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Dice Marjane Satrapi en 'Persépolis' que «la guerra siempre te pilla desprevenido». Nadie está preparado nunca para ver deshacerse el barrio en el que creció ni para asistir a la transformación de sus calles en amasijos de hormigón, acero y vidas truncadas.
Satrapi dice eso de que «la guerra siempre te pilla desprevenido», porque fue testigo del horror con sus propios ojos y porque tuvo una infancia demasiado corta por culpa de los misiles, de los látigos y de la muerte, que amenazaba con quebrar en un instante fugaz lo poco que quedaba en pie de su infancia.
Pero esto no fue siempre así porque esta historietista iraní llegó a conocer la paz, aunque solo fuera de refilón porque, tal y como relata en su ópera prima –en la que narra las etapas cruciales de su vida– su libertad se truncó en 1979, cuando solo tenía nueve años y estalló una revolución en su país que acabaría conociéndose como Revolución Islámica.
Aquella revuelta hizo que, a partir de 1980, el colegio francés laico y mixto en el que estudiaba cerrara sus puertas (al igual que todas las escuelas bilingües) y tuviera que empezar a formarse en un centro solo de niñas y con el velo cubriéndole la cabeza.
Esos recortes de libertad fueron despertando en la Marjane niña una profunda conciencia social que hacía que rogara a sus padres para ir a manifestarse con ellos. Y, ante su rotunda prohibición por el riesgo que eso suponía, acabó escapándose para hacerlo.
Aquellas continuas protestas terminaron con el derrocamiento del Sah de Persia, lo que dio lugar a la república islámica, vigente aún hoy en el país. Es decir, dejaron atrás una monarquía autoritaria favorable a occidente por una teocracia islamista y antioccidental. Este nuevo sistema empujó a la emigración de muchas personas y, aunque la familia de Satrapi eligió quedarse, asistió a la ejecución de amigos y familiares.
El cómic empieza a partir del
año 1979, cuando Marjane
tiene diez años y desde su
perspectiva infantil es testigo
de un cambio social y político
que pone fin a más de cincuenta
años de reinado del sha de
Persia en Irán y da paso a
una república islámica
Imágenes
interiores
del cómic
Los dibujos se realizaron en
blanco y negro. Los fondos de
las viñetas son generalmente
negros o blancos, algunos son
decorados en forma bastante
sencilla para dar mayor
importancia al texto
La guerra
siempre
te pilla
desprevenido»
El cómic empieza a partir del
año 1979, cuando Marjane
tiene diez años y desde su
perspectiva infantil es testigo
de un cambio social y político
que pone fin a más de cincuenta
años de reinado del sha de
Persia en Irán y da paso a
una república islámica
Imágenes
interiores
del cómic
Los dibujos se realizaron en
blanco y negro. Los fondos de
las viñetas son generalmente
negros o blancos, algunos son
decorados en forma bastante
sencilla para dar mayor
importancia al texto
La guerra
siempre
te pilla
desprevenido»
El cómic empieza a partir del
año 1979, cuando Marjane
tiene diez años y desde su
perspectiva infantil es testigo
de un cambio social y político
que pone fin a más de cincuenta
años de reinado del sha de
Persia en Irán y da paso a
una república islámica
Imágenes
interiores
del cómic
Los dibujos se
realizaron en
blanco y negro.
Los fondos de
las viñetas son
generalmente
negros o blancos,
algunos son
decorados en
forma bastante
sencilla para dar
mayor importancia
al texto
La guerra
siempre
te pilla
desprevenido»
El cómic empieza a partir del
año 1979, cuando Marjane
tiene diez años y desde su
perspectiva infantil es testigo
de un cambio social y político
que pone fin a más de cincuenta
años de reinado del sha de
Persia en Irán y da paso a
una república islámica
Imágenes
interiores
del cómic
Los dibujos se
realizaron en
blanco y negro.
Los fondos de
las viñetas son
generalmente
negros o blancos,
algunos son
decorados en
forma bastante
sencilla para dar
mayor importancia
al texto
La guerra
siempre
te pilla
desprevenido»
En medio de ese ambiente turbulento, empezó la guerra que trajo consigo el cierre de las universidades durante dos años y se decretó la obligatoriedad de llevar velo: «El pelo de la mujer contiene unos rayos que excitan al hombre», decían, al tiempo que prohibían a los varones ponerse corbata –símbolo de Occidente– y llevar los brazos al aire.
Ante esas nuevas normas, las calles, antes llenas de minifaldas, rebosaban chadores y rechazos al alcohol. Los supermercados se vaciaron y cualquier atisbo de libertad, por nimio que fuera, era condenado (incluso tener una cinta de música en casa).
Ocurría lo mismo con la rebeldía de Satrapi, una adolescente de catorce años que no aceptaba las reglas impuestas, así que sus padres decidieron enviarla a Austria.
Así se inició un periplo crudo por Europa, que la llevó a lidiar con la soledad, el racismo y las noches en la calle. Aunque, en aquellos tiempos, volvió a disfrutar de una libertad a la que renunció «por lo mucho que necesitaba volver a casa». Otra vez se cubrió el pelo con el velo, abrazó a sus padres y durmió en la habitación de su infancia. Ese retorno la hundió durante una temporada, hasta que resurgió, se enamoró, se casó, se divorció y volvió a hacer las maletas para emigrar a Francia, esta vez «para siempre». Porque su madre le prohibió volver: «El Irán de hoy no es para ti, Marji», le dijo y tenía razón.
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