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La 'Mareona', con licencia para soñar con Primera
Impulso. Un millar de sportinguistas, entre ellos Lora, Nacho Méndez y Zarfino, convierte Elda en una fiesta rojiblanca para la clasificación al 'play off'
El gol de Roque y la parada salvadora de Yáñez decretaron hoy día de fiesta en Gijón. Pirotecnia antes de la batalla del domingo contra el Espanyol. El que no olvidará nunca este 2 de junio de 2024 que lo propició, que ya engorda la épica sportinguista, es el millar de aficionados que vieron el partido en directo. Un respaldo de Primera.
Los autocares de las peñas llegaron a Elda a primera hora tras una maratoniana noche. «Unas once horas de viaje», apreciaba Natalia Valles, de la peña Noceda, de Langreo. Algunos jugadores ya habían salido a dar el clásico paseo matinal y a estirar las piernas. No fue el caso de Ramírez, que permaneció en el hotel y aprovechó para saludar a amigos que fueron a visitarle. Djuka, Izquierdoz, Queipo, Diego Sánchez, Christian Joel, Zarfino, Guille, Gaspar, Pablo, Villalba y Roque, entre otros, sí se dejaron ver.
Nacho Méndez, que luego sería uno de los grandes protagonistas de la 'Mareona' a la llegada del equipo al campo junto a Zarfino, camiseta del equipo incluida, salía a correr. En la jornada también se dejaría ver como seguidor un sportinguista ilustre: Alberto Lora. Y algún 'ex' como Pablo de Lucas.
David Guerra, acompañado por Joaquín, visitó la plaza Mayor de Elda, donde se concentró el grueso del sportinguismo. La ciudad estaba de fiesta, con gigantes y cabezudos entremezclándose con la afición rojiblanca. Otros hombres clave en la estructura del club, como Israel Villaseñor, Gerardo García, Odin Vite y el argentino Eduardo Brandenburg también viajaron.
Cerca del Pepico Amat, la peña Sentimiento Azulgrana celebraba una gran fiesta en su sede por la permanencia del Eldense. Una banda ponía la nota musical y los miembros de este colectivo abrían la puerta de su casa a todos los sportinguistas que pasaban por ahí. Camaradería antes de la batalla, en la que el Eldense no regaló nada. El sportinguismo sufrió hasta el grito de euforia final.