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Directo La plaza de San Pedro se llena de fieles para rezar un rosario por Bergoglio
Cabañas invernales del Texu. FOTOS: P. A. M. E.
CAMÍN DE LOS SANTUARIOS

Algo más que un paseo bajo el macizo Oriental y las cumbres de Ándara

Historia y naturaleza. La segunda vía de entrada en tierras cántabras nos llevará a las puertas del valle de Liébana por invernales, collados y praderías

Lunes, 11 de septiembre 2023, 12:33

El paisaje que formaron la historia y quienes lo habitaron durante generaciones, moldeando una naturaleza espectacular, es uno de los principales atractivos del Camín de los Santuarios, por eso la ruta marcada ofrece dos alternativas para no perderse esta parte final que avanza al pie de los Picos de Europa. Por una de ellas ya nos acercamos a tiro de piedra de Liébana desde Alles y Arenas de Cabrales hacia Cabanzón y Potes, ahora lo haremos por la segunda vía que sigue por Sotres para ascender a los Puertos de Áliva y desde allí descender a los valles de Camaleño hacia nuestro destino final en el monasterio de Santo Toribio de Liébana. Es un camino que discurre íntegramente por pista el de la etapa que proponemos con final en Mogrovejo, pero no por ello es un paseo ni un reto al alcance de piernas poco entrenadas. Si tienen esto en cuenta, sin duda van a disfrutar de un trayecto realmente digno de andar.

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Dejamos el caserío de Sotres -que ostenta con justicia la marca de lugar más alto del Oriente asturiano- para descender hasta La Curvona y enfilar la pista que nos conducirá hasta los Invernales del Texu. Sus armónicas cabañas, en buena vecindad con las de la Invernal de Cabao, dibujan, en un enclave imponente a los ojos del caminante de ciudad, la memoria aún en pie de un mundo de pastores que cobijaban aquí su ganado cuando el invierno los cercaba. Éstas de aquí como las que nos encontraremos más arriba, las Invernales o Vegas del Toro, pertenecían a los vecinos de Sotres. Ahora su imagen de ese tiempo tan fuera del nuestro viaja por medio mundo en los dispositivos móviles de los centenares de senderistas o montañeros que pasan a su lado camino de Pandébano. Nosotros seguimos la otra vía, que asciende acompañando el cauce escarpado del Duje, un regato con fuerza de río en el deshielo que sirve de límite entre Asturias y Cantabria. El paso de una a otra comunidad lo señala un estacado a la salida de las Invernales del Toro.

El torreón de Mogrovejo. E. C.

El ascenso a los puertos de Áliva nos invita a evocar el destino que por aquí siguieron, según las legendarias crónicas de la monarquía asturiana, los musulmanes supervivientes del encontronazo en Covadonga. Ellos vendrían por Bulnes y Amuesa, si creemos la hipótesis de don Claudio Sánchez Albornoz -que recorrió en persona el mismo itinerario- y de las praderías de Áliva bajarían a Espinama para toparse en Cosgaya con el último coletazo de la ira providencial en forma de 'argayu' que los sepultó sin dejar a uno solo de los expedicionarios para contar la funesta derrota. Hoy pocos historiadores dan por válidas las suposiciones de don Claudio y son menos los que no ponen en cuarentena el relato de los cronistas de la corte ovetense. Para éstos, la famosa batalla, si existió no hubo de ser más que una simple escaramuza y los supuestos miles de musulmanes, acaso un pequeño destacamento. En todo caso, fueran pocos o muchos, es plausible que su vía de escape fuera esta por la que hay indicios de que discurría una antigua calzada romana. Atravesando los prados de Áliva, por el collado de Campomayor se alza la ermita de Nuestra Señora de la Salúd, llamada por sus devotos cántabros la Señoruca, con un matiz similar al que los asturianos damos a la Santina de Covadonga. Una encrucijada señala en el Campomenor el camino al teleférico de Fuente Dé, que debemos ignorar para tomar el que conduce a Espinama y del que pronto nos separaremos en una nueva bifurcación para avanzar por una nueva zona de praderías, la de Pembes, desde la que se nos ofrece una bella panorámica del valle de Liébana.

Panorámica de Sotres.

Bajo la mole de la Peña Oviedo -un topónimo que delata la vecindad con nuestra tierra como otros nombres del camino, entre los que antes hemos visto una Fuente de los Asturianos- atravesamos el collado homónimo en el que existen varios círculos megalíticos, similares a los localizados en diversas cumbres del País Vasco y tras iniciar el descenso por una senda flanqueada de avellanos no nos resultará difícil hallar la vía que llega a Mogrovejo, cuyo esbelto torreón medieval destaca valle abajo sobre el pueblo rodeado de lustrosos prados de pasto.

Caballos en los pastos de Áliva.

Mogrovejo aparece documentado hasta el siglo XIII con el nombre de Luarna y a partir de entonces tomaría el del linaje que lo puso bajo su señorío desde esa torre que aún hoy impresiona sobre las humildes y bellas casas de estilo lebaniego que hacen del lugar uno de los más visitados de la región. Es una buena meta para recuperarse del esfuerzo de la etapa y disfrutar de su imponente paisaje antes de proseguir los últimos pasos que nos conducirán a nuestro destino final en el corazón de La Liébana.

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