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La cresta que une Peña Subes y el Sen de los Mulos es un paso espectacular, lleno de subes y bajas y con espectaculares vistas a ambos flancos. M.LL
Ruta a Peña Subes y el Sen de los Mulos desde Viboli
Rutas de montaña en Asturias: Ponga

Ruta a Peña Subes y el Sen de los Mulos desde Viboli

Una estrecha cresta, a modo apéndice de roca, une a Peña Subes y al Sen de los Mulos, dos cumbres imprescindibles del Parque Natural de Ponga. Esta ruta camina esa cresta y corona ambas cimas, dibujando una circular muy entretenida, salvaje y bella

Viernes, 2 de mayo 2025, 18:06

El Sen de los Mulos, a 1505 metros de altura y en pleno Parque Natural de Ponga, es una preciosa balconada montuna en la que sentarse a disfrutar del ondulante e hipnótico paisaje que envuelve esta reserva de la Biosfera por los cuatro costados.

Datos de la ruta

  • Tipo de ruta: Circular

  • Dificultad: Dificil (por el tramo de cresta y por el fuerte desnivel)

  • Distancia aproximada: 11,75 km

  • Tiempo aproximado: 6-7 horas

  • Desnivel aproximado: 775 m

Aquí, en esta cumbre intrincada, el tiempo parece detenerse, dejando que moles como el Pierzu, el Carriá o las principales montañas de los Picos de Europa reinen en primera fila, mientras que el cercano e inmenso bosque de Peloñu se extiende a los pies aportando una melodía primitiva, arrulladora y húmeda, a la atmosfera circundante.

Para llegar a esta cumbre hay varios caminos: el más popular, clásico y sencillo parte de la collada de Les Bedules cruzando la enorme Viesca de Peloñu, tan bella que debería pisarse -al menos- una vez en la vida. Pero el que aquí se narra no va por ahí: esta circular corona antes otra preciosa e impresionante montaña pongueta, de las que quitan el hipo: Peña Subes. Y a través de la cresta, avanzando por una especie de estrecho apéndice de roca colgado de los aires mismos, llega hasta el Sen de los Mulos.

¿Es una ruta sencilla? No, no lo es. Aunque para ser justos tampoco puede decirse que sea excesivamente complicada. En realidad, subir hasta Peña Subes y al Sen de los Mulos desde Viboli no deja de ser un circuito montañero interesantísimo, lleno de cuestas, canales y bosques mágicos, cuya mayor complicación es el desnivel a salvar y el recorrido de cresta, en el que, además de la importante caída a ambos lados del camino, hay que apoyar las manos en algunos tramos.

Mirando hacia los Picos de Europa desde lo más alto del Sen de los Mulos. M.LL

¿Es una ruta increíble? Lo es. Al menos, si se busca un ambiente de montaña, tranquilo, sereno y silencioso, en el que reine el ambiente de bosque, el ruido de pisadas sin cemento, las buenas vistas, los aires limpios… Ponga nunca defrauda: es un territorio mágico y encantador para cualquier caminata. Y esta circular –con salida y llegada en el bellísimo pueblo de Viboli- está aliñada con todos esos detalles, únicos, salvajes y singulares, que hacen tan especial a este rincón montuno de Asturias.

Otra mirada al tramo de cresta que une Peña Subes y el Sen de los Mulos: un paso de altura complicado que debe recorrerse con seguridad y precaución. M.LL

A tener en cuenta: en caso de nieve, hielo, aire o agua, mejor dejar la cresta para otro día. Puede ser peligroso. También es importante remarcar que la cresta es mejor hacerla siempre en el sentido que aquí se narra, nunca desde el Sen de los Mulos hacia Peña Subes, ya que es mucho más complicada.

Subiendo hacia Peña Subes.

Por lo demás, el circuito se desarrolla por caminos jitados o marcados con pintura y postes: toda la complicación más allá del tramo aéreo de cresta es salvar el fuerte desnivel que el camino pone por delante. Para la vuelta, compensando la subida llena de esfuerzo y adrenalina, la ruta regresa a Viboli alternando tranquilas colladas y majadas, pastos amplios, guapos bosques y caminos buenos.

Descripción de la ruta por Ponga: Viboli-Peña Subes-Sen de los Mulos

La ruta ya parte de un recodo especial de este mágico lugar que es Ponga: la aldea de Viboli, un rincón rural cargado de etnografía y detalles únicos que se ubica en medio de salvajes bosques, en lo alto de una foz, aislada del mundanal ruido y de la vida acelerada.

Desde Viboli, se empieza a andar. Se puede dejar el coche en las inmediaciones de la aldea o en un pequeño aparcamiento antes de llegar al pueblo. De cualquier manera, los primeros metros van por la sinuosa carretera que viene hasta aquí, caminando unos cuantos pasos antes de coger un sendero que sube a mano derecha e inicia la Llomba de los Reboyos.

Cruce en el que se inicia la Llomba de los Reboyos. M.LL

La llomba de los Reboyos es un estrecho camino, empinado, que sesea por las tripas del bosque y proporciona una primera etapa de ruta fresca y preciosa, caminando entre viejos robles y en absoluto silencio, con un profundo aroma a tierra y relente y una paleta de colores que encandila el ánimo y el alma.

Tras superar esta cuesta por el apretado bosque, siguiendo marcas de pintura y montículos de piedra, se llega al final del camino y se toma un estrecho sendero que se abre a mano izquierda: es el inicio de la guapísima canal de Bodiellu, que se estira hacia arriba presumida, poniendo a prueba las piernas.

Mirando atras desde la canal de Bodiellu.

A través del pasadizo inclinado que es la Canal de Bodiellu se llega hasta el Collau Parea, una especie de «descansillo» con mucho encanto y buenas vistas hacia el Desfiladero de los Beyos desde el que se siente latir, muy fuerte, el corazón mismo de estas tierras.

Desde este punto, la excursión continúa a media ladera, dando un pequeño descanso a las piernas en un tramo relajado que va ganando altura de forma lenta y sin complicaciones hasta llegar a la majada de Miesca, una amplia y guapa campera que luce en su centro una solitaria cabaña.

Majada Miesca.

En este punto es importante detenerse: al fondo de la majada, escoltada por dos tramos de bosque, se distingue una lengua de hierba que asciende hacia los altos. Hay que subir por ahí. La llaman la cuesta Ceñal y por ella se alcanza la collada Ceñal, base para empezar a subir hacia los altos de Peña Subes.

Para poner rumbo a esta primera cima, hay que ir hacia la derecha en la collada, empezando a caminar hacia la gran cruz que corona la larga cresta. Es todo para arriba, dibujando zigzags y coleccionando pasos hasta que se toca, por fin, el cielo de Peña Subes, unida al Sen de los Mulos por un apéndice de roca intrincado que –desde aquí- semeja una enmarañada pasarela descolgada.

Altos de Peña Subes, mirando hacia el Sen de los Mulos. M.LL

De nuevo, conviene recordar que este paso es el más peligroso del día. Desde la enriscada cumbre que es Peña Subes se aprecia perfecta la complicación que supone cruzar por aquí: la caída a ambos lados es acusada en algunas partes, muy aérea, y hay ciertas zonas en las que va a haber que apoyar las manos. Si no lo viésemos claro, mejor voltearse, regresando hasta Viboli por el camino ya andado.

Si nos vemos con ánimo (y la seguridad suficiente) para cruzar desde Peña Subes al Sen de los Mulos, hay que caminar la cresta: se trata de ir salvando obstáculos. A veces rodeando grandes piedras y dibujando subes y bajas para hallar el camino más fácil. Otras, haciendo uso de las manos, en un avance ralentizado que pone corazón y adrenalina a funcionar ampliamente mientras alrededor el paisaje, a vista de pájaro, impresiona.

Tras avanzar un pequeño gran tramo, se llega a un punto clave de la cresta: el Duernón de Entrepeñes, una enorme y herbosa piedra que hay que rodear por su lado izquierdo, buscando los caminos más seguros. Una vez quede atrás, se retoma lalínea de cresta un pedazo más para terminar pisando el Sen de los Mulos, una de las más bellas cumbres de esta maravilla que es Ponga, con estupendísimas vistas para disfrutar un buen rato

Cima del Sen de los Mulos.

Es hora de relajarse y disfrutar del paisaje. La vuelta desde este alto será mucho más tranquila: hay que bajar por pradería, recalando en primer lugar en la majada Tolivia. En este punto, encontramos señales claras del PR y, siguiéndolas, se alcanzan enseguida, seguidas y sin problemas, la collada Llampera, el Valleyón y la Collada Viances.

Collada Viances.

Ya queda menos: en la última collada se gira a mano izquierda para coger una pista que avanza cuesta abajo y recala en la collada Grancenu. Aquí, el sendero gira ahora a mano derecha para internarse en un tramo de precioso y tupido bosque por el que se llega a la majada Brañey. Desde ella, por ancho y claro camino, se llega directamente a la carretera de Viboli, cerrando así este interesante, duro y especial periplo por los recodos más salvajes de la siempre guapa tierra de Ponga.

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