Ruta por el PR PNPE-28: un paseo por el macizo oriental entre caliza y verde
Esta ruta, sencilla y preciosa, recorre en círculo un buen tramo del macizo de Ándara. Un paseo que asciende entre caliza para bucear hayedos inmensos, valles de lobos y majadas de cuento
He aquí una ruta de esas que tienen estrella. Un periplo sencillo, apto para toda la familia, que sin apenas dificultad traza un círculo que transita del verde a la blanca caliza, y viceversa. Una ruta que camina por el más oriental de los tres macizos de Picos de Europa buscando la sombra, la protección y la magia de los cientos de hayas que componen Valdediezma, un bosque precioso y fascinante a los pies de icónicos montes como el Macondiu o el Boru.
Datos de la ruta
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Tipo de ruta: Circular
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Dificultad: Fácil
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Distancia aproximada: 16 km
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Tiempo aproximado: 6 horas
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Desnivel aproximado: 650 m
No hay cima: sólo un circuito. Una excursión que parte del jitu escarandi y sube enclavada por senda clara hasta el refugio de Andara, casetón minero enclavado en un mundo mineral desde el que se toma un camino que en suave descenso se interna en el bosque.
Tampoco hay pérdida: el recorrido propuesto avanza, sin salirse, por una ancha pista; siguiendo las marcas amarillas y blancas del PR PNPE28.
Todo lo que hay que hacer es dejarse llevar, disfrutando del ambiente, de las cuidadas majadas, del ganado que pasta, del agua helada que brota de las fuentes y abrevaderos…del enorme y plácido bosque que –a ambos lados del camino- se extiende, frondoso y caleidoscópico, exhalando una especie de murmullo vegetal que es como una canción de cuna, relajante y liviana.
Estamos en los límites entre Asturias y Cantabria: en territorio puro de Picos de Europa; otro mundo. Aquí el sol calienta más fuerte, las piedras brillan y destilan destellos blancos de diamante, el verde es más intenso, más clorofila… y el silencio, como de lugar sagrado, se extiende desde el mismo suelo, rozando las ramas enredadas antes de echar a volar en busca de las cimas puntiaguadas, ariscas y enormes que se alzan alrededor.
Todo es distinto en Picos. Y este sendero, sencillo y sin apenas desnivel, es como una especie de pasadizo tranquilo que completa una vuelta –hermosísima y accesible- por terrenos de alta montaña inmensos y encantadores.
Ruta PR PNPE28: del Jito de Escarandi al Casetón de Ándara y regreso por el Monte de la Llama y Valdediezma.
Esta ruta comienza en Sotres. Desde aquí, una carretera estrecha pero en buen estado asciende por unos tres kilómetros hasta el Jito de Escarandi (1.300 m). El trayecto puede hacerse caminando o en coche; es breve y muy panorámico, ofreciendo ya un primer contacto con el entorno del macizo oriental de los Picos de Europa.
En el collado del Jitu hay un aparcamiento habilitado y un panel informativo de la ruta.
Comenzamos a caminar por una pista ancha que asciende de forma constante entre praderas y majadas tradicionales. Cabañas de piedra y pastos verdes se alternan con zonas más pedregosas, siempre acompañados por el perfil inconfundible de las cumbres calizas.
La subida, sin apenas desvíos ni dificultades, lleva directamente al Refugio Casetón de Ándara (1.775 m), enclavado en un paraje rocoso. Aquí se puede rellenar agua en la fuente y hacer una breve pausa, aprovechando para conocer la historia de este lugar, que fue un activo núcleo minero entre 1859 y 1975, especializado en la extracción de zinc. La actividad fue tan intensa que provocó la desaparición del antiguo lago de Ándara. Restos de raíles, vagonetas y bocaminas recuerdan ese pasado industrial.
Desde el refugio, hay que seguir la pista que avanza a la izquierda, comenzando ya un descenso ligero y con vaivenes.
El camino, amplio y de pendiente suave, avanza con enormes paredes calizas a la derecha y, al otro lado, un mar verde de bosques, majadas y pueblos en la distancia. Enseguida, el paisaje se va cerrando mientras el sendero se adentra en el Monte de la Llama, transitando por el medio de un bosque profundo y bellísimo que ofrece sombra y frescor.
Es un tramo tranquilo, en el que apenas se ven personas, dominado por el silencio y el recogimiento de este bosque viejo. Los árboles forman una elegante y redonda cúpula que tapa por tramos el cielo. El ambiente encandila. El camino avanza sin esfuerzo.
Tras un buen trecho por recodos boscosos se alcanza Vao de los Lobos, un collado con fuente y cruce de caminos. Su nombre, de fuerte carga toponímica, evoca un tiempo en el que estos parajes eran territorio habitual de lobos y punto de paso para la caza o el control del ganado. Desde aquí se toma la pista que baja a la izquierda hacia el Hoyo del Tejo.
El paisaje se vuelve especialmente llamativo: majadas aisladas, cabañas y praderas se esconden en grandes depresiones del terreno, auténticos anfiteatros naturales rodeados de montaña.
Poco a poco, el camino nos conduce al hayedo de Valdediezma. El cambio de ambiente es inmediato: un bosque bellísimo y muy verde, donde conviven grandes hayas blancas con ejemplares jóvenes que se alzan hacia la luz. Avanzamos alrededor de una hora por este tramo, siempre por pista ancha y sin pérdida, envueltos en la quietud del bosque.
Al salir del hayedo, hay un tramo de pista abierto con vistas a majadas empozadas, vistas a Tresvisu, vistas a picos y montes inmensos… es un tramo que ya va en busca del jitu Escarandi, trazando una larga curva que asciende de manera muy ligera. Finalmente, se alcanza la Majada del Hoyo del Tejo, situada en el fondo del valle
Desde aquí solo queda el tramo final: una subida algo exigente que gana altura de forma constante hasta devolvernos al Jito de Escarandi, donde cerramos el círculo de esta ruta variada y llena de contrastes por el macizo de Ándara.