Científicas, investigadoras o ingenieras todos los días del año

Son muchas buenas intenciones para reivindicarlas sólo un día al año. La participación plena de las mujeres en la comunidad científica y tecnológica de forma equitativa, un acceso real y un empoderamiento de mujeres y niñas en estas áreas son reivindicaciones que poco a poco se van logrando aunque aún siga siendo una meta demasiado lejana.

En las últimas décadas, la comunidad internacional ha puesto el foco en inspirar y promover la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia pero por contra, las mujeres siguen encontrando obstáculos reales que tienen que superar si quieren desenvolverse en el mundo de la ciencia y en la investigación.

A día de hoy aún no estamos en igualdad de condiciones a pesar de que en el año 2015 los líderes mundiales se comprometieron a que en el 2030 habrían desarrollado infraestructuras fiables, sostenibles, resilientes y de calidad, que promovieran la innovación inclusiva y sostenible. Para conseguir este propósito, incluido entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la ciencia y la igualdad de género son vitales.

Tres años más tarde, en 2018, uno de cada tres investigadores en el mundo era una mujer. En muchos países se había alcanzado la tan ansiada paridad en las ciencias e incluso, en algunos campos, son más numerosas ellas, aunque en otros, las mujeres siguen siendo una inexplicable y llamativa minoría.

En informática, tecnología de la información digital, física, matemáticas e ingeniería, los campos que están impulsando la revolución digital y por tanto muchos de los empleos del futuro, aún no tienen la representación femenina que deberían teniendo en cuenta que mujeres y niñas comprenden la mitad de la población mundial.

La igualdad de género es un derecho humano fundamental e imprescindible para conseguir sociedades con pleno potencial humano que logren un desarrollo sostenible.

Solucionar problemas, mejorar la calidad de vida y la sostenibilidad del planeta es una prioridad para muchas de estas científicas que no sólo pueden tener visibilidad un único día al año.

Andrea G. Bravo es una investigadora española que está estudiando el mercurio y sobre todo cómo se va acumulando en la cadena trófica acuática, lo que le convierte en un peligro muy importante para la salud humana.

La ciencia es un campo de conocimiento e investigación en el que pueden desarrollarse perfectamente mujeres y niñas y sin embargo los estereotipos las siguen alejando de los ámbitos científicos e incluso la inteligencia artificial y el aprendizaje automático se encarga de repetir esos prejuicios existentes que las dejan fuera una y otra vez.

Con ocho años es una aventura mirar al cielo y descubrir planetas o asteroides y no hace falta pensar en el futuro sino disfrutar de la ciencia adaptada para esa edad. Eso es lo que le pasa a Nicole Oliveira, la pequeña que con sólo ocho años ha detectado 18 nuevos asteroides dentro de un programa formativo respaldado por la NASA.

Sin embargo, las noticias no son buenas, las desigualdades de género han aumentado drásticamente en el último año porque las mujeres han sido más perjudicadas primero por el trabajo a domicilio y después por el cierre de escuelas y colegios.

Según datos de la UNESCO, las mujeres representan un tercio de los investigadores del mundo pero se llegan a muy pocos puestos de responsabilidad en las principales universidades.

Esta desigualdad consigue que su tasa de publicación sea menor que la de sus colegas varones, lo que repercute en menor visibilidad de sus capacidades y sus investigaciones, menor reconocimiento y por supuesto, menor financiación para los proyectos que llevan a cabo.

Por contra y para seguir manteniendo el ánimo y la esperanza, surgen noticias como la de la financiación y la ayuda que conseguían hace poco dos jóvenes investigadoras de la Universidad del País Vasco para su investigación: la ERC Starting Grant, una de las ayudas más prestigiosas a las que se pueden optar.

Sara Barja y Amaia Arranz, son dos científicas que están trabajando en la producción de hidrógeno verde, investigando el desarrollo de nuevos catalizadores más eficientes y económicos para producir electrólisis a partir del agua del mar de forma rentable.

Combatir enfermedades y patologías está siempre en el punto de mira de investigadores y científicos y en el caso de ellas no iba a ser una excepción.

Eva González Suárez trabaja investigando en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, buscando nuevos tratamientos contra el cáncer de mama triple negativo.

Ahora se plantea desarrollar una nueva generación de fármacos que va a poder llevar a cabo gracias a haber recibido una importante ayuda del Consejo Europeo de Investigación. Invertir en ciencia no sólo es vital, es que además es rentable para gobiernos, organismos y por supuesto, empresas.

Dos años lleva la ingeniera de caminos, canales y puertos, Clara Cid ganando el premio más importante de ingeniería aeroespacial del mundo por sus artículos e investigaciones.

Actualmente forma parte del equipo de Mecánica de Estructuras de la Universidad de A Coruña, donde se licenció como ingeniera y donde está preparando también su tesis en inglés.

Son sólo algunos ejemplos de mujeres investigadoras, científicas e ingenieras. Mujeres que en demasiadas ocasiones tuvieron que superar prejuicios, tópicos e inercias que las dejaban fuera de las aulas, los laboratorios o los trabajos de campo.

Un día al año no es suficiente pero al menos que sirva para visibilizar lo que están consiguiendo todas ellas con mucho esfuerzo y apoyo por parte de todos, que sirva de inspiración para esas niñas que hoy piensan que cuando sean mayores ellas también quieren ser científicas.