El arte sin fronteras
María Pagés ·
Han ensanchado el cante y el baile desde el respeto por la tradición, impulsando el carácter universal de un extraordinario patrimonio cultural, popular y sensorial«Ella baila y, bailando, mueve todo lo que la rodea». Lo dijo José Saramago, cuyos poemas danzó María Pagés (Sevilla, 1963) en su pieza 'Flamenco y poesía' (2008). Y quien la haya visto sobre las tablas estará de acuerdo con él, porque habrá sido testigo de la milagrosa dimensión que alcanzan el cuerpo y el espíritu de esta bailaora monumental que este año recoge el Princesa de las Artes en el Campoamor inmersa en la gira de su último montaje:'De Sheherazade'. La historia de una Scheherezade empoderada, una mujer que afronta su destino y se rebela contra él. Una visión poderosa, luchadora, reivindicativa. Un espectáculo que habla de mujeres y está representado por mujeres: once bailaoras en escena y dos cantaoras.
Su empeño por ir siempre más lejos, siempre más allá, y encontrar diálogos entre el flamenco y otras artes ha convertido a la propia coreógrafa, creadora y directora sevillana en una fuerza torrencial de renovación, cuya creatividad avalan el Premio Nacional de Danza y tantos otros y cuya lucha por defender el género como un arte ilimitado tiene en su compañía y en el centro coreográfico que lleva su nombre sus principales bastiones.
La han llamado por eso 'bailaora árbol'. Porque, gracias a su arte, el flamenco alcanza la pintura, la poesía, la arquitectura y los anhelos más profundos del ser humano desde que comenzase con el maestro Antonio Gades y actuase en los mejores teatros del mundo.
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Y eso que María Pagés lo tenía todo en contra. Pero, a pesar de no proceder de familia de artistas, de no tener la altura estándar para una bailarina, a pesar de no contar con casi nada a favor… estaba predestinada y determinada a sobresalir con un talento a raudales que la ha llevado a ser reconocida internacionalmente por su personal concepto estético del flamenco sin olvidar el carácter más clásico de la disciplina. Aunando modernidad y tradición, explorando las fronteras hoy ya difuminadas entre la danza contemporánea y el baile antiguo. Sus espectáculos nunca defraudan, y su perfección estética, su alto sentido de la belleza y su dominio de la escena jamás dejan indiferente.
María Pagés siente la danza como algo «innato» y basta con verla encima de un escenario, sentir su verdad, para convencerse de que nació para bailar.
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