A la ermita de Trobaniello: una ruta por hayedos hasta un lugar de leyenda
Esta circular completa 13 kilómetros atravesando bosques de hayas centenarias y valles umbríos para llegar a la ermita de Trobaniello, lugar en el que confluyen historia, leyenda y buenas panorámicas montañeras
En los montes de Quirós, en lo alto de un collado, una pequeña y solitaria ermita hace las veces de cima. El pequeño templo no cuenta con una gran torre ni grandes campanas que repiquen, pero basta con verla para entender que aquí arriba, en Trobaniello, la montaña guarda algo más que silencio y paisaje.
Datos de la ruta
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Tipo de ruta: Circular
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Dificultad: Fácil
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Distancia aproximada: 12,87 km
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Tiempo aproximado: 5-6 horas
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Desnivel aproximado: 688 m
Dicen que en estas montañas se apareció la Virgen, que los muros de esta ermita protegieron reliquias que viajaban hacia la Cámara Santa de Oviedo en tiempos convulsos… y que mucho antes de la ermita, en el truebanu de un árbol de este lugar se resguardó la imagen de una santa, para protegerla. De ahí su toponimia, con alusión a ese árbol pero también al carácter de arca de este bello rincón montuno: guardián de historias, memorias y símbolos del lugar.
El sitio, desde luego, está lleno de magia. Un paso de montaña de aires sacros que se levanta a más de 1500 metros de altura, vestido de tranquilidad y naturaleza. Y un poco más abajo de ella, regada con su misma energía, una majada homónima, tan especial y con tanta leyenda como la ermita.
Pues bien, esta ruta asciende hasta la ermita de Trobaniello, permitiendo disfrutar del bello camino con la curiosidad de un niño y el deleite de quien saborea un manjar inesperado. El sendero hacia el templo se convierte en un reguero de descubrimientos paisajísticos y rincones de honda belleza: desde el paso por bosques de hayas centenarias a collados de altura con buenas vistas y valles profundos y umbríos que parecen susurrar historias antiguas.
Un paseo senderista intenso a través del cual se siente la energía telúrica que trasmiten estas montañas: una especie de mundo aparte que invita a detenerse, observar y dejarse maravillar.
Relativamente sencilla y sin pasos técnicos complicados, la ruta aquí propuesta suma unos 13 kilómetros en total, formando un recorrido circular que salva aproximadamente 700 metros de desnivel positivo.
Un itinerario accesible para quienes disfrutan del monte y de los paisajes, donde cada tramo ofrece nuevas perspectivas del bosque, del valle y de la montaña, haciendo que el esfuerzo de la subida merezca la pena en cada instante.
Descripción de la ruta a la ermita de Trobaniello:
Se parte de Les Garrafes, una zona con pequeño aparcamiento a la que se llega desde Ricabo por buena pista de tierra. Desde aquí comienza la ruta, primero siguiendo a pie un tramo de pista para, enseguida, entrar de lleno en un precioso bosque de hayas.
La subida es ligera: por un camino bien marcado y bajo esa penumbra mágica que emiten las hayas, el sendero avanza sin prisa recreándose en la sensación de tranquilidad que proporciona el entorno. Tras un trecho, se alcanza un cruce en la espesura: hay que ir hacia la izquierda, en busca del valle de la Foix.
El sendero continua por bosque, jugando ahora a saltar las hendiduras dejadas por un reguero de agua que atraviesa la espesura. En este tramo, aparecen unos cuantos puentes de madera: están medio derruidos y contribuyen a agudizar la sensación de tiempo parado que este hayedo ofrece.
Todo tiene un aire vetusto, mágico, paleolítico... como si fuera de aquí no existiera el asfalto, la prisa, los tanques de guerra o la alta velocidad.A medida que avanzamos, el hayedo se vuelve más profundo y solemne. El sendero es claro y la única dificultad consiste en seguir subiendo, rodeados de troncos centenarios que filtran la luz y dibujan un ambiente casi sagrado.
A medio bosque, la pendiente se acentúa y la senda comienza a serpentear, sin abandonar el refugio del hayedo. Poco a poco, la subida va sacando del bosque, aproximandose a una zona de paredes de roca atavaida con una fuente. He aquí un punto de transición: toca abandonar la protectora cúpula arborea y lanzarse a los senderos altos del valle.
El destino ahora es el collado la Expriecha. Para poner rumbo al mismo hay que tomar el sendero a la derecha, que avanza a media ladera. El bosque va quedando atrás, pero no el aire bucólico que envuelve todo el paisaje. Al tiempo, las vistas panorámicas se amplían, deleitándose en la reconocible silueta del Ferreirúa. El ascenso hasta el collado es plácido, lleno de buenas visiones y sensaciones.
Tras conquistar el collado, el sendero avanza bajando. Hay que descender y cruzar al lado opuesto para coger una pista que viene del Puerto Ventana. Siguiendola se llega a la ermita de trobaniello, a 1520 metros de altura.
Esta es hoy la cumbre del día. Y da gusto sentarse en ella: la solitaria y modesta ermita se enclava en medio de un paisaje bucólico, como un faro pétreo levantado para guardar las leyendas, misterios y anhelos más secretos de estos montes. A su alrededor se despliegan cumbres, bosques muy viejos, cabañas gastadas, magia, memoria…
Pero la magia, la tranquilidad y la memoria no concluyen en este recodo sacro en el que se yergue la ermita. Tras el placentero descanso junto al pequeño templo la caminata pone ya rumbo de vuelta, siguiendo un sendero que alcanza un nuevo collado, con un camino marcado como GR.
Continuando por ese camino enseguida se llega a otro lugar lleno de magia, memoria y aires bucólicos: la majada de Trobaniello. Empozada y bella como ninguna, rodeada por hayedos, silenciosa, con carga telúrica… otro recodo montuno digno de visita, respeto y devoción que guarda tanta leyenda como su vecina ermita.
Tras disfrutar de la visita a la majada, toca reanudar la marcha: hay que girar a la izquierda para entrar en el bosque y retomar el avance por pista, ya de regreso al punto de salida. En diferentes tramos del camino se van apareciendo cruces con pequeñas sendas que atajan, cruzando el bosque por el medio.
Todo lo que resta es, pues, bajar, disfrutando del envolvente ambiente que los árboles regalan hasta alcanzar de nuevo la zona de Les Garrafes, en la que concluye esta preciosa ruta.
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