«Esta es la mejor fiesta del mundo»

En Arriondas ayer se respiraba folixa por todos sus rincones, desde primera hora de la mañana. Por sus calles, se mezclaban los que todavía no se habían acostado con los madrugadores que se lanzaban a la fiesta porque no querían perderse ni un segundo del desfile ni de la salida del Descenso Internacional del Sella. Era el caso del riosellano Ramón Cerra, ataviado para la ocasión como el rey de Inglatera, Carlos III. «El año pasado vine de Isabel II y, como ella ya murió, me decidí a venir del hijo», se reía. «Yo antes no me disfrazaba, pero, a raíz de la pandemia, me pareció que teníamos que hacer algo especial y, la verdad, es que fue todo un éxito porque me hacen fotos cada dos pasos», prometía.

Y, muy cerca de él, miraban hacia el río José Hernández y toda su familia, recién llegados del sur de Argentina. «Esta es la primera vez que venimos nosotros, pero mi suegro viene siempre porque compite», explicaba, sorprendido al llegar a Asturias y encontrarse «una fiesta tan linda en una tierra tan hermosa y con tan buen clima».

Todo era bueno ayer en Arriondas, en Ribadesella y también en San Juan de Beleño (Ponga), de donde acababan de llegar para la fiesta María González y Clara Hernández. «Venimos a disfrutar de la mejor fiesta del verano», decían, al tiempo que prometían que estarían de jarana «hasta que el cuerpo aguante».

Ese mismo plan lo tenían las riosellanas Salomé Losa y Marta Corte, quienes llevaban de fiesta «desde el martes», confesaban. «Somos vieyes, pero hoy no vamos a parar porque esta es la mejor fiesta del mundo», clamaban, antes de aclarar que lo saben bien porque están «muy viajadas», bromeaban.

Esa marcha de la que ellas hacían gala la tenía también el gijonés Pedro Jiménez, quien confesaba que llevaban «cuatro días de fiesta, por eso, nos ponemos las gafas de sol», se reía.

Había otros, sin embargo, que estaban más enteros como Aurora y Arturo, que recorrían las calles vestidos de aldeanos. «Nos regalaron unos amigos los trajes y, decidimos ponérnoslos», contaban, mientras prometían que el Descenso es «impresionante, lo pasamos muy bien».

Esa diversión se repetía en el grupo de Ander García y Ángela Rodríguez, dos madrileños que disfrutaron del Sella vestidos de novios. «Nos casamos este año y nos han liado a ponernos esto», decían, antes de confesar que les estaba pareciendo «una fiesta muy guay».

No eran los únicos que habían llegado a la ribera del Sella disfrazados. A muy pocos metros de ellos, otro fiestero, Mario Ampudia, se había sumado a esta moda. «Yo vengo siempre disfrazado. El año pasado vine de peruano y este, de chica guay», contaba, antes de reconocer que lleva «treinta y ocho años viniendo a esta fiesta».

Él es todo un veterano del Descenso y de Piraguas, mientras que la murciana Isa Ruiz era novata en este menester. «Es la primera vez que venimos y traemos a una amiga de despedida de soltera», contaba, vestida como una guardaespaldas. «La novia viene de jeque y somos su seguridad», se reía antes de asegurar que esta fiesta es «increíble». A ellas, solo les faltaba aprender a escanciar para volver el año que viene.