

Secciones
Servicios
Destacamos
En Piloña, ancladas a territorios sobre los que gobierna el Vízcares, hay dos pequeñas cotas de poco más de 1.000 metros que resultan perfectas (y bastante asequibles) para admirar el paisaje a vista de pájaro: el Cerru Niañu y el pico Piedra.
Tipo de ruta: Lineal (ida y vuelta por mismo trayecto) y mitad circular
Dificultad: Moderada
Distancia: 13,98 km
Tiempo: 5 horas
Desnivel: 409 m
Estos dos pequeños picos, hijos de la misma montaña, no son muy conocidos pero –sin embargo- emprender rumbo hacia ellos es hacer un viaje fascinante: una ruta de las buenas, de las que no defraudan, de esas que siempre encandilan.
El primero, el Niañu, se ubica en la zona sur; el segundo, el Piedra, al norte: ambos asomados a grandes vistas que abarcan desde la sierra del Sueve o los Picos de Europa a todo el cordal de Ponga, Redes e incluso Ubiñas. Ambos muy cercanos y separados por un collado en el que –según la leyenda- reposa un diente del diablo. Ambos pedregosos, ligeramente intrincados… y ubicados en una zona llena de agua, tranquilidad, bosque y senderos estrechos: un mix perfecto para una jornada de caminata restaurativa.
Eso sí, para contar toda las verdad conviene decir que esta ruta no es –precisamente- sencilla, sino más bien moderada: a pesar de no alzarse mucho más de los 1000 metros, supera un desnivel positivo de casi 800. Y aunque resulta asequible y en los primeros tramos se estira, posponiendo las largas cuestas por senderos que llanean, a medida que avanza va poniéndose peleona y se inclina, llevándonos en constante y modera subida hasta las mismas cimas, deambulando entre zonas de matorral tupido en los últimos metros y obligando incluso a trepar ligeramente para alcanzar ciertos altos.
No obstante, no siendo técnicamente un recorrido senderista de los sencillos, tampoco se trata de una ruta complicada, ni difícil de salvar: más bien es una excursión dulce y algo entornada que avanza sin prisa por la orilla de un río, entre bosques de roble y avellano para luego ganar metros por majadas y espesuras buscando engolarse (literal) en un alto rocoso desde el que se otean (sin exagerar) mil maravillas (y alguna más).
El punto de partida de este periplo es Espinaréu, parroquia de Piloña (a 6 km de Infiesto) muy conocida por sus hórreos y paneras. Un paseo por este lugar siempre es recomendable: muchos de los hórreos que acumula fueron restaurados en los años 90 y cuentan con dibujos (también recuperados) que son muy especiales.
Para comenzar a poner rumbo hacia el Collau Niañu (base de los dos picos que esta excursión pretende alcanzar) hay que buscar el Albergue de Espinaréu. Delante de este mismo edificio hay algo de sitio para aparcar y se puede comenzar a andar, siguiendo la carretera dirección hacia el Pedrosu.
El ramal, que sale a mano derecha en las proximidades del albergue, nos mete en el valle de la Felguerina y avanza (sin pérdida ni complicación, pasando por caserias como Raicedo y Campón) hasta recalar en El Pedrosu, pequeñísimo pueblo en el que ya casi no queda nadie.
El ambiente hasta este punto es idilíco: con el rumor del río corriendo constante, un silencio natural placentero recubriéndolo todo y la compañía, importante, de árboles autóctonos con todo tipo de envergaduras: una estampa genial para ir calentando las piernas y apagando el modo urbano, sumergiéndose en la tranquilidad natural del bosque y de la montaña.
Cuando se alcanza el Pedrosu, toca tomar una senda (apta para vehículos ganaderos y todoterrenos) que –en ascenso moderado- avanza casi un kilómetro a la sombra de más bosque. Tras ese tramo, la senda se tropieza con un cruce: hay que ir a la izquierda, dirección Collau Niañu, entrando así en el valle de Brañanueva.
A partir de aquí, el camino se entorna más, poniéndoselo algo más difícil a los pulmones y las piernas mientras se entretiene pegando revueltas. Eso sí, el ambiente ayuda e impulsa: se va ganando altura y las vistas son bellísimas mientras que, a los lados del camino, se van dejando sugerentes cabañas plantadas en medio de territorios idílicos.
Cuando hayamos dejado atrás la última de estas cabañas, un sendero estrecho que se adentra en zona de matorral nos conduce hasta el Collau Niañu, oasis de verde hierba y geniales vistas hacia el Cuera y hacia el Vízcares desde el que ya se otea el pico Niañu muy cerca.
Desde aquí, localizando un buen sendero marcado con numerosos jitos, sólo resta avanzar monte arriba unos 200 metros, poniendo la vista y dirigiendo los pasos hacia la cruz (bien visible) que corona este guapo cerro que es el Niañu, casi un montículo de piedras en medio de la espesura y –a la vez- un balcón de lujo para mirar ampliamente.
Las vistas, increíbles: Les Ubiñes, El Sueve, la Mota Cetin, los Picos de Europa, la Peña Taranes, La Llambria, el Campigüeños, el Vizcares, el Retriñón, el Estorbin de Valverde, Peña Mea… un guapo y extenso mosaico de montes y cimas picudas que hace estupenda fusión con los ondulantes valles y los largos bosques que son seña de este lugar
Para continuar, hay que retroceder unos metros (rodeando el Niaño por su cara oeste) y alcanzar así el Collau el Diente, bien cerca y bien distinguible por esa enorme roca de tonos rojizos que yace plantada en su centro y que –según la leyenda- es en realidad un diente perdido por el diablo…
La roca en cuestión (llamativa, solitaria y teñida de tonos ocre)está justo en medio del Niañu y del Pico Piedra: debemos pasar junto a ella para ir hacia este segundo destino. Incluso es posible treparla (poniendo, eso sí, cuidado) y disfrutar sentado en ella de el gran mosaico de vistas.
Siguiendo, pues, la línea del collau y tomando como referencia el Diente, para alcanzar el pico Piedra sólo queda avanzar por la cresta montañosa un poco más y luego avanzar por zona de roca y zarzales trepando ligeramente hasta recalar en la cima, marcada con jitos de piedras.
Y aunque, desde luego, alcanzar este segundo cerro llamado Piedra no es obligatorio ni imprescindible (mucho menos si lo de trepar y aventurarnos por zarzales no nos convence del todo) lo que sí es irrefutable es que desde su cumbre la panorámica se amplia, otorgando nuevas perspectivas.
Para regresar, hay que tomar la ladera al sur y –por debajo del Niañu- alcanzar el collau Niañu que ya habíamos visitado. Desde aquí, retomando el camino de subida, se empieza a bajar cómodamente de vuelta hacia El Pedrosu y, después, a Espinareu, concluyendo así esta preciosa ruta por tierras de Piloña.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Josemi Benítez
Jon Garay y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.