Joan Manuel Serrat, el mago en diez canciones

En la portentosa chistera del gran mago Serrat resulta imposible meter la mano y no sacar una joya o un racimo de las que forman su inmenso repertorio. Esta es solo una propuesta de lista de algunos de sus temas más icónicos.

Su primer éxito en catalán y toda una declaración de principios en la que se propone «ahora que aún tengo fuerza/no tengo el alma muerta/ y siento bullir la sangre» cantar a las piedras, la tierra, al agua, también al amor: «al primero, al último», llorar con los que están solos y alzar la voz por los hombres que «han nacido de pie/viven de pie/y de pie mueren». Poesía social desde un yo entre Dylan y Rimbaud que perfila al artista vivo que sigue siendo.

Otro tema de juventud que ha acompañado al catalán en su carrera y una de sus canciones más bellas. Escrita con «palabras sencillas y tiernas», como las que subrayan sus versos, la evocación de una historia de amor primerizo trasciende lo personal para despertar en quien la oye una emoción de poderosa huella. «Juntos atravesamos/una puerta cerrada», comienza desvelando para luego describir la inocencia intuitiva de una relación entre iguales: «No sabíamos más». Ahora ese fuego es pura melancolía que vuelve en una lejana canción.

Lanzada en un single junto a otro clásico: 'Tiempo de lluvia' y con música del prolífico Augusto Algueró, le abrió las puertas de un público amplio en castellano. La historia de esta Penélope de nuestro tiempo que espera la vuelta de un imposible Ulises en el andén de una estación se ha convertido en una de las joyas más perdurables del repertorio de Serrat. Su logrado final («No era así su cara ni su piel/tú no eres quien yo espero») nos sigue conmoviendo como la primera vez.

El tema guía en su disco de valiente homenaje a la poesía de Antonio Machado es desde hace décadas una de las canciones fetiche del catalán. Miles de españoles descubrieron al gran poeta muerto «lejos de su hogar», gracias a esta genial fusión de sus 'cantares' y las glosas del cantante. A don Antonio le agradaría saber que su «caminante no hay camino/se hace camino al andar» forma ya parte de la memoria popular.

El corte que da título a su álbum más exitoso no es el mejor de un trabajo en el que solo hay enormes canciones, pero se ha transformado en un himno «de Algeciras a Estambul» y de Barcelona a Buenos Aires o Tokio. La impronta machadiana está muy presente en su deseo de que el día que «para mi mal venga a buscarme la parca» empujen su barca al mar «con un levante otoñal/y dejad que el temporal/desguace sus alas blancas,/y a mi enterradme sin duelo entre la playa y el cielo».

Es uno de esos diez magistrales temas que el chaval del Poble-Sec firmó en su gran disco del 71. Como 'Paraules d'amor' posee la grandeza de lo sencillo y la emoción de la honestidad. Ha sido versioneada por las voces más diversas y en la de su autor, sigue consiguiendo removernos el alma desde su arranque sutil: «Uno se cree/que las mató/el tiempo y la ausencia», hasta el final sublime: «nos hacen que/ lloremos cuando/ nadie nos ve».

Como hizo en los 'Cantares' de Machado, con los versos del hasta entonces casi olvidado poeta de Orihuela, Serrat une la justicia poética de la reivindicación de Hernández con una afortunada colaboración entre sus palabras y su voz más propia. Y también en este caso ha logrado una de sus canciones más identificativas y compartidas por su público.

Sin duda una razón de que el repertorio del Premio Princesa de las Artes haya conseguido formar parte del imaginario colectivo está en

su acertada unión de lo personal con lo generacional. Aquí aborda el tema de la paternidad desde una cercanía cómplice a la que resulta imposible sustraerse, como a ese golpe final al corazón: «Nada ni nadie pueden impedir que sufran/que las agujas avancen en el reloj,/que decidan por ellos, que se equivoquen/que crezcan y un día nos digan adiós».

Otro de sus himnos más significativos y coreados. Se trata de una de las actualizaciones más originales del clásico tema del 'carpe diem' y que funcionaría como un auténtico bálsamo existencial para una legión de seguidores de la generación del desencanto. En su letra tan luminosa como la melodía que la envuelve, Catulo y el persa Omar se pasan al idioma del rock: «Saca de paseo a tus instintos/y ventílalos al sol/y no dosifiques los placeres;/si puedes, derróchalos».

La crítica social es parte sustanciosa de la identidad de Serrat como cantautor. Artista siempre alerta a su tiempo, en este tema traza con mano maestra un despiadado retrato de unos tipos que de «cachorros de buenas personas», como probablemente se les recuerde en su pueblo, pasaron a ser «los que nos niegan a todos el pan y la sal», miserables con poder y «sicarios del mal». Una denuncia intemporal porque el mundo siempre ha estado en sus manos.

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