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El misterio de Marisol

El misterio de Marisol

La actriz, retirada de los escenarios desde hace tres décadas, recibirá el sábado el Goya Honorífico en Málaga. Si acudirá a recogerlo, es una incógnita

susana zamora

Viernes, 24 de enero 2020, 03:16

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Como en los buenos guiones, el misterio se desvelará al final. Está cerca, apenas faltan dos días y, aunque hay muchos que ya intuyen el desenlace, otros confían en que la protagonista le dé un giro inesperado a la historia y deje boquiabierto al espectador. En Málaga, su tierra, se la espera, pero solo Pepa Flores sabe si este sábado abandonará por unas horas ese papel secundario que eligió hace 35 años, cuando se alejó de los focos, para enfundarse de nuevo el traje de la actriz principal que siempre fue para acudir a recoger el Goya Honorífico que le ha concedido la Academia de Cine. «Es decisión de ella», zanja su presidente Mariano Barroso.

Pero ella poco quiere saber del mundo del espectáculo desde que dejara el cine en 1985. «Ahora solo soy una ciudadana de a pie; es lo que quiero y como mejor me siento», confesó a su biógrafo José Aguilar. A éste le gustaría que hiciese una excepción y fuera a recoger ese galardón. «Pepa tiene que darse cuenta de que Marisol es parte de la historia de este país, un fenómeno sociológico con el que mucha gente ha crecido y, que después de tantos años, necesitaría escucharla. Serviría para cerrar un ciclo de oscurantismo», explica el autor de la biografía oficial 'Marisol'.

Las circunstancias no pueden ser mejores: en Málaga, rodeada de su gente y arropada por otros actores malagueños como Antonio Banderas y Antonio de la Torre. La Academia le ha puesto la alfombra roja, ahora la decisión es de ella. Pero, Aguilar se pone en su piel y admite que debe ser «complicada» la decisión. «Me consta que está contenta con la vida que ha elegido y que hace lo que quiere hacer», asegura Aguilar.

Sus días transcurren en su Málaga natal, entre su piso frente al mar en la zona residencial de La Malagueta y una casita en el campo, rodeada de almendros, olivos y vides en el municipio axárquico de Moclinejo, de un millar de habitantes y a unos 30 kilómetros de la capital. «Alguna vez la he visto por el pueblo, sentada tomando algo en un bar», confirma escuetamente su alcalde José Luis González. Sin embargo, la finca de 419 metros cuadrados que adquirió hace dos años está a las afueras de la localidad, donde se extienden varias casas diseminadas. Allí tiene una vivienda de 107 metros, piscina y un huerto donde también cría gallinas. «Pepa Flores está cumpliendo su sueño», recuerda Chencho Ortiz, director de cine y amigo de la juventud. Él, a diferencia de su biógrafo, está convencido (al igual que la hermana Vicky Flores) de que la actriz no asistirá a la gala: «Si fuera un acto en el que fuera a estar la Málaga que quiere Pepa, iría, pero ¿quién va a estar ahí? La misma industria que le robó su infancia y adolescencia, y que quiere aprovechar que celebra su gala en Málaga para apuntarse el tanto de subir a Pepa al escenario», critica.

Pese a encantarle el campo, la mayor parte de su tiempo lo pasa en su vivienda de la capital. «Se la compró Antonio Gades cuando, tras su separación, Pepa Flores decidió venirse a Málaga», desliza Ortiz. «Necesita estar cerca de su madre nonagenaria, que vive próxima a ella, y de sus dos nietos: Curro y Alejandra, hijos de Celia y Tamara. Esa es la vida familiar en la que ella es feliz. Ha saboreado tarde la cotidianidad, pero ahora disfruta hasta fregando sartenes», apunta Ortiz.

Aquella niña rubia, de penetrantes 'ojazos' azules, pizpireta y cuyo mayor deseo era ser bailarina (su abuela Victoria le enseñó a dar los primeros pasos) ya nunca volvería a ser la misma tras debutar en el cine con 'Un rayo de luz' (1960). Aquella película superó todas las expectativas. Dejó de ser Josefa Flores González para transformarse en Marisol, un ídolo de masas que a partir de ese momento entraría en una vertiginosa espiral de rodajes, promociones y giras internacionales. Hoy, a punto de cumplir los 72 años, su rutina es bien distinta. Suele pasear y tomar el sol en las terracitas del paseo marítimo próximo a donde vive. Aunque es difícil reconocerla, al ir parapetada siempre tras unas gafas de sol, en ocasiones le piden algún autógrafo y no se niega, comentan en los establecimientos de la zona.

Más allá de eso, Flores se prodiga poco desde que se encerrase a cal y canto en un universo del que solo ella tiene la llave y al que solo deja entrar familia y amigos más allegados. Precisamente, su última aparición pública fue en el Teatro Cervantes de Málaga donde en diciembre de 2016 sorprendió a todos al salir a cantar 'Tómbola' junto a su hija pequeña Celia. Tan poco se sabe de ella, que amigos suyos, como Manuel de la Calva (miembro del Dúo Dinámico) recuerda la enorme alegría que le causó coincidir con ella hace tres años. «Estuvimos cantando en Málaga y vino a vernos. Estaba preciosa. Conservaba esa mirada que había tenido toda la vida. Marisol tenía algo que solo tienen las grandes artistas: luz», recalca el cantante.

Ortiz habla de la mujer «buena» y «generosa» que es su amiga y que cuando era Marisol siempre le abría las puertas de su casa de Madrid. También le reconoce la buena mano para la cocina. «Hace unas paellas que te mueres; aprendió a hacerlas durante el tiempo que pasó en Altea. Recuerdo que me ponía con ella a cortar las verduras mientras nos tomábamos nuestro Martini seco con una aceitunita», rememora Ortiz. La relación con la pareja era estrecha. «Cuánto nos reíamos Gades y yo cuando juntos leímos en una revista, en la que aparecía paseando con Pepa, el titular: 'Un joven actor le arrebata el amor a Gades'».

El bailarín y coreógrafo fue su gran amor. «Es el compañero que, sin saberlo, había esperado toda mi vida», confesó a la revista Fotogramas en 1973. De la unión con Gades nacieron sus tres hijas:María, actriz y dos veces nominada a los Goya; Celia, dedicada al mundo de la canción, y Tamara, dedicada a los demás en la Fundación Secretariado Gitano. Fue un amor sincero que también estaba unido por lo artístico y lo político desde la izquierda. Se divorciaron cuatro años más tarde. Previamente, Marisol había protagonizado sin quererlo una de las portadas más sonadas y más rentables de Interviú. Vendió un millón de ejemplares. La fotografía era de su fotógrafo de cabecera, César Lucas.

La niña prodigio, cándida e inocente, envidiada por madres, hijas y nietas, que llegó a tener una muñeca con su nombre, pasó a ser de la noche a la mañana un mito erótico de la Transición, y de tomar chocolate los domingos en El Pardo con la nieta de Franco a levantar el puño en las filas comunistas. Un año después de su separación de Gades, Pepa Flores rompía también con el Partido Comunista. Ahora, ya no acude a mítines, pero si sigue colaborando de forma anónima con alguna ONG.

Gades impactó en su vida como un ciclón después del desengaño amoroso con Carlos Goyanes, hijo del productor y gestor de su meteórica carrera artística. Manuel Goyanes, que descubrió a la pequeña Pepita Flores bailando verdiales durante una actuación en Televisión Española, forzó la máquina para ir a película por año. Era la gallina de los huevos de oro. 'Ha llegado un ángel' (1961), 'Tómbola' (1962), 'Marisol rumbo a Río' (1963), 'La nueva Cenicienta' (1964) y 'Cabriola' (1965). Pero aquella maquinaria, activada a contrarreloj, se resintió tanto que antes de rodar 'Las cuatro bodas de Marisol' la joven perdió la voz. «Me quedé muda. Claro que de eso no se enteró nadie», le confesó a su biógrafo. Dejó de ser una niña y la adolescencia se antojaba un obstáculo en aquel lucrativo negocio. «Soy una señorita que pasó toda su infancia cenando en compañía de hombres mayores, oyendo hablar de negocios, contratos, rodajes… mientras yo permanecía como un mueble», contó en la revista Blanco y Negro en 1973.

Pero, llegó un momento, a inicios de los años 80, que Marisol dijo basta. Su último trabajo en la gran pantalla fue 'Caso cerrado' (1985). «Se sentía un producto explotado. Necesitaba liberarse del personaje que se había creado en torno a ella, aflorar su verdadera personalidad y empezar a decidir sobre su trabajo», cuenta el cantante y compositor Caco Senante, en el libro 'Corazón rebelde', de Luis García Gil .

Su primer matrimonio con Carlos Goyanes apenas duró tres años. No tuvieron hijos y tiempo después, la artista lograría su nulidad. El propio Goyanes contó que su mujer le había confesado que estaba enamorada de Joan Manuel Serrat. Y sí, con él vivió un romance con citas en Barcelona y Begur, aunque no fue el único. Como recoge García Gil en su obra, en los años 60 la prensa le atribuía romances con Mel Ferrer, El Cordobés, el rejoneador Ángel Peralta o Palomo Linares.

Desde 1987, Pepa comparte su vida con Massimo Stecchini. Chencho Ortiz fue testigo de los primeros flirteos de la actriz con el italiano, a quien conoció en la pizzería Trastevere, próxima a su domicilio, de la que su hermano Étore era el propietario. «La primera foto que tiene con Massimo fue en una cena que organicé en mi casa. Ahí ya se respiraba el amor», presume Ortiz. Asegura que Massimo es de esos hombres que se visten por los pies. «Es generoso, auténtico y ha sabido darle la paz, la complicidad y la confianza necesaria para olvidar que un día fue Marisol. Él no es el típico mitómano que se enamora de la artista y al convivir con ella se decepciona», apunta el director de cine.

A finales de año, cuando Pepa Flores volvió a ser noticia por la recuperación de la portada de Interviú y el reportaje de TVE en el que se habló de abusos sexuales en su infancia, Massimo Stecchini atendió al programa 'Viva la vida' de Telecinco para recalcar que Pepa Flores no quería salir en medios. «Esto es insoportable. Ella habló hace 30 o 40 años, ¿ahora para qué? Hay cosas que no tienen precio. ¡Que la dejen vivir en paz!», dijo el italiano.

Quizá el gran fenómeno que representó Marisol pudo haberla convertido en una gran estrella de Hollywood. Oportunidades no le faltaron después de que Goyanes rechazara una suculenta oferta por parte de la productora Columbia para comprarle el contrato que tenía en exclusiva con la niña. Más recientemente, le llegó una propuesta desde Hollywood para llevar su vida a la gran pantalla con su propia participación. Le ofrecieron más de un millón y medio de dólares, una de esas ofertas que no se pueden rechazar, a no ser que se llame Pepa Flores. Asimismo y, según ha podido saber este periódico, el productor Andrés Vicente Gómez le ofreció un papel en la película 'El embrujo de Shanghai', que fue dirigida por Fernando Trueba y protagonizada por Fernando Fernán Gómez. «Le llevó en persona a su casa el guión y le extendió un cheque en blanco para que ella pusiera los ceros». Lo rechazó. Solo ella sabe las razones, porque como una vez dijo: «Mi vida es mía».

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