Al pico Santiago y a las minas de Texeo: una ruta circular por la Sierra del Aramo
Esta es una ruta de esas que se precipitan sin tregua monte arriba, buscando asomarse 1000 metros por encima del punto de partida. Eso sí, el recorrido es completo: un periplo intenso que no sólo muestra paisaje sino también restos de una interesante prehistoria minera
La sierra del Aramo guarda entre sus laderas mucho más que praderías de altura y cumbres panorámicas. Cosida por las raíces con el Monsacro, este territorio tiene una energía especial y una fuerza conocida (y venerada) desde tiempos prehistóricos. Así, en las laderas orientales de esta bella sierra se encuentra una de las minas prehistóricas más antiguas de Europa: la de Texeo, escarbada hace aproximadamente 4.500 años.
Datos de la ruta
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Tipo de ruta: Circular
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Dificultad: Moderada
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Distancia aproximada: 15 km
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Tiempo aproximado: 8 horas
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Desnivel aproximado: 1.167 m
Esta ruta pasa por esa antiquísima mina; justo después de coronar uno de los picos más representativos de este territorio, a más de 1600 metros de altura.
Esta ruta circular al Pico Santiago desde el pueblo de Llamo (Riosa) propone una travesía de día completo (físicamente exigente por su desnivel acumulado, pero libre de pasos técnicos) que combina la belleza natural del Aramo con un patrimonio histórico y arqueológico de primer orden. El resultado es un interesante e intenso paseo adornado de mil verdes, decenas de montes, cuestas y curiosidades sobre la historia de la minería asturiana.
El recorrido, que parte a unos 500 metros de altitud y busca superar los 1600, asciende por antiguos caminos empedrados y bosques de hayas hasta alcanzar las campas elevadas del macizo, atravesando puntos de gran valor ecológico como el bosque de La Matona o el paso de la Cueña Covariega, una angostura tallada a mano en la roca viva.
Tras esos pasos, alcanza la cima del Pico Santiago, una de las alturas más características del Aramo desde la que el horizonte se abre generoso: hacia el Monsacro, el Aramo occidental, las montañas de Lena, el macizo de Ubiña...
Pero si el paisaje es precioso, no lo es menos el viaje en el tiempo que ofrece el descenso de esta ruta, que baja por las laderas orientales en busca de las zonas mineras de Texeo y Rioseco.
Estas explotaciones de cobre, descubiertas por un ingeniero belga en 1888, fueron utilizadas ya hace más de 4.500 años, y mantuvieron su actividad durante al menos un milenio. En su interior se hallaron esqueletos humanos y herramientas fabricadas con piedra y hueso, testimonio de una cultura minera ancestral. La mina volvió a abrirse en 1892 y, con ella, se levantó un poblado minero a los pies del Aramo, cuyas ruinas todavía se conservan como huella de un pasado reciente de trabajo y supervivencia.
En definitiva, que esta ruta no solo es una propuesta para quienes buscan desnivel y altura, sino también una experiencia de conexión con la historia profunda de este territorio: una geografía marcada por la extracción de minerales, los rituales antiguos, la energía telúrica y la memoria colectiva de generaciones que han habitado, trabajado y venerado estas montañas.
La ruta comienza en el pueblo de Llamo, un pequeño núcleo rural perteneciente a Riosa. Justo en la entrada del pueblo hay un pequeño aparcamiento: ahí se comienza a andar, siguiendo unos metros la carretera. Luego hay que girar a la izquierda para ir subiendo en dirección a Les Texeres, donde arranca realmente el sendero de esta ruta.
Tras tomar el desvío, se empieza a andar una calzada empedrada. Lentamente, va adentrándose en el bosque, pasando tramos de espesa vegetación y zonas de casas dispersas. El camino sigue el trazado de una vieja canalización, pasando por la aldea de San Adriano y poco después por Los Caleyos, último vestigio habitado antes de entrar plenamente en la montaña.
Una vez superada esta zona, toca afrontar la primera subida: conduce a las campas altas.. El relieve comienza a ganar pendiente de forma constante para dar paso, de lleno, a los dominios del Aramo. La traza avanza ahora por una antigua calzada , zigzagueante y bien clara, que trepa por la ladera del Cueto Vidures, hasta alcanzar un collado panorámico con guapas vistas a la Mostayal.
En el collado, el sendero continúa ahora a mano derecha: asciende costosamente, dibujando zigzags antes de penetrar en el bosque de la Matona, precioso y breve hayedo que da sombra (y magia) al último tramo de pasos antes de alcanzar Cueña Covariega.
La Cueña Covariega es un paso espectacular: algo dura de subir pero realmente guapa: un tramo labrado manualmente en la roca que conecta con la parte alta de la sierra. Cruzarlo supone dejar atrás el terreno boscoso, andando primero entre rocas antes de alcanzar las verdes camperas de altura del Aramo.
A partir de aquí, el paisaje cambia radicalmente: las praderas de altura y las cabañas pastoriles marcan el ambiente que se pisa. Al cabo, se alcanza el Llagu Fondo la Vega, una laguna estacional rodeada de verdísimos pastizales, ganado pastando y panorámicas excepcionales.
Desde la laguna, sólo queda superar una última subida: nada complicado, técnico ni estrafalario. Sólo una colección de pasos más cuesta arriba, dejando el lago a la espalda, para alcanzar la cumbre del Pico Santiago, un guapo balcón a 1680 metros de altura que ofrece una impresionante panorámica sobre la montaña central asturiana.
Para descender, hay que bajar rumbo a la vega y el lago de Llazarandín, cruzando desde allí una zona amplia y abierta. Desde ahí, se toma un sendero poco marcado que inicia una travesía lateral. Los montículos de jitos van ayudando a seguir el rumbo hacia la Campa Cerezales, cercada por las imponentes murallas calizas que cierran esta vertiente del macizo.
Desde este punto comienza una bajada más directa y empinada, inicialmente por ladera herbosa y sin traza clara. La caminata conduce hasta Campa Texeu, en la que hay que desviarse brevemente para poder visitar las minas prehistóricas, un conjunto de oquedades excavadas hace más de 4500 años. Uno de los puntos arqueológicos más antiguos relacionados con la minería en Europa.
El camino mejora a partir de aquí, serpenteando entre los restos de lo que fue uno de los complejos mineros más significativos de la cuenca del Aramo: se atraviesan bocaminas, pozos, antiguas vagonetas, galerías derruidas y otras huellas del pasado minero que se estableció en este lugar tras descubrir las minas prehistóricas.
Más abajo se alcanza la zona del antiguo poblado minero de Texeo, donde destacan las ruinas de viviendas, hornos, almacenes y la tolva, hoy reconvertida en mirador.
Tras esta interesante visita por los restos de la minería, todo lo que queda es seguir descendiendo. Como guía, se siguen las marcas del GR del Anillo de la Montaña Central, transitando una pista hormigonada que –tras una buena colección de pasos- devuelve al punto de inicio, en Llamo.
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