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Comenzamos nuestro viaje a la vera de San Salvador de Oviedo y ahora cada vez estamos más cerca de nuestro destino final en Santo Toribio de Liébana. La proximidad de la vecina Cantabria se intuye en las aguas cristalinas del Cares que hermanan esa comunidad con la nuestra y que nos vamos a encontrar muy pronto, poco iniciada la marcha en Alles. Una senda ancha y a tramos pavimentada nos conducirá en leve descenso hasta Besnes, con su capilla de San Millán y sus antiguos molinos envueltos en la magia del propio bosque. Muy próxima está la Cueva de Coimbre, con vestigios de arte parietal. Estamos en una especie de pequeña Florencia de las pinturas y grabados rupestres, pues a tiro de piedra en Llonín, está su famosa Cueva del Quesu y sin salirnos del concejo de la Peñamellera Alta, la de Traúno en Cáraves. Viendo los riscos y escarpados desfiladeros de estas tierras maravilla saber que estuvieron habitadas desde los primeros tiempos del ser humano.
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Por Llonín sigue el itinerario oficial del Camín de los Santuarios para continuar bajo la mole del Cuera por Cavandi y Abándanes hasta Panes. Es un trayecto que se puede hacer cómodamente en coche por carretera. Nosotros proponemos otra ruta alternativa si les gusta dar suela de bota para poder contemplar de cerca el paisaje que nos mira desde las cumbres. Ésta además es más bonita. Para recorrerla basta desviarse en Besnes en dirección a Niserias. Allí nos espera el Cares que en días luminosos parece azul en el fondo de los cotos salmoneros. Podemos caminar al lado de su cauce intrincado río arriba para cruzarlo hacia Mier, donde ya se abre a una vega de campos labrados y prados de pasto. Atravesando sus calles para buscar la pista que nos conducirá hacia La Collada de Ardines resulta difícil no detenerse ante la melancólica estampa de su iglesia de San Pedro (siglo XVI), humilde y recia, con su texu centenario y el arco del antiguo cementerio marcando un camposanto donde solo crece la hierba.
A medida que vamos ascendiendo, la vista de la vega de Mier desplegándose en las riberas del Cares evoca entornos de la vieja Mitteleuropa. Y en lo alto de la majada, yeguas en semilibertad con sus potros nos brindarán una hermosa panorámica de cómo debió ser la vida en estos altos durante siglos. Sobre nuestras cabezas, casi al alcance aparente de la mano, la imponente cabecera de La Pica, una cota no muy alta, pero que con su forma de colosal hachón paleolítico, impresiona. Entre cabañas de pastores iniciamos el descenso por el Valle Baju, el otro concejo de las Peñamelleras, y unas cuantas vueltas más allá entraremos en el barrio de Orejuz, sobre el caserío de Bores, con su magnífico Palación (siglos XVII-XVIII), entre fortín y atalaya con la cresta de la Sierra del Cuera al fondo enmarcando un paraje de gran belleza.
Atravesamos Tobes, que como Bores conserva atractivos ejemplos de la arquitectura rural de la zona y sin mucho tardar llegaremos a Robriguero para pasar el Deva por su Puente Vieju de Lles.
A las puertas de Panes, en medio del praderío que se extiende en la vega del río astur-cántrabro, la bella estampa de la iglesia románica de San Juan de Ciliergo (siglo XIII) con su porte de vieja abadía irlandesa desafía al tiempo marcando su lugar en una zona de paso transitada desde que se pierde la memoria de estos valles y montañas. En la capital de la Peñamellera Baja, al lado de sus lucidas casonas y comercios con solera, hay una buena oportunidad para visitar su Museo de los Bolos, tan populares en todo el oriente de Asturias. Aquí retomamos el itinerario oficial de nuestra ruta para avanzar hasta Cimiano, con su coqueta ermita gótica de Nuestra Señora de Espioña y su puente de piedra, además del Palacio del Collado, de origen barroco y transformada en casona indiana por encargo de uno de estos americanos de fortuna del lugar.
En El Mazo, veremos otra interesante capilla, la barroca de San Antonio de Padua y podremos visitar la cercana Cueva de la Loja con su ilustrativa Aula Didáctica. Merodio será la última localidad del Principado que pisemos antes de entrar en territorio de la comunidad de Cantabria.
Nuestra meta está en Cabanzón, una hermosa aldea perteneciente al municipio montañés de Herrerías. En ella tendremos ocasión de descansar del intenso trayecto recorrido y contemplar su maciza Torre Fortaleza de fecha altomedieval o su iglesia barroca de Santa Eulalia de Mérida con un espléndido retablo del siglo XVIII. Muy cerca, tras los montes que nos rodean, nos espera la Liébana al final de un camino que aún nos sorprenderá con su paisaje inmerso en la historia.
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Samantha Acosta | Gijón
Fernando Morales y Sara I. Belled
Jessica M. Puga | Gijón y Samantha Acosta
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