Una ruta desde Carabanzo a los Megalitos de El Padrún
Esta ruta dibuja un círculo por las tripas y la cresta de la sierra de Ranero, alzándose a los territorios cumbreros que dividen Lena y Aller y visitando 3 picos y un monumento funerario antiquísimo: los dólmenes de El Padrún
Ahí en los altos montunos silenciosos, en medio del cordal que separa Lena y Aller, existe un monumento histórico conocido como Cantu Les Cruces o Megalitos del Padrún: 3 dólmenes (aunque sólo se conservan dos) que fueron erigidos nada menos que 4000 años antes de Cristo y constituyen el vestigio más antiguo conocido de presencia humana en Aller. Unas estructuras de piedra muy especiales por las que pasa esta ruta.

Datos de la ruta
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Tipo de ruta: Circular
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Dificultad: Fácil-moderada
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Distancia aproximada: 19,55 km
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Tiempo aproximado: 5 horas
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Desnivel aproximado: 847 m
Pero, empecemos por el principio: aunque la ruta más común para visitar los dólmenes del Padrún suele partir de Aller, la excursión que aquí se plantea parte de Carabanzo (en el concejo de Lena), tomando la traza de la Vía Carisa y transitando por zona de palacios e iglesias viejas. Además, no va directa: sigue la estela de la sombra boscosa y sube, pasando por una atalaya de buenas vistas al valle, para continuar ascendiendo mucho más, hasta lo alto del cordal, y conquistar la cima de un par de picos por encima de los 1000 metros.
Tras eso, se encamina hacia los dólmenes y, después de visitar esa campa, se mete a bosque de hayas para bajar un trecho antes de conquistar un nuevo pico más y poner rumbo de vuelta a Carabanzo.



Sin duda, esta es una alternativa mucho más montañera para conocer los monumentos megalíticos mencionados, así como una buena vuelta (intensa, tranquila y bella) por la sierra de Ranero, ese cordal que hace de muro entre los valles lenense y allerano y que resguarda un montón de rincones (y altos) dignos de conocer y andar. En total, unos 20 kilómetros, en un recorrido circular que salva un desnivel de más de 900 menos que –no obstante- resulta muy asequible.
Las visiones montañeras (a moles como los Fontanes, Peña Rueda, el Torres, Peña Mea o –allá, a lo lejos- los Picos de Europa) completan y complementan la belleza del recorrido, conjugándose con pasos por majadas silenciosas, bosques profundos y zonas con potente etnografía asturiana.

En conclusión: que esta ruta sube a conocer los Megalitos del Padrún pero lo hace dando un rodeo de los buenos, recreándose en los paisajes tranquilos, en las cumbres del cordal, en los detalles del sitio y en respirar bien profundo ese aire montañés que baila sobre la comarca del Caudal.
Desde Carabanzo (ubicado a unos 7 kilómetros de Pola de Lena) se empieza a caminar buscando las señales de la ruta GR100.1 Via Carisa-Ruta de la Plata, por la que hay que ir durante un primer trecho.

Esta vía es una antigua calzada romana de 42 kilómetros de longitud. Comienza en León y concluye en Mieres. El monumento megalítico de los dólmenes del Padrún se encuentra aproximadamente en el kilómetro 24 de esta vía romana.
El paseo inicial pasa primero por delante del Palacio de los Faes de Miranda, impresionante edificio con vetusto escudo que data del último tercio del S. XVII y en el que es imposible no fijarse. Una joya que hoy luce prácticamente en ruinas pero que sigue guardando el porte, las piedras con memoria, que le dieron forma.

Tras el palacio, encontramos la iglesia y –sin salir del rumbo del GR- enseguida se llega a la altura de un depósito de agua y se deja el pueblo atrás, penetrando en la espesura boscosa y empezando a subir entre la tupida floresta, sin prisa y sin complicaciones, hasta el collado les Cruces, una de las muchas encrucijadas de la vía la Carisa y un lugar estupendo para contemplar las vistas hacia Aller y hacia el Gamoniteiru

Desde Les Cruces, la subida avanza –ahora ya más en dirección hacia el sur- culebreando por un camino adornado de majadas y cabañas. Tras unos 5 kilómetros de caminata, aparece el mirador de Aller, con vistas a Peña Mea y una tabla informativa que señala los puntos más destacados para contemplar.

Dejando el mirador atrás, toca ahora abandonar el camino que seguíamos para tomar una senda a mano derecha. Es un desvío amplio y se mete de lleno a subir la primera de las cimas del día: el pico Ranero, una cumbre a casi 1010 metros de altitud sobre Pola de Lena que es todo un balcón hacia las Ubiñas, el Aramo y el Monsacro.

Lo siguiente que hay que hacer es regresar a la majada, salvar alguna que otra portilla ganadera y avanzar caminando por el cordal hasta ganar, sin complicación ninguna, la cima del Cuetu Espines (también llamado Pico Cumbres): una atalaya marcada con cruz y buzón de cumbre. Las panorámicas que se veían desde el Ranero se abren un poco más aquí, encandilando doblemente.

El siguiente destino tras esta cima es la Campa Espines, hacia la cual hay que dirigirse bajando por senderos bien marcados dirección sudeste: es una campera grande, zona importante de la vía Carisa y un lugar en el que se cruzan también diversos caminos mineros de comunicación entre valles.

Hay que coger la traza del GR100.1 y tras menos de un kilómetro de caminata empezarán a aparecer las indicaciones para encontrar los Megalitos del Padrún, prácticamente a pie de camino y con la estructura muy deteriorada, casi camuflada entre las rocas. Un panel informativo cuenta todo lo necesario para entender la importancia de este sitio, de estos restos, dólmenes que ejercieron de sepulturas o de símbolos y que siguen aquí plantados más de 4000 años después, fundidos en la naturaleza por falta de conservación.

Tras la visita a los dólmenes, se vuelve al camino principal para empezar un descenso que se mete a transitar por un bellísimo hayedo. Tras un trecho no muy largo, aparece la fuente de Carabanes y –junto a ella, a ,mano derecha- un sendero que conduce, por zona cerrada de vegetación, hasta la collada de Portiellu, a los pies del pico Cerra.

La cima del Cerra desde aquí es sumamente accesible: se trata de una cresta de roca cubierta de hayas en sus laderas y agradables vistas hacia otros puntos del valle, con otras perspectivas de las mismas montañas pero otro aire y otro misterio colgado de las visiones.

Desde el Cerra, ahora sí, se emprende ya el regreso: tan sencillo que puede contarse en apenas un par de líneas. Sólo hay que volver a la fuente de Carabanés y continuar por la vía Carisa, pero en sentido inverso: con ese rumbo se regresa enseguida a Carabanzo, lugar del que partió esta excursión por estos paisajes mágicos y en el que ahora cerramos el círculo de esta bella caminata.
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