¿Ducha por la mañana o ducha por la noche? Pros y contras de ambas opciones
Una facilita un mejor despertar y la otra ayuda a conciliar el sueño. ¿Cuál es la mejor elección?
Pilar Fonseca
Viernes, 4 de marzo 2022, 15:19
La elección del mejor horario para ducharse está muy repartido. Hay personas que prefieren una ducha mañanera y otras, sin embargo, optan por hacerlo antes de la cena o de acostarse. Una rutina muy marcada que es difícil de cambiar.
Hay algunos expertos que señalan que el marketing puede influir en esta elección, sobre todo de la necesidad de ducharse cada día aunque haya expertos que opinen que no es lo más beneficioso para la salud de nuestra piel.
Robert H. Shmerling, miembro de la Facultad de Medicina de Harvard, publicaba hace un par de años un estudio en el que tiraba por tierra esa necesidad de la ducha diaria dando datos científicos en su contra.
Él plantea que no existe una frecuencia ideal pero que con varias veces por semana es más que suficiente, si no se está especialmente sucio o sudoroso, y si sentimos la necesidad de la ducha diaria, esta debe ser corta, de entre tres o cuatro minutos y usando productos de higiene sólo en las axilas y las ingles.
Es importante además evitar ducharse con agua caliente y nunca más de una vez al día para no deshidratar en exceso nuestra piel.
Por qué se elige la ducha por la mañana
Se trata de empezar el día, el momento de arrancar, de poner el pie fuera de la cama y de abrir los ojos de verdad.
Muchas personas se decantan por comenzar la mañana bajo el agua de la ducha porque es innegable que ayuda a eliminar la somnolencia.
La ducha hace que el despertar sea más rápido y ayuda a activar el cuerpo.
La ducha matutina ayuda a eliminar el sudor y las bacterias que se encuentran en la piel tras varias horas entre las sábanas, por lo que es conveniente utilizar un gel o un jabón adecuados, que active los sentidos al mismo tiempo que limpia la piel.
Por qué hay quien prefiere la ducha por la noche
Las evidencias científicas señalan que la ducha nocturna calma y ayuda a conciliar el sueño. De hecho a los bebés y a los niños más pequeños se les baña o se les ducha por la noche, previo paso para ir a dormir dentro de sus rutinas.
Una ducha en torno a los 37- 38 grados ayuda a que la temperatura corporal aumente y una vez terminado el tiempo bajo la ducha, esta bajada gradual de la temperatura va a inducir el sueño de forma progresiva ayudando a soltar las tensiones del día.
Las duchas al finalizar el día también nos ayudan a eliminar los agentes tóxicos o contaminantes que hemos podido ir acumulando durante la jornada en el exterior de nuestra casa, en la oficina, en el supermercado, en el gimnasio o en clase.
Además, por la tarde noche quizás se pueda disponer de algo más de tiempo para tomar una ducha más intensa y poder cuidar un poco más nuestra piel después de la ducha.
Ambas opciones tienen sus ventajas y, para los que apuestan por no escoger ninguna y darse dos duchas al día, los dermatólogos avisan de que esa es la peor opción.
Con la ducha se retira de nuestra piel la película protectora de grasa y se destruye ligeramente su microbiota, si lo hacemos dos veces al día, no le damos tiempo para que se regenere y la piel estará más desprotegida.
¿Qué productos utilizar en la ducha?
Independientemente del horario que se elija para ducharse, quizás donde habría que poner más atención es en los productos de higiene que utilicemos para que el efecto de la ducha sea el más idóneo dependiendo de nuestras circunstancias.
Para la ducha matutina es mejor que se emplee un gel y/o un champú con aromas más cítricos, más revitalizantes o de menta y eucalipto, por el punto estimulante que provocan estos olores en nuestro cerebro, según señalan los expertos en aromaterapia.
Para la ducha nocturna siempre son aconsejables los productos de higiene que huelen a lavanda, manzanilla, jazmín o ylang-ylang porque son más relajantes y nos preparan más y mejor para el descanso nocturno.
Que la ducha no ataque la piel
Eso es lo que más nos debe preocupar a la hora de tomar una ducha, sobre todo si lo hacemos todos los días.
La piel humana en condiciones normales mantiene una ligera capa grasa y un equilibrio de bacterias y otros microorganismos, si lavamos a diario esta piel y si además lo hacemos bajo el agua caliente, conseguimos que la piel se seque, se irrite, se agriete y permita que las bacterias y los alérgenos puedan penetrar provocando reacciones alérgicas y/o infecciones dérmicas.
Nuestro sistema inmunológico necesita esa estimulación que le provocan los microorganismos que habitan en la piel porque así se va creando una «memoria inmunológica» que nos hace más fuertes, según señalan cada vez más dermatólogos.
Los baños y las duchas frecuentes a lo largo de una vida, con agua caliente y productos de higiene pueden reducir la capacidad protectora del sistema inmunológico de cualquier persona.
La Universidad de Columbia, en Estados Unidos, también publicaba hace tres años un estudio en la misma línea, demostrando que la ducha o el baño diario no es lo ideal para el cuerpo humano por los daños que a largo plazo puede provocar en la salud de la piel.
Hay que abandonar los jabones que sean antibacterianos (los que contienen triclosán por ejemplo) porque alteran el equilibrio de los microorganismos en la piel. Los jabones y geles que llevan detergentes en su composición nos son recomendables y según la Academia Española de Dermatología y Venereología, si la ducha tiene más una función de despertador, de relajación o para refrescarnos en verano, es mejor que se prescinda por completo de jabones y sólo se use agua.
Solución extrema
James Hamblin es sólo un ejemplo del extremo contrario, de pasar de la ducha diaria a vivir sin pasar por la ducha desde hace más de cinco años.
Hamblin es profesor de la Escuela de Salud Pública de Yale, escribe en distintas publicaciones científicas y en 2015 decidió que perdía demasiado tiempo cada día duchándose, así que dejó de hacerlo de forma habitual.
Sin llegar a ese extremo el número de personas que reconocen que no le encuentran sentido a la ducha diaria no ha hecho más que crecer en algunos ámbitos como el de los actores y actrices norteamericanos que hace tiempo reconocieron que no eran precisamente de ducha diaria.
Desde Jake Gyllenhaal a Mila Kunis pasando por Aston Kutcher o Kristen Bell, la lista de actores y actrices que comentan en público que no ven nada saludable la ducha diaria no ha dejado de crecer.