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t La intensivista Lorena Forcelledo, en el jardín de su casa de La Fresneda. J. PARDO

«Estar un año aislada te hace más distante»

Primera línea. Lorena Forcelledo lleva un año con la rutina trabajo-casa-trabajo. Su labor en la UCI del HUCA la expone al virus. «La gran inquietud de los sanitarios es contagiar a la familia»

YAGO GONZÁLEZ

Domingo, 14 de marzo 2021, 02:21

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Antes de la pandemia, cuando Lorena Forcelledo terminaba un turno de 24 horas seguidas en la UCI del HUCA, se desplomaba en el sofá o en la cama y a veces no le quedaban fuerzas ni para darse un pequeño paseo por La Fresneda, donde vive. Pero desde hace un año tiene otro motivo para no salir: «Además de estar físicamente agotada, prefiero no mezclarme con gente. No quiero ni coger yo el virus ni pasárselo a nadie de mi familia. Ésa creo que siempre ha sido la mayor preocupación de mis compañeros: contagiar a uno de los nuestros».

Esa es la principal razón por la que, desde hace un año, la vida de esta médico intensivista avilesina de 42 años se ha limitado, sin contar con el paréntesis del verano, a conducir de su casa al hospital y del hospital a su casa. Y poco más. Fuera del trabajo, prácticamente su única vida social ha sido con su marido, economista, y sus dos hijas, de trece y once años. «Hubo un momento en que ni siquiera salía a hacer la compra; lo hacía mi marido, porque teletrabaja y es de las pocas cosas que al principio de la pandemia podía hacer», dice Lorena.

No obstante, a pesar de que la crisis de la covid es sin duda la situación profesional más dura a la que se ha enfrentado desde que empezó a trabajar en el HUCA en 2003, Lorena se siente «una afortunada»: «La salud nos ha acompañado a mí y a los míos y tengo trabajo, uno que encima siempre me ha gustado». De hecho, al comienzo de la pandemia se sentía particularmente agraciada porque «podía salir de casa, aunque fuera para trabajar».

Formar parte del colectivo sanitario, el gran protagonista de estos doce meses de infierno vírico, ha fomentado que en casa de Lorena y en su círculo más próximo haya una especial concienciación para mantener las medidas higiénicas. «Por un lado, tienes el peso de conciencia de evitar contagiar a nadie. Por otro, no quieres enfermar porque eres consciente de que hacen falta recursos médicos. Y, además, algunas personas tienen cierto miedo cuando se acercan a ti, porque saben que trabajas en la 'zona cero'», explica la médico. «Aunque no notes un rechazo frontal, sí que te das cuenta de que algunas personas mantienen la distancia, lo que a su vez favorece que uno mismo también se aleje de los demás», admite.

Impacto en el carácter

La avilesina añade que la separación de los demás no es meramente física, sino también emocional. También con sus compañeros: «Todos tenemos tanto trabajo que nos centramos al 100% en nuestra labor de cada día y a veces se pierde un poco el contacto con los demás». Eso hace que, según Lorena, uno se vuelva «más huraño, más serio, más distante con todo, más frío». Porque «en circunstancias normales se puede soportar una alta carga de trabajo durante un periodo, porque sabes que esa presión bajará tarde o temprano, pero cuando eso se mantiene demasiado tiempo, acaba haciendo mella en el carácter».

Lorena confiesa que ha dejado de ver o leer noticias relacionadas con la covid. Su diversión y su descanso están principalmente en su esposo y sus niñas. «Las familias de los sanitarios son de los grandes olvidados de esta crisis. Porque nosotros hemos elegido nuestra profesión, pero nuestras familias no. Ellos también han sufrido sus propias dificultades, y encima tienen que aguantarnos a nosotros cuando estamos malhumorados, cansados o sencillamente no estamos», reconoce.

Lorena, no obstante, no ha perdido en absoluto el optimismo ni el sentido del humor. Cuando se le pregunta cuál es su gran afición, rompe a reír: «Prefiero no recordarlo: ¡viajar!».

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