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Noemí Pinilla.
Premios EL COMERCIO 2025: Ciencia

Noemí Pinilla: la científica que mira más allá de Neptuno

Astrofísica formada en Asturias y con una exitosa carrera internacional, regresó a la Universidad de Oviedo para continuar desde aquí sus investigaciones pioneras

Olga Esteban

Gijón

Miércoles, 8 de octubre 2025, 11:18

Vuelve a la infancia una y otra vez. Será porque fue allí donde empezó a preguntarse por las estrellas que podía contemplar en el cielo infinito de los veranos de Castilla. Las mismas estrellas que las nubes de Asturias le impedían ver. Las ventajas de ser una «asturiana de pura cepa castellana». Vuelve a aquella infancia de castañas asadas del ovetense paseo de Los Álamos porque considera imprescindible conservar siempre la inocente e infantil capacidad para preguntarse cosas, para tener siempre un por qué en la boca y en la cabeza.

Vuelve a la infancia de la mano de los colegios que la invitan a acercarse a los más pequeños, a los que permite preguntar una y otra vez. A quienes acerca de manera imposiblemente sencilla las cuestiones más complicadas, aquellas para las que aún no hay respuesta, no solo como una forma de volver a la patria de la infancia, sino también para cumplir su máxima: la obligación de devolver a la sociedad lo que le ha dado, de hacer todo lo posible para que sea la ciencia y no los bulos los que ocupen en el espacio. Vuelve a la infancia e invita a esos niños a soñar. Porque... Por qué no, quizás en uno de esos pupitres se encuentre la primera persona que pisará Marte.

Noemí Pinilla, ovetense, hija de un comercial y una maestra, licenciada en Ciencias Físicas, máster en Astronomía y Astrofísica y doctorada en Ciencias del Cosmos por la Universidad de La Laguna, volvió hace un año («por fin») a casa, a la Universidad de Oviedo. La misma de la que se ha mantenido alejada treinta años, en lo que ha sido un viaje de ida y vuelta que hace unos pocos meses resumía con emoción ante los mejores doctorados de la institución académica.

Un doctorado que para ella supuso el inicio de una exitosa carrera en la que admite que ha habido algo de «desvergüenza» y mucho de trabajo, de capacidad de reflexión, de desafío, de sueños, de familia (con su marido, un músico canario que la ha acompañado en las varias mudanzas transoceánicas), de equipo, también su parte de incertidumbre y, por encima de todo, de interés por el espacio.

Una carrera que llevó a Pinilla al Instituto de Astrofísica de Canarias y más tarde a la NASA, una siglas que, admite, la acompañarán siempre. Una carrera que estará unida de por vida al Arecibo, en Puerto Rico, el que fue el mayor radiotelescopio del mundo, que colapsó en 2020 y hoy está derruido y cerrado. Una carrera que la llevó a la Universidad de Tennesse y al Instituto Espacial de la Universidad Central de Florida (EE UU) y a soñar a lo grande cuando tuvo la oportunidad de trabajar con el telescopio espacial James Webb. De hecho, es una de las mayores expertas en observaciones a través del Webb.

Con todo, más de 20 años estudiando qué hay más allá de Neptuno, último planeta del Sistema Solar.

Es una de las mayores expertas mundiales en las observaciones del teslescopio James Webb

Los objetos transneptunianos. Eso es lo que Pinilla estudia desde su tesis doctoral. Sabe perfectamente que la mayoría no acertamos siquiera a saber lo que son. Intenta explicarlo hablando de cuerpos fríos y lejanos. De Plutón. Del origen de los cometas. Esos que viajan tanto como lo ha hecho ella y que, como su carrera, hay un momento que alcanzan su mayor brillo.

Su viaje le ha llevado a permanecer fuera esos 30 años, pese a algún intento de volver a España. Nunca se dieron las circunstancias. Sabe esta ovetense que celebraba los aprobados en La Corrada del Obispo y lloraba los suspensos en El Rosal de la importancia de salir, aunque fuera «haga frío» como más allá de Neptuno. Admite que hay que ir donde están las oportunidades, donde se puede crecer, sin miedo a competir, donde se pueden hacer los mejores equipos, donde uno se pueda seguir haciendo preguntas y contar con los mejores medios para tratar de dar con las respuestas o, al menos, intentarlo.

Noemí Pinilla, junto al rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, en la celebración de Santo Tomás de Aquino. J. C. Román

Se emociona Noemí Pinilla al hablar de la vuelta a casa. Una casa, en realidad, con muchos matices. Porque cuando estudió Ciencias Físicas en la Universidad de Oviedo su facultad dependía entonces de la Universidad de Santander. Pero escucharla hablar de la institución que le ha permitido volver a observar el cielo desde Asturias deja claro el cariño que le tiene aunque ninguno de sus títulos hasta ahora llevara su sello.

Su vuelta fue posible gracias al programa Atrae del Ministerio de Ciencia y gestionado a través de la Agencia Estatal de Investigación (AEI), que tiene el objetivo de incorporar a investigadores y científicos de reconocido prestigio internacional que hayan desarrollado su carrera en el extranjero. Atrae puso sobre la mesa la oportunidad que había faltado en varias décadas, porque financió con casi un millón de euros la puesta en marcha de un equipo con el que sigue desarrollando los proyectos que ya llevaba a cabo en Estados Unidos. Pero hubo también una elección personal por Asturias. No cuesta imaginar que otras instituciones hubieran querido que Pinilla se incorporara a sus filas.

Noemí Pinilla es una científica de primer nivel que en la Universidad de Oviedo no solo investiga, sino que lidera y también ejerce la docencia y en la que sueña con poner en marcha otros proyectos en el seno del Instituto de Ciencias y Tecnologías Espaciales, el ICTEA. El programa Atrae es para cuatro años, pero ella tiene claro que no está aquí «de visita». Ha venido para quedarse y seguir ampliando los horizontes del conocimiento.

Ya desde Asturias, de hecho, ha publicado en 'Nature' uno de sus últimos hallazgos, sobre la presencia de hielo de agua cristalino en un disco de escombros polvoriento que orbita una estrella similar al Sol a 155 años luz de distancia. Así que será aquí donde se siga haciendo preguntas, como cuando, desde Toro, contemplaba las estrellas.

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