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Tanzania. El yacimiento de Olduvai. Debajo, Arturo Cueva. E. C.

La cuna de la humanidad revela sus misterios

Arqueología. El gijonés Arturo Cueva participa desde el Max Planck en el proyecto multidisciplinar que estudia el yacimiento tanzano de Olduvai

M. F. ANTUÑA / EUROPA PRESS

Lunes, 11 de enero 2021, 01:38

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Olduvai (Tanzania) es un yacimiento único y con tintes casi míticos en el mundo de la arqueología. Hace 2 millones de años que los homínidos transitaron esas tierras que siguen aportado datos y noticias para poner luz sobre la historia. La última apunta hacia cómo sus sucesivos pobladores supieron adaptarse a los cambios climáticos que se fueron produciendo a su alrededor. Y entre quienes han desvelado estas revelaciones de la conocida como 'Cuna de la humanidad' -aunque, en realidad, es en Kenia donde se hallan los restos más antiguos-, Arturo Cueva Temprana, un gijonés de 28 años que desde 2019 forma parte de un proyecto multidisciplinar e internacional que alía a la Universidad de Calgary, el Instituto Max Planck y la Universidad de Dar es Salaam y que estudia todos los ámbitos del sitio arqueológico, desde la geología a la fauna pasando por todos los útiles de que se servían en su día a día. Especialista en tecnología lítica, es decir, en la evolución de las herramientas de piedra, sus usos y funciones, Arturo fue contratado por el Max Planck para hacer la tesis doctoral sobre su evolución durante millón y medio de años.

En verano de 2019 se incorporó al equipo y se fue a excavar a Olduvai. Y comenzó un reto que le llevó a descubrir junto a sus colegas el lugar más antiguo del yacimiento, tal y como se acaba de publicar en 'Nature Communications'. Se halla este lugar en el corazón del este de África, el Rift, una región privilegiada para la investigación del origen humano, que cuenta con registros extraordinarios de especies humanas extintas y registros ambientales que abarcan varios millones de años. Durante más de un siglo, los arqueólogos y paleontólogos humanos han estado explorando los afloramientos del Rift de África Oriental y desenterrando fósiles de homínidos en estudios y excavaciones. Sin embargo, la comprensión de los contextos ambientales en los que vivían estos homínidos ha sido difícil de alcanzar debido a la escasez de estudios ecológicos.

Ahí está la novedad, el quid de la cuestión. En el nuevo estudio, los investigadores unieron fuerzas para excavar el sitio de Ewass Oldupa (que significa 'el camino hacia Oldupa' en lengua maa) y allí dieron con las herramientas de piedra más antiguas jamás encontradas en Olduvai, que datan de hace unos dos millones de años.

Los fósiles de mamíferos (ganado y cerdos salvajes, hipopótamos, panteras, leones, hienas, primates), reptiles y aves, junto con una serie de estudios científicos multidisciplinares, revelaron cambios de hábitat durante 200.000 años en sistemas fluviales y lacustres, incluidos prados de helechos y bosques mosaicos, paisajes quemados naturalmente, palmerales a orillas de lagos y hábitats de estepas secas. La evidencia descubierta muestra un uso de la tierra periódico pero recurrente en un subconjunto de ambientes, puntuado con momentos en los que hay una ausencia de actividad humana.

Estas conclusiones son solo las primeras, las preliminares, pues queda, como explica Arturo Cueva, mucho trabajo por hacer. «Normalmente, los yacimientos reflejan un momento concreto, y aquí lo que tenemos son más de 200.000 años de prehistoria reflejados en el mismo sitio. Son más de 200.000 años de presencia tecnológica documentada, y lo que vemos es que estos homínidos, en esta cronología tan antigua, despliegan una estrategia tecnológica que les resulta muy útil para adaptarse a cambios climáticos». Añade el arqueólogo formado en la Universidad de Oviedo que la fase más antigua del yacimiento se corresponde con una ocupación humana inmediatamente posterior a un evento volcánico. «Lo llamativo es que en un contexto post volcánico, tan ecológicamente hostil, los homínidos hayan desplegado unas estrategias tecnológicas tan efectivas, tratándose de especies tan antiguas, y que hayan continuado haciéndolo durante los siguientes 200.000 años, obteniendo la máxima eficacia ante múltiples cambios ambientales».

Núcleos de guijarros y adoquines y escamas de bordes afilados y adoquines poliédricos eran sus versátiles herramientas que no variaron el cambio de hábitat. Y eso significa que hace dos millones de años los primeros humanos tenían la capacidad de comportamiento para explotar de manera continua y constante una multitud de hábitats, utilizando conjuntos de herramientas de piedra confiables, para probablemente procesar plantas y matar animales a largo plazo.

Nueva campaña, en verano

Aunque todavía no se han recuperado fósiles de homínidos de Ewass Oldupa, sí de Homo habilis a solo 350 metros de distancia, en depósitos que datan de hace 1,82 millones de años. Si bien es difícil saber si Homo habilis estuvo presente en allí, el profesor español Julio Mercader, de la Universidad de Calgary, que lidera el proyecto, cree que «estos primeros humanos seguramente se extendían ampliamente por el paisaje y a lo largo de las orillas del antiguo lago». Señala además que esto no descarta la posibilidad de que otras especies de homínidos, como los australopitecinos, también estuvieran usando y fabricando herramientas de piedra en esa área.

Lo dicho es lo descubierto hasta ahora, pero las puertas del conocimiento están abiertas de par en par. Arturo lleva año y medio trabajando y le queda otro tanto. Porque además la pandemia ha retrasado una campaña de excavaciones que, vacuna mediante, se hará este verano. Antes, en los próximos meses, se podría publicar ya el estudio de detalle sobre esas herramientas halladas. «La industria olduvayense es sencilla, basada en fracturar piedras, rocas, de forma que se consiga un filo activo», anota el investigador gijonés. En el yacimiento se han catalogado hasta la fecha 565 que se encuentran ahora en el Max Planck for the Science of Human History en Jena (Alemania).

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