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Diseñar un dispositivo para la detección de droga, incluso adulterada, en controles fronterizos portátil e inalámbrico, de bajo coste, para cuyo uso no haga falta tener experiencia en química y que ofrezca unos resultados rápidos, eficientes y muy precisos. Ese es el ambicioso objetivo del proyecto europeo Bordersens, en el que están involucrados hasta 16 socios internacionales. Los dos únicos españoles son asturianos: Dropsens e Izertis. Junto a ellos, varias universidades -la coordinación global la lleva la de Amberes- y los que serán los usuarios finales del producto: fuerzas policiales, institutos forenses y autoridades fronterizas.
El punto de partida son unos métodos que se emplean en aduanas y controles de fronteras que empiezan a quedarse obsoletos, por precisión, coste o por la portabilidad del propio 'laboratorio'. Se trata, por un lado, de los test colorímetros o pruebas de color, que aunque son portátiles y baratos, presentan baja fiabilidad y precisión (no superior al 70%); y , por otra, las pruebas electroscópicas, más sofisticadas y precisas, pero con unos costes más elevados y una peor portabilidad.
¿Cómo llegan a este proyecto los socios españoles? Según explica Pablo Fanjul, responsable de investigación y desarrollo de Dropsens, la 'culpa' de su participación la tienen las universidades de Amberes, Cluj (Rumanía) y la Autónoma de Barcelona, que «colaboran en el desarrollo de sistemas analíticos para la detección de drogas utilizando nuestros sensores e instrumentación». Los buenos resultados de esos trabajos son los que les impulsan a buscar la colaboración con servicios de aduanas de diferentes países «para probar en situaciones reales de trabajo sus prototipos de laboratorio».
Ese avance en la investigación es el que acaba involucrando a los socios asturianos. «En esta etapa en la que se plantea sacar de los laboratorios los sensores e instrumentos requieren de nuestra participación para generar sistemas más económicos, más compactos y sencillos de utilizar por personal cualificado», apunta Fanjul.
Y aquí entra Izertis: «Al trabajar con información sensible de cuerpos de seguridad del Estado se involucra a Izertis para que se encarguen de la comunicación y transmisión de información con criterios de ciberseguridad», añade. Desde la consultora tecnológica, Raquel García ahonda en su papel de comunicación y compilación de los algoritmos en la nube: «Enviar información, almacenarla en la nube y que vuelva. Hablamos de una información muy delicada que no debe poderse 'hackear'».
El sistema de análisis empleado en el dispositivo, que acaba de comenzar la fase de pruebas en el laboratorio, está basado, explican desde Dropsens, en sensores electroquímicos «modificados con nanomateriales y polímeros impresos» que generan una respuesta similar a una huella dactilar para cada droga. «Aunque se intente cortar o mezclar con otros compuestos, el sistema de análisis es muy selectivo y permite detectar e identificar la droga presente en la muestra (cocaína, heroína, mdma, etc...)», desarrolla Fanjul.
La posibilidad de dar información 'in situ', en tiempo real y con una efectividad del 99% permite «una rápida toma de decisiones por los cuerpos de seguridad del estado ante posibles casos de tráfico de drogas». El dispositivo, además, será capaz de detectar no solo una sustancia, sino varias a la vez, tanto drogas como precursores o cortantes. ¿Y qué son los precursores? Es una cuestión importante porque hablamos de aquellas sustancias químicas que se emplean para fabricar drogas ilíticas, pero que muchos de ellas no están prohibidas. Es el caso, por ejemplo, del anhídrido acético, involucrado en la conversión de la morfina en heroína, pero que también se emplea en la producción de la aspirina o como conservante de la madera. De ahí que el nuevo dispositivo sea capaz de detectar todo el espectro.
El proyecto europeo Bordersens se inició en septiembre de 2019 y responde a una convocatoria del área de Defensa y Seguridad del programa H2020 de la Unión Europea. Tras las pruebas que se realizarán este año, en febrero de 2022 se integrarán los componentes que conformarán el ldispositivo. En agosto de 2023 estará terminado.
Según apuntan desde Izertis, estas iniciativas surgen en «un momento convulso no solo por la nueva realidad que está configurando la covid», sino también porque según el Informe Europeo sobre Drogas 2020 «nos encontramos ante un panorama muy preocupante».
Plazos. Tiene una duración de 48 meses. Empezó en septiembre de 2019 y terminará en agosto de 2023. Ha comenzado la fase de pruebas.
Socios. Hay 16 socios internacionales (de España, Bélgica, Rumanía, Reino Unido, Países Bajos, Suecia, Luxemburgo y Lituania), bajo la coordinación de la Universidad de Amberes.
Presupuesto. El proyecto cuenta con una financiación de 5,5 millones. Ha recibido fondos del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.
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