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El pintor y artista visual Federico Mieres, ante una de sus obras en el estudio que tiene instalado en su casa.

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El pintor y artista visual Federico Mieres, ante una de sus obras en el estudio que tiene instalado en su casa. FOTOS: CAROLINA SANTOS

En casa de Federico Mieres

En un bosque. La vivienda de este artista visual y profesor de dibujo se integra en una carbayera de la que se disfruta a través de ventanales, porches abiertos y galerías

CARMEN DEL SOTO

Domingo, 21 de marzo 2021, 01:53

A Federico Mieres la vocación artística le venía implícita en los genes. Hijo del reconocido pintor Alejandro Mieres, una de las grandes referencias del arte asturiano, y de Rosa María Velilla, también formada en dicha disciplina, tanto él como sus siete hermanos crecieron rodeados de lienzos y óleos y en continua relación con otros artistas del círculo de sus padres.

Estaba pues escrito que sus estudios, cursados en Gijón y Madrid, fueran dirigidos a conseguir la licenciatura en Bellas Artes, para, también al igual que sus progenitores, dedicarse a la docencia como profesor de dibujo. Profesión ejercida en la Universidad Popular de Gijón y como profesor agregado de Bachillerato y de la cual ya está felizmente jubilado.

Con más horas para disfrutar de su casa y del entorno en el que se encuentra ubicada, rodeada de bosque autóctono en la parroquia de Cabueñes, donde se asentó con su esposa Marisol hace 25 años.

Un concepto de vivienda rural que, sin perder su esencia ni su integración en el paisaje, ha ido remozándose con el añadido de porche y terrazas con suelos de madera y pizarra, así como de una galería cubierta. Siempre bajo la supervisión del arquitecto Julio Redondo y del estudio de interiorismo Arquitecturas MC (Mamen de la Concha y Carmen Capelastegui).

Gran parte de la planta baja ha sido habilitada como taller de trabajo, comunicado con las zonas de descanso para recibir la luz de sus ventanales y, qué duda cabe, la inspiración de la tierra en todo su esplendor. De ahí su colección 'Naturalezas Vivas', que reflejan el clima de las cuatro estaciones del año; las hojas y las ramas, los árboles, las flores... Que conviven con copias de esculturas clásicas que provienen del estudio de su padre y obras de pintores como Piñole, Aurelio Suárez, Melquiades Álvarez, Antonio Suárez, Bartolomé, Kiti de la Concha, Orosia... Una escultura de Rubio Camín, una pieza de Paredes y numerosos cuadros firmados por sus familiares. Destacada es también la presencia de cerámicas, de Castañón y Toni Soriano, con una colección de jarrones que el propio Mieres se encargó de modelar durante una colaboración con el taller Textura.

En el piso superior se encuentran los dormitorios y otra sala de estar que cuenta con chimenea para calentar la casa junto a la que hay, abajo, en el salón-comedor. El mobiliario se ha conjuntado a base de enseres heredados de la familia de Marisol, piezas de los años 40-50 y otras contemporáneas, encargándose Federico de acondicionar espacios, marqueterías y escalera. En ella han encontrado acomodo tres de sus 'instalaciones visuales', módulos tridimensionales que crean una cuarta dimensión y que él construye.

La cocina, en madera y acero, es abierta y cuenta con barra de servicio. Mientras que en el exterior se pueden contemplar un pozo de piedra y un antiguo lavadero de ceniza, que se adivinan entre dos acebos gigantes -de más de siete metros-, higueras, agapantos, rododendros y árboles frutales.

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