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Los tres españoles más cerca de la vacuna

Los tres españoles más cerca de la vacuna

Carecen del marketing y la financiación de China, Estados Unidos o Rusia, pero los laboratorios del CSIC libran desde enero y en varios frentes una batalla por conseguir un remedio seguro y eficaz. «Rendir al virus también es cosa nuestra», dicen los científicos que más a tiro tienen el 'milagro'

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Domingo, 30 de agosto 2020, 02:57

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«Todo lo que tiene forma puede ser definido, y lo que puede ser definido puede ser vencido». Lo dice Sun Tsu en 'El arte de la guerra', aunque la frase podría perfectamente haber salido de cualquier laboratorio donde se lucha desde hace meses y a brazo partido para desarrollar la vacuna que ponga freno a la pandemia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva ya registradas 160 vacunas que están en fase preclínica o experimentándose con humanos. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, hablaba el viernes de una de las que están más avanzadas, la que capitanea la farmacéutica Jannsen, que acaba de recibir autorización de la Agencia Europea del Medicamento para realizar ensayos clínicos con unos 500 voluntarios en Alemania, Bélgica y España. Un esfuerzo abrumador que tiene por objeto atacar al virus desde distintos frentes y que ha permitido quemar etapas a un ritmo nunca visto antes. China, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia... Todos suman.

También España. Y en particular el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde desde que se desató la emergencia sanitaria se trabaja contrarreloj para lograr una vacuna. Cinco proyectos hay en marcha y tres han logrado resultados espectaculares. No son flor de un día. Investigadores como Luis Enjuanes llevan más de 30 años consagrados a desmenuzar el coronavirus, a volverlo del revés, para desarrollar un antígeno que sea reconocido por el sistema inmunitario y produzca anticuerpos de una manera eficiente, de modo que cuando se produzca la infección, el cuerpo recuerde ese patógeno, vaya a por él y lo bloquee.

«Hacer una vacuna es como correr una carrera de 110 metros vallas, con una diferencia: si tiras una, te descalifican». Lo dice Vicente Larraga, director del laboratorio de Parasitología Molecular, que espera el visto bueno de la Agencia Española del Medicamento para dar por concluida la fase preclínica, de experimentación con animales, y lanzarse a ensayar con humanos. «La presión es enorme», admite, sometido a constantes escrutinios por parte de las autoridades sanitarias y pendiente siempre de que los demás hagan público sus avances, el rango de protección alcanzado frente al virus.

Cuestión de prioridades

Los frentes abiertos para amordazar al patógeno son diferentes en cada caso: una variante atenuada del virus de la viruela en el caso de Mariano Esteban, ADN recombinante en el de Vicente Larraga, y 'replicones' de ácido ribonucleico para el equipo de Sonia Zúñiga. Pero la hoja de ruta es la misma para todos. Desarrollar un candidato a vacuna, trabajar al menos con dos modelos animales diferentes y, una vez comprobado que hay una reacción inmunitaria suficiente y que no hay efectos secundarios dañinos, sumergirse en esa carrera de fondo que son la Fase I (con medio centenar de voluntarios), la II (entre 100 y 500 personas, esta fase y la anterior para determinar la seguridad y la inmunogenicidad) y la III (con una muestra de hasta 3.000 personas, en la que se vacuna a unos y a otros no y se determina su eficacia). En este último estadio están ya laboratorios como AstraZeneca -de la mano de la Universidad de Oxford, está quemando etapas a velocidad de crucero- Moderna o Janssen. Un proceso que en condiciones normales puede demorarse seis años y para el que ahora se barajan doce meses en el mejor de los escenarios..

«Es una carrera de tres cosas -ilustra Larraga-: dinero, porque el primero que la consiga, aunque no tenga mucha protección, la va a vender, y eso son miles de millones; poder político -fíjese en China, estoy convencido de que va a regalar la vacuna a los países en los que esté interesado a cambio de influencia-; y prestigio científico». Una consideración esta última que a Larraga le altera el pulso. «No podemos consentir de nuevo la imagen de nuestros políticos yendo al aeropuerto a recibir un avión procedente de China cargado de mascarillas o más adelante de vacunas. Es inaceptable, sobre todo cuando tenemos capacidad tanto de desarrollarlas como de fabricarlas. Y no es una declaración de intenciones, es una realidad».

La responsabilidad se palpa. «En España hay 483.000 personas en residencias, entre internos y trabajadores. Si yo obtengo una vacuna, tengo capacidad para vacunarlos. Y luego a los enfermos en situación más vulnerable. Y después al resto de la población. Eso lo podremos hacer, si todo va bien, en un año. Ese es mi objetivo -sostiene Larraga-. ¿Que los americanos sacan cien millones de dosis (que son pocas) y las venden a 35 dólares (que no está mal)? Bueno, es su apuesta. Nosotros queremos desarrollar una vacuna eficaz, segura y que proteja a nuestra población. Que todos puedan acceder a ella, esa es nuestra prioridad».

En su laboratorio del CNB-CSIC, Sonia Zúñiga se afana en desentrañar los misterios de un virus que ella no duda en calificar de «fascinante». Sin vacaciones, la conciliación familiar reducida a la mínima expresión, los fines de semana expuestos a esa granizada de estudios propios y ajenos, correos, análisis de resultados. «No desconectas, es imposible». El equipo de Enjuanes, al que pertenece Sonia, fue pionero en manipular el genoma del coronavirus y el primero del mundo -«le estoy hablando del año 2000»- en desarrollar un sistema de ingeniería genética específico para él. «Debemos aprender a convivir con el Covid como hacemos con la gripe, que nos asalta cada año. La diferencia en este caso es que las vacunas se reformulan todos los años porque las cepas cambian. El genoma del coronavirus, sin embargo, es tan complejo que no puede cambiar con tanta frecuencia, lo que dentro de lo que cabe es una suerte».

Complejo de inferioridad

Sonia sabe que la suya es una carrera de resistencia, no de velocidad. «Fuimos los que antes empezamos y, posiblemente, los que más tarde terminarán», explica, consciente de que en su caso los ensayos clínicos no llegarán antes de mediados de 2021. «Replicamos el virus desde 0 a partir de un sistema de ingeniería genética y luego le vamos quitando componentes, uno a uno. Nuestro método es el más lento, pero también el más eficiente». ¿Cuánto? «Los españoles somos un poco dados a pensar que siempre vamos a la cola, pero en este caso le aseguro que no es así. Es gratificante saber que algo que proteja al 100% se está desarrollando aquí y solo aquí».

No muy lejos de allí, Mariano Esteban se mueve por el laboratorio de seguridad biológica forrado como un cosmonauta. Gorro, mascarilla, dobles guantes; los tubos de ensayo, matraces y pipetas cediendo protagonismo al citómetro de flujo, que mide la respuesta inmune a partir de una muestra de sangre o de suero e identifica las poblaciones de células que van a estar implicadas en la defensa del organismo. «Mire, en España hay que ser un poco Quijote para dedicarse a esto. La investigación exige de ti muchas ganas, pero también emocionarse con los resultados cuando salen y sobreponerse cuando no».

Mientras, trajina con su virus atenuado de la viruela, a la espera de que le traigan unos macacos de Holanda con los que proseguir sus ensayos. «Créame, aquí hay mucha tela que cortar. Americanos, rusos, chinos... Todos dicen que su vacuna es eficaz, cuando por lo general pasan meses hasta demostrar eso o que no tiene contraindicaciones. Estamos, por así decirlo, en la primera generación de la vacuna. Pero habrá una segunda, una tercera, en función de su resistencia, sus mutaciones, y mientras atendemos el día a día, con otro ojo estamos pendientes de lo que está por llegar». Esto no ha hecho más que empezar.

Sonia Zúñiga (CNB-CSIC)

Inmunización a través de ingeniería genética

Manipular el genoma . Zúñiga trabaja con replicones de ARN.
Manipular el genoma . Zúñiga trabaja con replicones de ARN. CSIC

El equipo de Isabel Sola y Luis Enjuanes, al que pertenecen Sonia y diez investigadores más, trabaja con 'replicones', ácidos nucleicos que proceden del propio virus o de otros, que se usan como vehículo y que tienen la capacidad de autoamplificarse. No son unos recién llegados. Ya han desarrollado vacunas para el SARS de 2003 y el MERS de 2012 que daban una protección del 100% en modelos animales. «Nadie ha obtenido una eficacia tan alta», recuerda Sonia.

A partir de la secuencia del SARS-COV-2 que publicaron los chinos a mediados de enero, han diseñado mediante ingeniería genética una copia del genoma que se puede manipular, aislando los elementos que causan una enfermedad severa o generando virus atenuados que además no se diseminan.

En el laboratorio del CNB-CSIC estudian las bases moleculares del patógeno para averiguar por qué causa la enfermedad que causa. Esa información les permite obtener vacunas e identificar dianas terapéuticas, cualquier ruta celular o proteína viral que puede ser bloqueada con un medicamento.

Vicente larraga (CIB-CSIC)

Una molécula sintética que funciona a la carta

Respuesta inmunitaria. Larraga cree que en 2021 habrá disponibles 4 ó 5 vacunas, «espero que una sea española».
Respuesta inmunitaria. Larraga cree que en 2021 habrá disponibles 4 ó 5 vacunas, «espero que una sea española». CSIC

La palabra clave es 'Recombinante', un tipo de ADN que no se obtiene de manera natural y que el equipo de Vicente Larraga diseña y produce. Dicho de otra forma, una molécula sintética que tiene la función que uno quiere. Son vacunas que llevan ya varios años funcionando para evitar enfermedades animales, y cuyo desarrollo recomienda ahora la OMS.

El ADN es una molécula muy dura y resistente, y en muchos casos no necesita la cadena de frío, algo fundamental cuando estás pensando en enviar vacunas a lugares donde no llega la electricidad -en África, el 50% del territorio-, porque las dosis no se degradan aunque no se disponga de neveras.

Larraga ha desarrollado 8 candidatos a vacunas diferentes a partir de variantes distintas de proteínas del virus. Antes de experimentar en personas, inocularán los modelos más prometedores en ratones que incorporan los mismos receptores que utiliza la enfermedad para entrar en los humanos, induciendo así una reacción del sistema inmune y creando anticuerpos específicos.

Mariano Esteban (CNB-CSIC)

Una variante atenuada del virus de la viruela

Desde enero. El grupo de Mariano Esteban ya ha desarrollado vacunas contra el ébola, el chikungunya y el zika.
Desde enero. El grupo de Mariano Esteban ya ha desarrollado vacunas contra el ébola, el chikungunya y el zika. CSIC

El equipo de Mariano Esteban quizá sea el que va más adelantado, ya que espera iniciar los ensayos con grupos reducidos de humanos -Fase 1- antes de que finalice el año. La piedra angular de su proyecto es el virus de la viruela, el más mortífero que se ha conocido, del que utilizan una variante altamente atenuada.

¿Qué le convierte en un vehículo idóneo para conjurar al Covid-19? Su característica principal es que puede expresar muy eficazmente antígenos del coronavirus y provocar respuestas potentes, produciendo anticuerpos neutralizantes y linfocitos T, los encargados de reconocer las células infectadas por un patógeno.

Esteban lleva 30 años desarrollando vacunas contra enfermedades emergentes causadas por virus, en especial el del sida. También ha creado candidatos vacunables frente al ébola, la chikungunya o el zika, que protegen entre un 80 y un 100% en modelos animales. Su estrategia pasa por utilizar la misma metodología contra el coronavirus y aspira a conseguir idéntica eficacia.

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