En casa de Tania Romero

La vida de Tania Romero Ezama ha sido un ir y venir entre Asturias y las Islas Canarias, sus dos patrias chicas, la primera por nacimiento y la segunda por elección. De pequeña vivió en Pinzales, disfrutando de naturaleza y aire libre y 'grafiteándolo todo', recuerda. Primeras muestras ya de una gran creatividad que la empujaba a inventar juegos para sus hermanos, Alejandro y Blanca Romero, la que llegaría a ser hoy en día reconocida actriz y modelo.

De su colegio, el ya desaparecido La Asunción, de Roces, dió el salto al IADE, para especializarse en interiorismo y decoración. Estudios que le permitieron empezar a trabajar con su padre, que era constructor, y, a la vez, orientar a sus amigos y familiares para crear hogares bonitos y, sobre todo, económicos en cuanto a su coste.

En esas andaba cuando surge la oportunidad de irse a vivir a Canarias. Y es en el sur de la isla de Tenerife donde se establece y descubre a través de la moda una nueva pasión. Porque, de vender ropa italiana en mercadillos, llegó, de forma autodidacta, a diseñar y elaborar ropa y complementos.

La aventura duró una década y, ya de vuelta a Gijón, sería la música la que ocuparía su tiempo. Se convirtió en Lamalayerba, cantante, compositora y con disco en el mercado cargado de ritmo y fusión. Y de nuevo la pintura, siempre latente, renace como otra manera de crear, sobre cartón que recicla y sin necesidad siquiera de pinceles, pues como tal utiliza sus propias manos.

Tras otra larga temporada en Canarias y las colecciones pictóricas 'El Beso' y 'Muñequitas Lindas' en marcha, Tania regresa al hogar y lo primero que hace es darle un repaso a su casa, situada en el centro de Gijón.

Su personalidad y su manera de entender el mundo han ido marcando las pautas para conseguir composiciones decorativas principalmente con mobiliario y objetos reciclados. Lo que la gente ya no quiere y ella rescata hasta darle una segunda vida es su consigna. Empezando por la estancia principal, en la que cocina y sala de estar son todo uno, de manera que la mesa es compartida y un antiguo armario de despensa integra el conjunto. Las sillas, aunque todas diferentes, encajan sin problema con una pequeña butaca tapizada en patchwork de cuadros escoceses. Enfrente se situa el sofá y un original colgador con enredaderas y helechos que enmarcan uno de sus 'besos'.

El suelo, por el que se extienden estéticos 'kilim', es de tarima flotante y la madera y la piedra se han usado como revestimiento de techos y paredes. Combinados, en el caso del dormitorio, hasta dar forma al cabecero. También se puso piedra decorativa en una pared del baño, utilizando para el resto un colorido gresite azul. En rojo fue colocado en el frontal de la cocina.

En resumidas cuentas, una casa tocada por la creatividad y en la que lo siguiente será, según indica su dueña, plantar un jardín vertical en el patio trasero, al que tiene acceso directo.