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Agustín, pongueto, con una de sus vacas. FOTOS: XUAN CUETO / CAROLINA SANTOS
Oasis libres de coronavirus

Oasis libres de coronavirus

Una parte de la Asturias rural vive sin coronavirus. Vecinos y alcaldes de los concejos sin afectados cuentan su día a día

pablo antón marín estrada

Lunes, 20 de abril 2020, 01:20

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Acostumbrados a ver el nombre de sus concejos en listados de estadísticas negativas y en los mapas de las regiones vaciadas, los habitantes de una parte de la Asturias rural asisten entre la incertidumbre general y un cierto alivio al hecho de no registrar casos de contagio por el COVID-19. Son diecinueve los municipios en los que la pandemia no ha entrado. Cinco en la zona centro: Soto del Barco, Riosa, Proaza, Santo Adriano, Sobrescobio, Yernes y Tameza (el único caso, el de su alcalde se produjo en Grao); tres orientales (Amieva, Ponga, Peñamellera Baja) y el resto en el occidente de la región: San Tirso de Abres, Villayón, Illano, Pesoz, Taramundi, Grandas de Salime, Degaña y los Oscos. Alcaldes y vecinos de algunos de estos concejos nos relatan cómo afrontan el hecho de mantenerse sin afectados de la enfermedad, en qué medida les está afectando el confinamiento y las medidas decretadas en el estado de alarma en su realidad cotidiana o cuáles son sus expectativas ante una salida de la situación de emergencia sanitaria. «En los pueblos se lleva bien y en salud vamos librando, pero económicamente el palo va a ser gordo», afirma Martín Lombardía, cuchillero de Esquíos, en Taramundi, un municipio que basa gran parte de sus ingresos en el turismo. «Aquí vivimos todos de negocios pequeños y la Semana Santa era un arranque tras el invierno, cuando hay pocas visitas. Así que este año mal empezamos y con la incertidumbre de cómo va a ser el verano», apunta este artesano que complementa la venta de sus productos con dos apartamentos rurales. Lombardía, en todo caso, es consciente de «la tranquilidad» de haberse librado de males mayores: «Si no llega a haber confinamiento desde marzo y viene gente de fuera, se contagia medio concejo. Lo único el no saber qué va a pasar luego». El alcalde César Villabrille, regidor de Taramundi, también apunta a las repercusiones para la economía local de la actual situación: «Dependemos mucho del sector servicios y, si esto no se soluciona pronto y de la mejor manera posible para todos, va a costar arrancar de nuevo». El dato esperanzador es también para él no contar con casos de coronavirus: «A ver si seguimos así. La gente está respondiendo muy bien. No hay constancia de sanciones a nadie que se saltarse las medidas. Todos son conscientes de que hay que arrimar el hombro y desde el Ayuntamiento lo estamos haciendo acercando medicinas o alimentos donde se necesiten y coordinándonos con otros alcaldes de la comarca».

María del Mar Fernández y Pedro Martínez, del hotel rural de Santa Eulalia de Oscos.
María del Mar Fernández y Pedro Martínez, del hotel rural de Santa Eulalia de Oscos.

Preocupación expresa Pedro Martínez, propietario del hotel rural Casa Pedro en Santa Eulalia de Oscos desde hace un cuarto de siglo y con cinco empleados afectados por un ERTE: «Estamos bien de salud, pero para los negocios es una ruina. Especialmente aquí, donde fijamos población y damos trabajo a muchos jóvenes. Esperemos que esto pase y que a la gente le apetecerá venir a sitios sanos y tranquilos como este. Aunque lo importante ahora es que la pandemia se contenga y no se hagan mal las cosas por querer salir antes sin seguridad para todos». En Villayón, otro de los concejos sin positivos, la regidora Montserrat González declara con ironía: «En esta ocasión, el estar alejados nos está ayudando. También el hecho de que abunda la gente mayor y por miedo no se desplazan, se quedan en sus casas». Sin embargo, hasta la confirmación de la ausencia de contagios en el municipio, la alcaldesa reconoce «haber vivido semanas difíciles por temor a no hacer bien las cosas. Ahora estamos algo más relajados». Una industria láctea de la zona les facilitó los primeros equipos de protección para los trabajadores municipales y acaban de recibir el envío de mascarillas destinadas a usuarios de transporte público: «Aquí no hay tren ni autobús, así que las repartimos al personal que no tenía o a comerciantes, expuestos al contacto con la gente. Así nos vamos apañando».

Martín Lombardía, en su taller en Esquíos.
Martín Lombardía, en su taller en Esquíos.

En el oriente de Asturias, el alcalde de Amieva, José Félix Fernández, expone que allí, «a pesar de no haber contagios, abunda la población envejecida y los vecinos muestran temor a que pueda entrar». El confinamiento y las distancias de seguridad se siguen: «La gente está concienciada y, como llegan los vendedores a los pueblos, lo llevan bien. A quien precise alimentos o medicinas las llevamos con la ayuda a domicilio». Más preocupación afirma detectar en quienes viven de la ganadería o el turismo. Los primeros «no ven salida a los xatos que deben seguir creando» y los hosteleros «saben que serán los últimos en salir cuando todo pase. Es una suma de preocupaciones». Aún así, se conforma:«No somos los que más nos podemos quejar y podemos sentirnos afortunados entre comillas».

Rodolfo Sánchez, con su perro en Sobrefoz.
Rodolfo Sánchez, con su perro en Sobrefoz.

Margarita Alonso, vecina de Sobrefoz, en Ponga, no oculta tampoco su buen ánimo: «Aquí estamos todos muy bien, no hay nada. Debe ser el aire que respiramos que é muy sanu y que no deja que entre lo malo. Nosotros tampoco salimos más que pa atender las vacas por la mañana y por la tarde. Vienen el pescaderu, el panaderu, todos, y al médicu de San Juan llámase pa nos den las recetas. No nos falta de nada». Tiene a sus hijos en Gijón y habla con ellos a diario: «Saben que estoy bien y que no voy abaju pa ninguna cosa. Por aquí tampoco vienen forasteros ni falta hace que vengan». Muestra su esperanza en que «salgamos de esta, pero pa mí que no va ser pronto. Por lo demás, muy tranquila». La alcaldesa pongueta, Marta Alonso, coincide como su homóloga de Villayón: «Por una vez nos benefició el aislamiento y en la balanza contraria está una población envejecida. Por eso atenderlos es prioritario. Procuramos evitar desplazamientos llevándoles a los mayores compras o medicación, crotales a los ganaderos y material informático a los niños para que sigan las tareas escolares». Confía en que, tras la pandemia, «haya quien vea en la zona rural una oportunidad para residir con calidad de vida y sin la aglomeración de las ciudades. Ahora mismo ser un concejo pequeño nos ayuda a resolver con más cercanía y mejor una situación como esta».

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