A Peña Ubiña y Peña Carba: una excursión imprescindible por las Ubiñas
Esta circular tiene como fin conocer de cerca ese tesoro que son las Ubiñas. Para ello, partiendo de Tuiza de Arriba, pasa por el refugio del Meicin y asciende a Peña Ubiña por la canal de la Fana. Luego, se sube a la Carba, deteniéndose un poco más en estos altos increíbles
Desde la guapa población de Tuiza de Arriba ya se intuye su fuerza. Luego, siguiendo un sendero sin pérdida, se llega hasta una portilla. Es de madera: sencilla, rural, estrecha… pero representa un balcón único, privilegiado y mítico para mirar de frente a una montaña enorme que —desde este punto— parece inaccesible: Peña Ubiña.
Datos de la ruta
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Tipo de ruta: Lineal
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Dificultad: Moderada
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Distancia aproximada: 12 km
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Tiempo aproximado: 7 horas
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Desnivel aproximado: 1200 m
Su silueta se impone como un muro de roca que corta el cielo e invita a pensar que conquistar su cima es sólo labor para expertos. Sin embargo, este es precisamente uno de los encantos de esta ruta: descubrir que -tras la primera impresión de inaccesibilidad -se esconde un camino posible. ¿Exigente? Sí; pero alcanzable para quienes se aventuren a recorrerlo con calma y con respeto.
La ruta es de sobra conocida: para llegar a peña Ubiña primero hay que subir al refugio del Meicin, un lugar ya sacro en estos montes al cual se accede por caminos bien señalizados. No hay pérdida. Desde esa base, el primer reto será una canal: la de Fana; terreno empinado de alta montaña, salvaje e intrincado, por el que hay que ascender con tiento, cabeza y esfuerzo.
Una vez arriba todo cambia: se entra en la dimensión de las crestas, de los aires fríos, de los horizontes amplísimos, de las cumbres con historia… se entra en el alma misma de estas montañas preciosas para sentarse en la cima de la reina del lugar y suspirar con gozo. Y es que, no hay discusión: pocas cimas son tan especiales como Peña Ubiña.
Pero la ruta no concluye en esta preciosa cima. A la vuelta, antes del regreso, se sube a un alto más, por encima de los 2000 metros: la Carba. Una peña más modesta, sí, pero con unas vistas extraordinarias. Luego ya, desciende, parando de nuevo en el Meicín para reponer fuerzas.
Así, este recorrido imprescindible por las Ubiñas combina muchos de los iconos de este lugar: el desafío de conquistar a la reina de estos terrenos, el placer de los paisajes que se vislumbran desde estas alturas indómitas y la hospitalidad de «pueblo» que proporcionan el Meicín y Tuiza de arriba. Una travesía completa que combina desafío y calma, vértigo y sosiego, paisajes de altura y encanto rural… pero, sobre todo, mucha, muchísima, belleza montañera.
A Peña Ubiña y Peña Carba desde Tuiza de Arriba:
La ruta arranca en Tuiza de Arriba, lugar desde el que ya se disfrutan las primeras vistas hacia las siluetas de roca que protagonizarán la jornada. El pueblo, pequeño y acogedor, se atraviesa siguiendo las calles empedradas hasta dar con los carteles indicativos hacia el refugio del Meicín. Desde este primer paso el camino resulta claro y sin pérdida, lo que da confianza antes de adentrarse en la alta montaña.
Una pista de tierra bien marcada conduce hacia las brañas de La Pedrosa, testimonio vivo de la cultura pastoril de la zona. Se avanza entre prados, con un continuo sube y baja que alterna tramos de antigua calzada. Superado este tramo se alcanza La Portillera, un paso estrecho y simbólico, casi como una puerta de entrada al corazón de las Ubiñas.
Al cruzar la portilla, la pista se abre a las praderas de la Vega del Meicín, donde los pastos verdes se extienden bajo la imponente figura de Peña Ubiña. El contraste entre la suavidad de los prados y la muralla rocosa que se alza al fondo sobrecoge.
Siguiendo la traza se alcanza enseguida el Refugio del Meicín, un edificio a más de 1500 metros que es parada obligatoria tanto por su fama de buena mesa como por ser base de incontables rutas en estas montañas. Un lugar en el que conviene detenerse un instante, llenando la cantimplora si es necesario y observando las opciones del camino que se abre por delante.
Desde el refugio la senda gana pendiente de forma constante. Se avanza por praderas hasta enlazar con el sendero que sube al Collado Cerreos o Terreos, a 1.886 metros. La subida se alterna entre tramos pindios y revueltas más amables, lo que ayuda bastante a dosificar fuerzas.
Al llegar a la portilla del collado se tiene ya la primera sensación de alta montaña: las vistas se amplían, los vientos son más fríos y se percibe la grandeza del macizo en toda su magnitud.
Desde aquí, la ruta toma ahora dirección derecha, pegada en un primer momento a un cerco para internarse enseguida en un terreno más pedregoso. El sendero zigzaguea con comodidad hasta la entrada de la Canal de la Fana, uno de los tramos clave de la jornada. Aquí el paisaje se vuelve agreste: pedreras, lajas de caliza y tramos donde es necesario usar las manos para progresar.
La canal exige atención, sobre todo si se va en grupo: conviene dejar espacio para evitar la caída de piedras y mirar siempre los jitos que marcan la ruta correcta.
Superada la Fana, el esfuerzo tiene recompensa: se gana la cresta cimera, amplia y aérea, que conduce hasta la cumbre principal. Los últimos metros hasta la Peña Ubiña se recorren con emoción, siguiendo las marcas y el trazado natural de la arista. En la cima,a 2417 metros de altura, espera el vértice geodésico y un panorama difícil de olvidar: al norte se divisa la cordillera cantábrica en toda su extensión; al sur, las montañas leonesas; hacia oriente y occidente, un mar de cumbres…
Tras la merecida pausa, el descenso comienza por la larga cresta de Peña Ubiña, siguiendo marcas PR. Aunque es menos exigente que la subida, requiere atención, pues el terreno rocoso y los múltiples senderos pueden inducir a error. El trazado se suaviza poco a poco y conduce al Collado del Ronzón, punto estratégico.
Desde aquí es posible conquistar otra cima llevando a cabo un pequeño desvío: la de peña Carba. El ascenso es sencillo: una subida directa por ladera herbosa; la panorámica que regala esta modesta cumbre compensa el esfuerzo: una vista privilegiada hacia la gran muralla de Ubiña y sobre los valles que se despliegan hacia Babia y Quirós.
De regreso, se baja nuevamente al Collado del Ronzón y se cruza hacia el Collado Cerreos, primero por ladera herbosa y luego por zona rocosa hasta llegar al cierre, donde se retoma el camino de subida hacia el Refugio del Meicín. Allí se puede aprovechar para hacer un descanso largo antes de completar la vuelta a Tuiza de Arriba por el mismo camino de subida, cerrando una jornada intensa, llena de bellos paisajes y enormes montañas.
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