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Cumbre del pico Cuetón, cima que alcanza esta ruta por territorios de Picos de Europa, con maravillosas y privilegiadas vistas hacia el macizo Central (Los Urrieles).
Rutas de montaña por Asturias: Cabrales

A la majada de Ondón y al picu Cuetón: una travesía por paisajes de pulso salvaje

De Camarmeña hasta la majada de Ondón hay menos de 3 kilómetros, pero una subida importante. El esfuerzo eleva a una vega bellísima sobre la garganta del Cares. Desde ahí, si se sigue subiendo, se alcanza el Cuetón, un balcón natural privilegiado a los 3 macizos de Picos

Viernes, 20 de junio 2025

En el oriente de Asturias, en medio de un paisaje compuesto de caliza, verticalidades e infinitos verdes, se alza el pico Cuetón: una cima con mucho carácter situada en un territorio pastoril inolvidable.

Datos de la ruta

  • Tipo de ruta: Circular

  • Dificultad: Hasta la majada de Ondón relativamente fácil. Hasta el Cuetón moderada

  • Distancia aproximada: 12,46 km

  • Tiempo aproximado: 8 h

  • Desnivel aproximado: 1300 m (hasta Ondón 900)

Con sus 1.653 metros, El Cuetón no disfruta de la misma fama que las grandes moles del macizo central, pero guarda algo que muchas de ellas ya han perdido: una mezcla de aislamiento, rudeza y belleza intacta; así, coronar su cima supone una subida dura, pero también una travesía única a través de territorios que guardan un pulso salvaje.

Situado en el concejo de Cabrales, el Cuetón ofrece una panorámica amplia y espectacular de Picos: todo un mirador natural extraordinario en el que el tiempo parece suspendido y el relieve, inmenso, da la sensación de desplegarse en capas. En primer plano, el Macizo Central: colosal y bellísimo; flanqueado a ambos lados por el Occidental y el Oriental, que no le van a la zaga en bellezas.

La ruta que -desde Camarmeña- recala en Ondón y luego en el Cuetón es dura pero también distinta, potente y salvaje: un recorrido por recodos de pastores y canales pindias que deja huella.
Imagen principal - La ruta que -desde Camarmeña- recala en Ondón y luego en el Cuetón es dura pero también distinta, potente y salvaje: un recorrido por recodos de pastores y canales pindias que deja huella.
Imagen secundaria 1 - La ruta que -desde Camarmeña- recala en Ondón y luego en el Cuetón es dura pero también distinta, potente y salvaje: un recorrido por recodos de pastores y canales pindias que deja huella.
Imagen secundaria 2 - La ruta que -desde Camarmeña- recala en Ondón y luego en el Cuetón es dura pero también distinta, potente y salvaje: un recorrido por recodos de pastores y canales pindias que deja huella.

Eso sí, conviene tener muy claro que la ruta al pico Cuetón no es un paseo sencillo, ni un periplo senderista de los que se recorren sin esfuerzos: coronarlo supone una subida dura, un desnivel importante en muy poca kilometrada. Un reto montañero, lleno de recompensas emocionantes y paisajes increíbles, para el que conviene reservar un día completo y dosis extra de energía.

Vistas hacia el macizo de los Urrieles desde los altos del pico Cuetón.

Sin embargo, no es necesario llegar hasta la cima del Cuetón para que esta ruta deje una huella profunda. En el camino a esta cima se visita un lugar que –per se- ya es un destino de los que dejan huella: la majada de Ondón, una vega bellísima suspendida entre dos canales que supone un perfecto balcón natural hacia la garganta del Cares.

canal de les Bobies, uno de los pasos pedregosos, intrincados y pindios que conducen hasta el Cuetón.

El ascenso hasta esta majada es ya una excursión intensa: en poco más de dos kilómetros y medio se salvan cerca de 900 metros de desnivel. Una subida constante, directa, que no da tregua pero tampoco deja de recompensar con panorámicas y perspectivas que roban el corazón y quitan el aliento.

Majada de Ondón, un lugar con mucha fuerza, ubicación maravilla y vistas generosas al macizo occidental.

Ondón es uno de esos lugares que rebosa magia dentro de los Picos de Europa. Un sitio profundamente apartado, recogido entre peñas, cargado de belleza y de calma y asomado a un paisaje que sobrecoge. Su ubicación aislada y de altura, junto con sus cabañas de piedra, la soledad del paraje y el silencio (solo roto por las aves y por el viento) hacen de esta preciosa vega un destino en sí mismo.

Llegando a la majada de Ondón.

En definitiva, que esta ruta sube al Cuetón pero también se detiene en Ondón: ambos son destinos perfectos para una excursión de día completo intensa, prospectando los Picos de Europa. Un recorrido empinado, atravesando canales, majadas y paisajes agrestes, que también es un viaje inolvidable; una travesía en la que se siente, muy vivo, el pulso salvaje de estas montañas.

Mirando hacia el trazado de la ruta del Cares y, más allá, hacia la majada de Ostón.

Parte 1 de la ruta: de Camarmeña hasta Ondón

La ruta comienza en el mirador de Camarmeña, un balcón natural con vistas al impresionante valle del Cares. Desde aquí, una senda bien señalizada se adentra en la vegetación y asciende suavemente al principio. Pronto, el terreno se empina y la pendiente se vuelve constante y exigente.

Vistas al pico Urriellu desde el mirador de Camarmeña.

A poco más de un kilómetro, la senda pasa junto a una cabaña aislada, donde se abandona momentáneamente el camino principal para tomar un sendero más directo que conduce a la cabaña conocida como La Rasuca. Este tramo es un aperitivo de lo que vendrá: terreno rocoso, vegetación espesa y la sensación de adentrarse en una montaña que todavía se resiste a los pasos humanos.

Vistas desde los restos de la cabaña conocida como Raxuca.

Desde La Raxuca, la senda vuelve a unirse con la principal y continúa ascendiendo hasta la base de la Canal de les Bobies, una angosta y empinada garganta que marca el inicio del tramo más duro. Aquí el terreno se estrecha, las paredes de roca se alzan y el ascenso se convierte en un esfuerzo concentrado. La pendiente no afloja, pero las vistas al Valle de Cares y los macizos vecinos acompañan y motivan.

Subiendo la canal de Bobies.

Al superar esta canal, el camino se abre hacia la verde pradería en la que se encuentra la majada de Ondón. Llegar hasta aquí ya supone haber ganado unos 900 metros de desnivel en poco más de 2,5 kilómetros, un esfuerzo considerable que convierte a Ondón en un lugar especial: un refugio suspendido en el tiempo y la montaña.

Majada Ondón.

De Ondón a la cima: un último tramo de pura montaña

Tras respirar con pausa toda la magia y leyenda que se imagina y se siente estando en la majada de Ondón, toca seguir camino. A partir de este punto el terreno se empina fuertemente, poniendo a prueba los músculos y la paciencia.

Sobre la majada, en la roca que hace de muralla a las cabañas, se abren dos canales: la de la izquierda, más estrecha y desafiante, remonta rumbo hacia los altos directa. Una trocha pedregosa que exige atención, pero a cambio regala panorámicas inéditas del valle y las montañas.

Ondón y las dos canales de subida por las que avanza el camino hasta el Cuetón.

Casi al final de la canal, a la derecha, aparece una cueva y (un poco más arriba) el camino se abre, convirtiéndose en una senda difusa que asciende hacia el cordal.

Así, se toma ahora otra zona de canal larga: zigzaguea hacia arriba cruzando varias cotas y pequeñas collados antes de plantarse en la cima del Cuetón (marcada con un piolé de cumbre), un lugar en el que el tiempo parece detenerse, o trascurrir a otro ritmo. Un palco de lujo para observar la inmensidad circundante.

Cima del pico Cuetón mirando hacia el macizo central.

Desde aquí, el Urriellu, con su perfil afilado, parece casi al alcance de la mano, dominando el macizo Central. A ambos lados de este se abren el occidental, agreste y pedregoso desde esta perspectiva; y el oriental, que desde aquí se vislumbra vestido de verdes primaverales. Mientras, a lo lejos, la Sierra del Cuera y el Sueve nos recuerdan la cercanía del mar Cantábrico, que asoma tímidamente en el horizonte, tan cerca y a la vez muy lejos de Arenas de Cabrales, población que se vislumbra a vista de pájaro, diminuta comparada con el Turbina.

Vistas hacia Arenas de Cabrales.

Descenso: vuelta por Pregüeles y Los Collaos

Tras reponer fuerzas en la cima y deleitarse con las vistas, se inicia el descenso: puede usarse la misma canal de subida o la otra, casi pegada a ella pero más a la derecha. Ambas son empinadas, pasos con aires de verticalidad muy típicos de Picos; las dos recalan de nuevo en Ondón.

Hay que atravesar la majada hasta su zona baja, para empezar a andar por un paisaje de praderías inclinadas y muros de piedra que parecen susurrar ecos de historias de pastores.

En el descenso desde el Cuetón hacia Pregüeles los restos de cabañas y las trazas de pastores se suceden constantemente.

La bajada es larga: transita junto a cabañas dispersas y se extiende, como una goma. Al fondo, muy abajo, se vislumbra una zona de cabañas y corros de piedra: es Pregüeles, campa colgada sobre el valle del Cares hacia la que hay que avanzar, paso a paso, cuesta abajo por un terreno de contrastes y colores impresionantes.

Una vez en Pregüeles, conviene detenerse a descansar, admirando los restos de cercados y el paisaje circundante mientras se toma un aire que sabe a libertad y silencio profundo. Este lugar, inhóspito y poco frecuentado, fue un refugio para los pastores y el ganado más arisco, un rincón que ellos llamaron hogar en medio del aislamiento y la inmensidad de estas montaña.

Llegando a Pregüeles.

Desde aquí, se avanza ahora por una trocha clara que desciende decidida hacia la zona de Los Collaos, atravesando zonas de arisca piedra y praderas inclinadas. El sendero, a veces difuso, requiere cierta atención pero a cambio recompensa con nuevas perspectivas hacia el Cuetón y el camino recorrido.

La senda se difumina en el último tramo, perdiendose por un terreno en el que el verde y la roca se entremezclan.

Finalmente, tras cruzar algunos muros de piedra a través de pasos naturales, el camino se vuelve más claro y conduce a un tramo de pista. Sólo resta seguirlo: baja suavemente hasta el aparcamiento en Camarmeña, punto en el que se inició (y en el que ahora concluye) esta travesía por los Picos de Europa.

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