«Después de la piragua el tren es lo mejor»
Aniversario. El Tren Fluvial cumplió ayer 75 años con el ambiente de siempre y la fascinación de quienes asistían por primera vez al Descenso
PABLO SUÁREZ
Domingo, 7 de agosto 2022, 16:35
Doce coches y dos furgones con capacidad para 500 pasajeros conforman una de las tradiciones más especiales del día del Descenso. Ayer, entre gritos, risas y un ambiente contagiador, el conocido como Tren Fluvial, un convoy que avanza de forma paralela al desarrollo de la competición, cumplió 75 ediciones demostrando eso de que «después de la piragüa, el mejor sitio para disfrutar del Sella está en los vagones». Un recorrido que poco o nada tiene ya que ver con el de los primeros años, pero que continúa manteniendo la magia que da el sentir una carrera mítica de una forma privilegiada. «Antes esto era un tren de venir de doblete a seguir la juerga. Ahora es otra cosa más familiar y turística pero que mantiene su encanto», explicaban Paloma Lena y Teresa Martínez, veteranas de una cita que, aseguran, «es la más importante de Asturias». Subidas en el vagón y sin perder ojo a lo que sucedía en el río, las riosellanas se emocionaban ayer al recordar sus primeros años en el convoy. «Ha habido muchos cambios y cada vez es menos típico. Lo que sigue siendo es el mejor sitio para ver la llegada», resumían.
Las ventajas del plan son evidentes: presenciar la prueba en primera línea, con todo tipo de comodidades y sin por ello dejar de sentir un ápice del ambiente que hace del Descenso una fiesta diferente. «Vas muy cómoda y vas viendo lo que pasa en el agua, con la gente animando desde los vagones. Es un día que sigue emocionando», afirmaba Chusa Valdés. Sentada a su lado, su amiga Aurora Ruiz, natural de Cantabria y para quien el de ayer era su primer Descenso, asistía incrédula al espectáculo. «Reconozco que he llorado. Todavía tengo un nudo en el estómago. Me ha parecido muy emocionante», explicaba sobre un momento, el de la salida, tras el que todos los pasajeros fueron corriendo a la estación de Arriondas para iniciar el trayecto. Entre esos centenares de personas, historias de todo tipo. Mientras que algunos, como Ruiz, asistían por primera vez a la cita con las piragüas, otros aprovechaban el Tren Fluvial para descubrir una cara nueva de la fiesta. «Soy ferroviario y me ha tocado muchos años cubrir este trayecto, pero nunca había venido como pasajero. No solo no nos ha defraudado sino que el año que viene repetimos seguro», comentaba Pelayo Lobo.
A medida que se acercaba el final de la prueba, la tensión también se hacía notar entre los pasajeros del tren. Miradas, cánticos y un claro favorito: Walter Bouzán, héroe local para pequeños y mayores y que ayer se quedó a centímetros de alzarse con su noveno triunfo en las aguas del Sella. Muy pendiente de esa disputa por la primera posición, Lucas Chao, de 14 años, se pegaba todo lo posible a la ventana del vagón como intentando enviar fuerza desde la distancia. «Es la primera vez que vengo. Quería ver el ambiente y el recorrido porque, en un par de años, me gustaría competir», explicaba este joven piragüista gallego al que su tío, por el cumpleaños, decidió regalarle la experiencia de ver la prueba desde el tren. «Habíamos visto muchos vídeos en internet y la verdad es que no defrauda»,apuntaba.
En el mismo vagón, apenas una fila más adelante que Chao y su tío, Pawel Gatjek no daba crédito a lo que estaba viviendo. «Esto es un ambientazo. Me dijeron que la primera vez era aconsejable venir en el tren y no se equivocaron», reconocía este médico polaco, trabajador del Hospital de Arriondas desde el mes de enero. «Si antes ya no tenía dudas, ahora lo tengo claro: he encontrado el sitio en el que quiero vivir», aseguraba, incapaz de contener la emoción. Si bien cada pasajero ponía atención sobre un aspecto diferente, todas las personas que ayer se subieron al Tren Fluvial coincidían en destacar una misma cosa: lo sano del ambiente. «La combinación entre fiesta, competición y trenes es perfecta. Supera con creces cualquier tipo de expectativa», aseveraba Agustín Luna, que vino desde Comarruga (Cataluña) para asistir a su primer Descenso.
Es precisamente esa combinación, la de neófitos y veteranos disfrutando en conjunto de una cita única, la que hace del Tren Fluvial una experiencia difícil de superar. 75 años después de arrancar por primera vez y tras dos años detenido por la pandemia, el convoy del Sella hizo ayer una nueva parada en Ribadesella con la esencia intacta.