1 de marzo, el Barcelona de Helenio Herrera goleó 6-0 al Hércules en el Camp Nou con dos goles de Quini, lo que situaba al equipo azulgrana tan solo dos puntos del lider, el Atlético de Madrid. Y al día siguiente de ese partido, solo una semana después del golpe, el país volvió a contener el aliento. ¿La causa? Un secuestro. ¿De quién? De un futbolista. De Enrique Castro González, Quini.
JOSÉ MARÍA URBANO: Iban pasando los días y pasaron, yo creo que fueron al final fueron 25 días. Aquello fue tremendo. Todos los telediarios y todo el mundo con él, en el centro de atención. ¿Qué pasa con Quini? ¿Dónde está Quini?
EL COMERCIO presenta 'Ahora Quini'. Episodio cuatro: '25 días sin luz'.
CP: Mi nombre es Carlos Prieto, soy periodista, y estamos escuchando la vida de un ídolo, fuera y dentro del campo. Uno de los grandes pichichis del fútbol español, grande ante la portería y ante las adversidades. Un hombre que tuvo una manera especial de serlo. Y un amigo.
El lunes 2 de marzo de 1981 saltó a la prensa una noticia que nos dejó a todos helados. Quini había desaparecido. Nadie sabía nada de él.
La última vez que lo habían visto había sido el día anterior, domingo 1 de marzo, al dejar el Camp Nou tras golear al Hércules.
Quini había salido del campo aquel domingo y cogió su Ford Granada para ir a casa, descansar un rato, poner a grabar en el vídeo 'Estudio Estadio', y después ir al aeropuerto de El Prat a recoger a su familia. A Mari Nieves, su mujer, y a sus dos hijos, Lorena y Enrique. Jorge y Óscar no habían nacido aún.
Pero Quini no apareció en el aeropuerto y la familia enseguida sospechó de que algo malo había sucedido.
Mari Nieves, cuando vio que Quini no llegaba, fue al domicilio barcelonés. Al entrar y ver la bolsa de su marido allí, se temió lo peor. Llamó de inmediato a la Policía. Y a Alexanco. José Ramón Alexanco, el gran defensa azulgrana y amigo de la familia.
JOSÉ IGNACIO CHURRUCA: Me llamó Alexanco y me dice 'oye Iñaki, ¿sabés algo o ha estado o está contigo el Brujo?
CP: Tras colgar con Mari Nieves, Alexanco telefoneó a José Ignacio Churruca, exfutbolista internacional y excompañero de Quini en el, y que jugaba en el Hércules, rival del Barcelona aquella tarde. Quini no se había puesto en contacto tampoco con él, pero pensó que habría ido a tomar algo con otros amigos.
JICH: Yo al principio creía que era broma.
CP: Pero a medida que avanzaba la conversación…
JICH: Es que no ha aparecido por casa y Mari Nieves está preocupada. Y claro, es lógico.
CP: Eso lo dejó inquieto.
Los miembros de los grupos Omega de la Brigada Antiatracos de la Policía Nacional de Barcelona se pusieron a interrogar a todos sus confidentes. Algo había pasado con Quini y debían averiguar qué era.
Los rumores de secuestro comenzaron a sonar entre la prensa y aficionados, que incrédulos nos preguntábamos quién iba a secuestrar a un futbolista. No era algo que ocurriera con frecuencia.
JMU: El único secuestro a nivel mundial, digamos de referencia mundial… había sido el de Di Estéfano, que también tuvo su historia.
CP: Este era un hecho casi sin precedentes, explica el periodista José María Urbano.
JMU: Claro, decir en la liga española, el pichichi de la liga española secuestrado después de un partido. La gente, bueno, no dábamos crédito.
CP: Urbano incluso se planteó, como Churruca comentaba antes, que podía ser una broma pesada, de mal gusto.
JMU: Esto puede ser una broma que durará 24 horas, 48 horas.
CP: Pero el silencio y los rumores pronto cambiaron de forma implacable y la realidad golpeó. Nos golpeó a todos. Los hechos hablaban. A través de otra llamada de teléfono se confirmó que a Quini lo habían secuestrado.
Cuando salía de su domicilio para ir al aeropuerto, Quini se topó con dos jóvenes que a punta de pistola le obligaron a meterse en su propio coche, un Ford Granada color whisky, y a acurrucarse en el hueco del asiento del copiloto. Tras un breve trayecto, cambiaron de vehículo.
Tenían una camioneta DKW preparada donde lo metieron en una especie de cajón de madera, con una capucha en la cabeza, y emprendieron un viaje de más de 300 kilómetros.
Aquello, sí, era un secuestro.
María Teresa Álvarez es periodista.
MARÍA TERESA ÁLVAREZ: Él iba a buscar a su familia al aeropuerto. Lo secuestraron a punta de pistola. Por el dinero, por pedir dinero por ellos. Era una figura reconocida.
CP: Por dinero. Siempre el maldito dinero. Pidieron 70 millones por soltarlo. Luego subieron a 100. Empezó la agonía.
JORGE CASTRO: Es como cuando ves en las películas que suena en la cabina del Times Square después y te van y te hablan. Pues aquí con nosotros te decían 'a tal hora suena tal cabina y si quieres tienes que estar allí'…
CP: Facilitaban la hora y la dirección de una cabina para dar esos datos a cuentagotas. Algunos importantes, como la suma por el rescate. Y había que correr.
JC: La Policía con un pañuelo para poder atravesar Barcelona, para poder llegar a tiempo a la cabina.
CP: La familia de Quini, no hace falta ni que lo diga, lo pasó fatal. Mucha incertidumbre pensando si volverían a verlo, mucha tensión en la espera... Y el teléfono de casa, que no paraba de sonar...
OSCAR CASTRO: Escuché a mamá alguna vez contar que lo que peor llevaban era el estar en casa y que sonara el teléfono, lo cogían y a lo mejor era alguien: 'Yo lo vi', 'yo sé', 'o yo'... La gente no se daba cuenta del daño que estaba haciendo en ese momento, porque claro, te daban pistas falsas
CP: Aquel hecho nos conmocionó a todos. A todos. Daba igual la edad, el género, la clase social o si éramos o no aficionados al fútbol.
MTA: El secuestro conmocionó a toda España, o sea que era muy reconocido.
CP: Y también marcó y mucho, por supuesto, al propio Quini que no sabía quién lo secuestraba. ¿ETA? ¿El Grapo? Ni tampoco adónde lo llevaban o qué pensaban hacer con él.
QUINI: No sabía dónde estaba ni nada. Te quitan el reloj, me pusieron un chandal, bajé por una escalera, y cuando me quitaron el capuchón, lo quito, y me encontré con cuatro paredes con mucha humedad
CP: Una especie de cuarto oscuro.
QUINI: Sin servicio ni nada, una luz en el techo… y nada más, ya no me enteré de más
CP: Un zulo. Ese fue su destino. Un pequeño zulo en un bajo en el número 13 de la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza. Ni ETA ni el Grapo tenían nada que ver.
Ese secuestro fue obra de Fernando, Víctor y Eduardo. Un electricista, un mecánico y un tornero, parados y desesperados por su situación. Pensaron que secuestrar al pichichi de la liga les solucionaría todos sus problemas.
QUINI: Hombre, yo cuando te sucede una cosa como me sucedió, la cabeza te da muchas vueltas.
CP: Muchas.
ENRIQUE CASTRO: Él no sería consciente en absoluto... Ahora, pensaría en lo peor, seguro.
CP: La familia estaba cada vez más nerviosa. Y más asustada. Normal. Cómo no estarlo. La Policía no se fiaba de los secuestradores. Eran inexpertos y eso los convertía en peligrosos. Además, les dijeron que si no pagaban devolverían a Quini, sí, pero muerto.
OC: Era un sin vivir.
CP: Los días se sucedían, uno tras otro, sin descanso y sin piedad, y no tenían noticias de su marido, de su padre, de su hermano…
25 días. 25 interminables días pasó Quini encerrado en aquel minúsculo zulo de ocho metros cuadrados de superficie en los que el asturiano, a pesar del miedo y de la angustia, logró sobreponerse porque nunca perdió la esperanza.
QUINI: Perderla, no la pierdes nunca… Siempre tienes esa pequeña llama que podían dar contigo, por eso te mantienes. Siempre hay una esperanza. Yo miraba y decía 'si me doy un cabezazo fuerte ahí igual me quedo ahí tirado'. Lo llegué a pensar, pero hay que aguantar. La esperanza es lo último que se puede perder.
CP: 25 días hasta que, por fin, pudieron atrapar a los delincuentes.
Lo hicieron a través de una operación organizada por la Policía en colaboración con el Barcelona y las autoridades suizas. Era allí, en el país helvético, donde los secuestradores exigían que se depositara el dinero.
En Ginebra detuvieron a uno de los secuestradores cuando retiraba el millón de pesetas del rescate en el banco acordado para depositar el rescate. Era Fernando, el electricista. Enseguida se derrumbó y contó dónde estaba Quini.
La Policía fue de inmediato al lugar.
QUINI: Un forcejeo y de repente abren la trampilla…
Carlos: Allí encontraron al delantero, envuelto con un sucio colchón de espuma. Creía, estaba seguro, que eran los secuestradores y que lo iban a matar.
QUINI: No sabía en ese momento de lo que se podía tratar, porque yo nunca pensé que me podía sacar la Policía así como me sacó Entonces pensé que me iban a matar.
CP: Contó en varias ocasiones a su familia que sintió que era el final. El final de su vida.
ENRIQUE CASTRO: Se acabó, me vienen a matar. Y según se mete alguien así con una pistola dice él 'se acabó' y cuando vio que era la Policía, y es liberado, dice él 'entonces ahí me puse a llorar'.
CP: Quini volvía a ser libre. Lo llevaron desde Zaragoza en coche a la comisaría de Barcelona, donde lo esperaba una multitud entre gritos y el himno de Asturias.
LORENA CASTRO: Estaba lleno de gente, supongo que era de madrugada.
CP: Fue una liberación que celebramos como si Quini fuera de nuestra propia familia. La angustia vivida esos días fue tremenda.
Muchas imágenes se han quedado grabadas en la retina de todos. La de un Quini con el pelo más largo y barba, vestido de azul. Aturdido pero libre.
EC: A mí la imagen que me llama, que es él en estado puro, es simplemente que nada más que lo bajan del coche de Policía ya salta por encima de un coche . Esa imagen ya dice que él ya estaba con unas ganas ya de moverse, de seguir viviendo, de no pararse a pensar.
CP: El país respiraba aliviado. El pichichi estaba de vuelta en casa. Una vuelta televisada.
En esa rueda de prensa estaba acompañado de su mujer, Mari Nieves.
EC: Según sale de ahí puedes pensar que una persona sale, no sé de otra manera, que sería incapaz de dar una rueda de prensa. Él hay una imagen que ya demuestra las ganas que tenía de vivir.
CP: Ambos emocionados, temblando, con el miedo aún el cuerpo. Una imagen que nunca podré olvidar. Como tampoco sus palabras ni sus lágrimas.
JMU: Cuando lo liberaron son imágenes que quedan grabadas, Quini saliendo con aquella barba cuando empezó a llorar y tal. Eso lo guardamos todos en el recuerdo.
CP: Muchos explicaron que el Brujo renunció después a la indemnización porque sufría síndrome de Estocolmo, pero en realidad no fue así.
JC: En lo que estamos todos de acuerdo, es que él si lo secuestran para recaudar un dinero… Viendo que no es, o sea que son tres, vamos a decir tres obreros que a lo mejor no tienen nada, qué va a sacar de esa gente entonces. No es perdonarles, simplemente no los voy a demandar, no voy a pedir nada. Ya está.
CP: Con el tiempo, el propio Quini lo explicó.
QUINI: Bueno, no es que yo les perdone….
CP: Tres años después de aquel horrible hecho, cuando yo estaba a punto de cumplir los 16, los secuestradores fueron condenados a diez años de cárcel y a pagar una indemnización. Cinco millones de pesetas. Quini se ratificó y renunció a ese dinero. Muchos lo aplaudieron.
EC: Entonces si no me hace falta el dinero para nada, simplemente lo que yo necesito es pasar página, vamos a dejar esto, a solucionarlo cuanto antes, y no andar con juicios, con historias y no pedir dinero a quien no lo tiene….
CP: Otros, en cambio, no entendieron aquel gesto. Como el Barcelona. La renuncia de Quini suponía que el club se quedaba sin los 100 millones que reclamaba por los daños sufridos al perder una Liga que el club estaba seguro de que era suya.
OC: Schuster en una entrevista dijo que uno de los peores momentos que había vivido él como deportista fue el secuestro de Quini.
CP: Porque aquello afectó a toda la plantilla del equipo.
OC: Pero es que los compañeros también estaban muy preocupados por él.
OC: Se les veía muy afectados, no querían jugar y les obligaban a jugar.
CP: Lo hacían pero con desgana.
OC: Entonces, claro, pues a partir de ahí el Barcelona pegó un bajón y perdió la Liga.
CP: El club insistió.
JC: El Barcelona quería que denunciase. Él se negó a denunciar, empezó luego ahí un poco el declive con el Barcelona también…
CP: Por esto, a la dirección azulgrana no le gustó la decisión del asturiano y se produjo una brecha entre el jugador y la entidad que lo perjudicó mucho. Empezó a jugar menos, a sentirse un tanto apartado, pero Quini lo tenía claro. ¿Cómo pedir dinero a quien no tiene nada?
QUINI: Yo tenía un abogado. Oye, ¿vas a pedir dinero?'. Pedir dinero, tú que opinas si me secuestran a mí para pedir dinero, no creo que andarán muy boyantes. Dijo él 'yo no lo haría, porque para qué vas a pedir nada si no te van a dar nada'. Entonces dije 'no pongas nada, no vamos a pedir nada. Vamos a dejarlo pasar'.
CP: Dejarlo pasar. Pasar página. Ese era su deseo. Recuperar la normalidad.
Este capítulo empezaba hablando de volver a la normalidad tras el 23F, que era lo que ansiaba la gente, y eso era también lo que Quini quería tras el juicio. Volver al campo, a lo que mejor sabía hacer, a marcar goles.
JC: Con todo lo mal que lo pasaría después del secuestro, evidentemente, pero es que todavía así quedó pichichi de la liga española. Cosas que dices tú, madre mía.
CP: Aunque en su interior ese secuestro le pasó factura. Lorena, su hija, recuerda el temor de su padre.
LC: Cuando lo soltaron hubo una época que tenía miedo. Si tenía que ir al garaje a buscar el coche y todas esas cosas le daban miedo.
CP: Lo pasó francamente mal. No quería ir solo.
EC: Él contaba como una anécdota que resulta simpática una vez que pasa, porque en su momento no debió de morir de un infarto de casualidad.
CP: Se refiere a cuando paró su coche en un semáforo en Barcelona.
EC: Se le montó uno al lado, le entró en el coche y se sentó en el asiento del copiloto... Claro, según miró para él y no lo conocía, no sabía quién era, que no le dio algo de casualidad y le dice el que se sienta 'perdona, es que me equivoqué y se bajó del coche'.
CP: No cabe duda de que fue un jugador importante y querido para el Barcelona. Marcó 101 goles en 178 partidos en sus filas.
Pero aquel ya no era su sitio. Y para pasar página pensaba en un regreso. En volver a Gijón, en volver a casa.
CP: Quini se despidió del Barcelona el 9 de octubre de 1984 en un partido homenaje.
Pero no fue el final esperado. A mí no me lo pareció.
Con un encuentro que, a pesar de contar con ilustres como Cruyff y Kempes, ofreció la imagen de un Camp Nou desangelado. Al menos tuvo la participación de sus hermanos, Jesús y Falo. Luego llegarían más reconocimientos, más calurosos, porque dejó huella en Barcelona.
EC: Me lo decía uno de los directivos del Barça, que dice 'para una persona que haya jugado solo cuatro años aquí que tenían que hacerle un homenaje', porque estaban obligados a hacerle el homenaje con el cariño que le tiene a la gente. Que le tengan tanto cariño que es algo inusual.
CP: Regresó a Gijón, a su casa, y el fútbol, que parecía alejarse de él a pasos agigantados, lo llamó de nuevo. La magia del campo lo reclamó y lo cautivó.
El entrenador del Sporting, José Manuel Díaz Novoa, vio a Quini jugar a los pocos días en un partido de homenaje a Alonso. Estaba en perfectas condiciones físicas y mantenía su olfato goleador.
JOSÉ MANUEL DÍAZ NOVOA: Había dejado de jugar con el Barcelona y necesitábamos un delantero. Estábamos en aquel momento, a falta de un delantero y me acuerdo de decirle a Vega- Arango que nos podía echar una mano. Y así fue.
CP: El presidente del club, Manuel Vega-Arango, llamó esa misma tarde a Quini para cenar. Quería que volviera al equipo. Era el 16 de octubre de 1984.
El Brujo firmó en blanco, sin condiciones, sin cláusulas ni partido homenaje. Y así volvió a adueñarse del 9 de la camiseta rojiblanca. Frustrando, además, su incorporación al Real Oviedo, que también estaba muy interesado en contratarle y con los que llegó incluso a entrenarse.
Allí volvió a reencontrarse con Cundi, Mesa, Ferrero, Joaquín, Ablanedo y con los jóvenes que despuntaban como Zurdi, Villa y Eloy. Eloy Olaya, el jugador más joven en debutar con el Sporting; con el que compartió partidos, entrenamientos y charlas, muchas charlas.
EO: Bueno, como futbolista fue un maestro. Siempre digo que como futbolista y que jugué con él y que tuve la fortuna de jugar con él, fue un maestro. Fue un maestro que nos enseñó muchísimas cosas.
CP: A finalizar las jugadas, los remates,…
EO: Era tremendo en los entrenamientos verlo finalizar las jugadas, y rematar era un espectáculo. Manejaba todas las superficies de contacto desde la cabeza al pie hasta con la rodilla, remataba...
CP: Uno de los grandes compartiendo su experiencia dentro y fuera del campo, sobre el fútbol y sobre la vida.
EO: Él nos marcaba muchas pautas a los jóvenes que estábamos en aquel año 85, que es cuando él vino aquí. La verdad es que a mi me sirvió muchísimo todo aquel aprendizaje que él nos daba.
JMDN: Logró volver a conectarse otra vez con el fútbol. Y luego afortunadamente ahí siguió en el Sporting. Ningún problema, todo lo contrario.
CP: Llegó a ser el máximo goleador del equipo. Fueron tres años maravillosos en los que volvimos a disfrutar con sus goles. Una etapa bonita, un retiro dorado. En su casa, con la camiseta del Sporting.
JMDN: No jugaba ya siempre, naturalmente vino con 37 o 38 años; pero bueno, nos echó una mano para salvar aquella situación. Jugaba o no jugaba y tal, pero daba ya dentro del vestuario una alegría y demás, que nos fue vital para conseguirlo.
CP: Hasta que una inolvidable tarde de verano, el 21 de agosto de 1987, El Molinón despidió a su ídolo.
Estaba a punto de cumplir 38 años y culminaba una carrera deportiva de éxitos.
Recuerdo el partido con emoción.
El Sporting se enfrentó al Real Madrid y con nosotros jugó Schuster. Acabó en empate a dos, pero la historia terminó en el minuto 37, cuando Quini besó el césped en El Molinón desde el centro del campo y todos gritamos '¡Ahora, ahora, ahora Quini, ahora!
Se nos saltaron las lágrimas porque asistíamos al cierre del mejor capítulo de la historia del Sporting.
Un capítulo empañado después en su vida personal por grandes desgracias, como la muerte de su hermano o el cáncer. O los complicados momentos de su club del alma, el Sporting.
Pero en lo futbolístico Quini tuvo, por fin, la despedida que se merecía. Llevaba veinte años años como profesional de primer nivel. A sus espaldas, 917 partidos y 515 goles.
Tocaba retirarse. Y así lo hizo, a lo grande. Nunca ha habido un jugador igual en el fútbol asturiano. Pero al ídolo aún le quedaban muchas historias con las que seguir emocionándonos, tanto o más que cuando era jugador.
CRÉDITOS
'Ahora Quini' es un podcast original de EL COMERCIO, resultado de una investigación periodística. Ha sido coordinado, escrito y dirigido por Susana Neira y Carlos Prieto, con la colaboración en los guiones de Verónica García-Peña y en las entrevistas de Javier Barrio y Alejandro Forcelledo. Coordinación técnica de Mónica Yugueros, Aida García, Carmen Muñiz y Diego Abejón. Diseño web, Samantha Acosta, Víctor Coto e Iker Barinaga, con ilustraciones de Daniel Castaño. Edición de Andrea Morán y Carlos García. Producción técnica, Iñigo Martín Ciordia. Diseño sonoro y mezcla, Rodrigo Ortiz de Zárate. Producción ejecutiva, José Ángel Esteban. Gracias a todas las personas que han colaborado con sus testimonios, a Pipo Prendes, Universal, Cadena Ser-Gijón, RTVE y RTPA.
Miércoles, 8 de marzo 2023, 18:28
Sus dos goles en el Calderón acabaron siendo dolorosos. Y en la Ciudad Condal vivió uno de los episodios más duros de su vida al ser secuestrado por tres hombres que lo trasladaron a Zaragoza, donde pasó 25 días en un zulo hasta que fue liberado por la Policía. Tras su perdón a los secuestradores se deterioraron sus relaciones con el club azulgrana y volvió a casa. Y volvió a marcar goles para el Sporting de sus amores, donde se retiró tras un gran homenaje en El Molinón.
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Créditos
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Ahora Quini es un podcast original del diario EL COMERCIO resultado de una investigación periodística
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Coordinado, escrito y dirigido: Susana Neira y Carlos Prieto
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Colaboración de guiones: Verónica García-Peña
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Ejecución de entrevistas: Javier Barrio y Alejandro Forcelledo
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Diseño web: Samantha Acosta, Víctor Coto e Iker Barinaga
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Ilustraciones: Daniel Castaño
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Edición: Andrea Morán y Carlos García
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Coordinación técnica: Mónica Yugueros
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Producción técnica: Íñigo Martín Ciordia, Aida García, Carmen Muñiz y Diego Abejón
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Diseño sonoro y mezcla: Rodrigo Ortiz de Zárate
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Producción Ejecutiva: José Ángel Esteban
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Colaboradores: Pipo Prendes, Universal, Cadena Ser-Gijón, RTVE y RTPA