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ANA RANERA
Domingo, 21 de marzo 2021, 01:39
Youtubers, Rubius y Andorra. Tres palabras repetidas hasta la saciedad en las últimas semanas y de las que, hace un puñado de años, solo habríamos entendido la tercera; las anteriores nos hubieran sonado a un idioma lejano que, ni mucho menos, estaba a nuestro alcance.
La digitalización nos ha ido trayendo nuevas profesiones como esta, la de los youtubers, esas personas que viven de una plataforma de vídeos en la que los suscriptores y las visualizaciones se convierten en dinero, y puede llegar a ser mucho. Tanto, que los más conocidos en nuestro país como el Rubius, The Grefg y Willyrex se han ido a vivir a Andorra para salvar sus cuentas millonarias de los impuestos españoles, aprovechando que, en el país pirenaico, el máximo a tributar es el 10%.
En Asturias, también hay unos cuantos que viven de ello o que buena parte de sus ingresos procede de esta plataforma. Casi siempre por casualidad, lo que empieza siendo un juego acaba por volverse su profesión. Esto mismo le ocurrió en 2009 a Isabel Llano, Isasaweis para sus seguidores o 'piñones' como ella prefiere llamarlos. En su canal son más de 550.000, una gran familia que arrancó su andadura cuando llegar a casa y decir «soy youtuber» se llevaba un «¿y eso qué es?» por respuesta.
Ella subió su primer vídeo sin contárselo a nadie, presa de la timidez, pero a este le siguieron tantos que dejó la docencia y se dedicó por entero a Youtube. Eso sí: desde Gijonín. «Nunca me plantearía irme a Andorra, igual que no me planteo irme a Madrid, que es algo que mucha gente me pregunta», cuenta. Tributar en nuestro país es algo que le compensa con tal de mantenerse en su entorno y rodeada de los suyos. «Entiendo que en España es muy sangrante el tema de los impuestos y entiendo que haya gente que se vaya, pero yo no me muevo de aquí», dice contundente.
Isabel sabe bien de lo que habla, fue pionera en esto. Tanto, que, cuando llevaba solo cuatro o cinco meses al otro lado de la pantalla, recibió la llamada de Antena 3 para ofrecerle un programa de televisión. Ahí empezó todo a cambiar. «Dejé de dar clase y vi claro que me tenía que dedicar a esto. Era lo que me llenaba, encontré mi vocación», asegura. Y, aunque parezca que todo fue muy rápido, realmente, de aquella tenía mil seguidores, aunque a ella le parecieran millones. «Celebré llegar a esa cifra, el crecimiento fue poco a poco», revela. Fue tan paulatino que tardó «siete u ocho años» en acabar de creerse que Youtube era su profesión. «Soy muy cauta. Me lo tomaba como una cosa para hoy, pero hay que vivir toda la vida. Me parecía muy aventurado decir que iba a dedicarme a esto».
Eso hizo que se llevara consigo la frase de «cuando se acabe Isasaweis...», pero parece que va para más largo de lo que ya ha ido. «He currado mucho, he sembrado mucho y tengo un conocimiento de las redes que ha hecho que surgieran otros trabajos a partir del de ser bloguera», relata. Cuando habla de esfuerzo, se acuerda de épocas de dedicarle a Youtube «todas las horas del día» porque «nunca desconectas». «No es ya por obligación, sino porque me apetece. Estoy de vacaciones, veo algo que me gusta y quiero compartirlo en las redes sociales», indica.
Ese ritmo de trabajo que, en algunas épocas, es «brutal» se hizo su medio de vida y, en Asturias, sin necesidad de cruzar la frontera hacia Andorra. Desde Madrid, sin embargo, se graba el también asturiano Rodrigo Fáez para los más de 300.000 suscriptores que tiene en su canal, en el que el fútbol es el rey. Ellos tienen la suerte de que los contenidos que consumen los produce alguien que dice que quedarse o marcharse «es cuestión de mentalidad» y la suya está clara: «Tributé, tributo y tributaré en España, aunque haya gente que elija hacer otras cosas», dice. «Desde que se fue el Rubius me han preguntado cien veces que si me iría». Pero a él lo que le apetece es acercarse a su hogar: «Quiero volver a Asturias»
Fáez empezó en Youtube «con el último ascenso a Primera del Sporting» para crear «contenido de calidad para menores de 25, esa franja de edad que no ve la tele». Entonces empezó un proceso «bastante lento» en el que, «una vez que coges velocidad, la cosa va bien». «Youtube no me da de comer al 100%, pero sí que me reporta beneficios», explica. De esto se dio cuenta cuando tenía ya entre 50.000 y 60.000 seguidores y llegaron los primeros patrocinios. «Ahí te percatas de que puede convertirse en algo serio», porque empieza a llegar el dinero.
«Hay dos formas de monetizar Youtube: con las visualizaciones directas y con los patrocinios», relata. «Es lioso porque no vale lo mismo una visita desde España o Argentina que desde Estados Unidos o Inglaterra», explica. «Mi momento de más rentabilidad fue durante el confinamiento porque empecé a hacer más 'gaming', que vende mucho, y coincidió con el tema de Leo Messi. En ese mes ingresé 4.000 o 5.000 euros», detalla. Tanto porque esos vídeos tienen entre 100.000 y 150.000 visualizaciones.
Rodrigo reconoce que, «por poder, podría vivir de Youtube», aunque por ahora no entra en sus planes.
«Si me dedicara exclusivamente a ello, podría sacar dos o tres vídeos al día, pero, de momento, no estoy en ese punto por apuesta personal y porque me lo tomo más como un hobby».
Como Isabel y Rodrigo, son muchos los que llegan a Youtube y se van haciendo un hueco. Es el caso de José Manuel Pérez, al frente del canal Laderas del Naranco, un espacio sobre jardinería que ya acumula 37.500 suscriptores, con vídeos que superan las 600.000 visitas. «Me lo abrí hace dos años porque tenía mucha curiosidad por conocer cómo funcionaba Youtube y las cosas, poco a poco, empezaron a ir bien», señala.
Fue entonces cuando decidió darse de alta como autónomo y vivirlo «de otra manera». «En los primeros nueves meses, facturé mil euros, y eso me hizo pensar en explotarlo. Empecé a trabajar con marcas para crear contenidos de manera rentable», explica. Lo hace así porque, con lo que da Youtube, apenas llega. «Depende de diversos factores, pero más o menos es un euro por cada mil visitas». Así que es mejor cerrar acuerdos comerciales propios, porque «no se puede vivir solo de los anuncios de la plataforma».
José Manuel, por las tardes, crea contenidos para otras empresas, pero, «con el tiempo, es posible que Youtube se convierta en mi actividad principal, aunque ahora mismo no me daría lo suficiente». Y lo mismo que a él le ocurre a María García, Más Que Rizos en la red. Ella cuenta con más de 20.000 suscriptores y con vídeos de más de 100.000 reproducciones. El método 'curly girl' fue lo que la llevó a la popularidad a través de su cuenta de Instagram de viajes. «En mis publicaciones era muy evidente el cambio de mi pelo, pero, como no veía viable hablarlo en mi Instagram, me grabé para Youtube».
Unos meses más tarde, con los vídeos colgados desde hacía tiempo, se dispararon las visitas y empezaron a hacerle preguntas «que fui contestando en más vídeos» y, como le siguen llegando nuevas cuestiones, «sigo haciendo más y más», narra. «La información que yo cuento faltaba en Youtube. Por eso gustó lo que subí y cada vez los ve más gente». Ella vive de su blog y de las redes sociales «no directamente», pero a través de ellas ha podido desarrollar otras actividades.
Como estos cuatro youtubers, cada vez son más los que viven de profesiones que hace muy poco nadie hubiera entendido y de dinero que nace de un mundo virtual en el que los clicks y los suscriptores tienen un precio, muchas veces, tan alto que a algunos los empuja a irse a Andorra para tener más y contribuir menos.
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