«Asturias acierta al combinar la modernización de sectores industriales tradicionales con apostar por los emergentes»
«Hoy nos situamos incluso por encima de lo que nos marca la senda de cumplimiento del objetivo del 1,25%»
Habla Diana Morant (Gandía, 1980) del cambio de tendencia que, en materia de innovación, está viviendo España con un incremento histórico de la financiación a la I+D+I. Aunque la ministra de Ciencia e Innovación reconoce algunas debilidades, como la baja inversión empresarial en la materia o el déficit del sistema español en su capacidad de trasladar el conocimiento científico a las empresas para que puedan innovar.
– Un hito marca este año el panorama científico español: la nueva Ley de Ciencia, que pretende que España no pierda posición en Europa. ¿Ya están comprobando su efectividad?
– La nueva ley conlleva mejoras sustanciales en las carreras científicas de los investigadores, reduce las trabas administrativas e introduce nuevas medidas para estimular la transferencia de conocimiento. Y la aplicación de estos avances ya está cambiando realidades, dando más estabilidad, seguridad y facilidades en el día a día de nuestro personal de investigación. Hay otro asunto importante: la ley cumple con la demanda histórica de asegurar que nunca falte financiación para la ciencia. Blinda una financiación pública de la I+D estable y creciente con el objetivo de que alcance el 1,25% del PIB en 2030 –y el 3% junto a la inversión privada–, para equipararnos con la media europea. En 2023 hemos aprobado el presupuesto más alto en I+D+I en la historia de nuestro país y hoy ya nos situamos incluso por encima de lo que nos marca la senda de cumplimiento del objetivo del 1,25%.
– También este año es clave en el ámbito innovador por la Ley de Startups. En un país con una mayoría de pymes y micro pymes, estas empresas emergentes de base tecnológica serán esenciales para el cambio. ¿Qué expectativas les genera?
– El proyecto de Ley de Startups creará un entorno mucho más favorable al emprendimiento en nuestro país, simplificando los trámites e introduciendo condiciones más ventajosas para la creación de estas nuevas empresas, como un tipo reducido del 15 % en el impuesto de sociedades o la mejora del tratamiento fiscal de las opciones sobre acciones. Esta es una de las reformas necesarias para convertirnos en el país líder en innovación que queremos ser. Un país líder en sectores y tecnologías estratégicas, como las llamadas 'deep tech', basadas en los avances científicos y tecnológicos disruptivos, generados en las universidades, centros de investigación y centros tecnológicos, y vinculados al sector aeroespacial, la biotecnología y la medicina personalizada, las energías renovables, la inteligencia artificial, la computación cuántica o los materiales avanzados. Desde el ministerio estamos reforzando el apoyo al emprendimiento 'deep tech'. Y no solo con subvenciones, sino también invirtiendo directamente en el accionariado de esas empresas. En poco más de dos años hemos invertido más de 170 millones en cerca de un centenar de empresas emergentes de base tecnológica. Y vamos a seguir haciéndolo con más ímpetu, con el fin de apalancar también la inversión de fondos privados de capital riesgo. Todo este esfuerzo ya se está traduciendo en rentabilidad para los fondos públicos, que permitirá aumentar el volumen inversor en los próximos años, y en mayor atracción de talento e inversiones internacionales.
– En esta cuestión de escasez de profesionales o de falta de enfoque hacia las áreas del futuro, haría falta también un cambio en el ámbito educativo. ¿Cuales serían las claves a corto y medio plazo para atender en nuestro modelo de educación?
– En primer lugar, es necesario fomentar las vocaciones en las llamadas disciplinas STEM, donde está el empleo de más calidad e influencia en el diseño del futuro. Hoy la mitad de nuestras empresas ya no están encontrando el talento digital que necesitan para crecer. Y, especialmente, es prioritario despertar el interés de las niñas por estas carreras, donde son una minoría debido, entre otras cuestiones, a la falta de referentes femeninos visibles y sesgos de género que les llevan a desconfiar de sus capacidades. En plena transformación digital, no podemos prescindir del talento de más de la mitad de la población. Por eso, ya estamos desplegando desde el ministerio una batería de herramientas transformadoras como el nuevo Plan de Igualdad de Género y no Discriminación, el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación, los programas de mentorazgo en I+D+I con enfoque de género y, principalmente, la nueva Ley de Ciencia, un marco jurídico que introduce, por primera vez, medidas valientes para garantizar la igualdad de género en el sector de la I+D+I.
DIANA MORANT. Ministra de Ciencia e Innovación
«Uno de cada cuatro nuevos empleos que se crean son de ciencia e innovación»
AUX STEP FOR JS
– ¿Hay oportunidades para las humanidades?
– El avance tecnológico está creando también nuevas oportunidades para graduados en ciencias sociales y humanidades. Son perfiles necesarios para configurar cómo la tecnología debe interactuar con los humanos. Hoy la clave es fomentar una mayor multidisciplinariedad, de forma que los graduados en humanidades se interesen por disciplinas como la informática o la inteligencia artificial, pero también los estudiantes de ciencias adquieran formación en arte, literatura o historia. Las competencias más buscadas en el mercado laboral serán la creatividad y el pensamiento crítico, propias de perfiles híbridos. Será necesario potenciarlos, no solo mediante dobles grados o postrados multidisciplinares, sino también impartiendo cursos cortos que ofrezcan cualificaciones flexibles.
– ¿A qué cree que se debe que España tenga peores indicadores de innovación e I+D que el resto de países de la UE y, en general, de la OCDE?
– El problema es que en el pasado no se ha invertido lo suficiente en I+D. Las políticas de austeridad del Gobierno del PP durante la última crisis financiera fueron demoledoras también para el sector científico e innovador. España fue el país de la UE donde más se redujo la financiación pública de la I+D, con una bajada superior al 30% en el período 2008-2013, y un estancamiento posterior hasta 2020. Ahora estamos cambiando las cosas. Hemos duplicado el presupuesto público de I+D, pero tenemos que asegurarnos de que seguimos este rumbo. Por eso es tan importante el compromiso de financiación creciente alcanzado en la Ley de la Ciencia. Pero el problema también está relacionado con la baja inversión empresarial en I+D y, en general, con la falta de cultura innovadora en las empresas españolas. Como resultado, el gasto empresarial representa alrededor de un 50% del gasto total en I+D, mientras que la media de la UE está en torno al 65%. Pero estamos convencidos de que la mayor inversión pública en I+D va a traccionar también la inversión privada. En este sentido, los datos más recientes de afiliación a la Seguridad Social son muy prometedores. El sector que más empleo está creando es el de la informática y las telecomunicaciones. Y el tercero, el de actividades científicas y técnicas. Hoy uno de cada cuatro nuevos empleos que se crean en España es de ciencia e innovación.
– ¿El problema de la innovación es un problema de ciencia o de cómo trasladar el conocimiento al mercado y que lo absorban las empresas?
– Las dos cosas son esenciales. Pero, efectivamente, la principal debilidad del sistema español de ciencia e innovación está en la capacidad de trasladar el conocimiento científico a las empresas para que puedan innovar. Aunque España contribuye significativamente a la producción científica mundial, ocupando el puesto 11 del mundo en publicaciones científicas, su desempeño en el ámbito de la innovación es más modesto, con un puesto 29 en el último Global Innovation Index. Los datos muestran claramente que España se encuentra rezagada respecto a otros países europeos en la transferencia del conocimiento científico a la sociedad y la colaboración de las empresas con universidades y centros públicos de investigación. Esto dificulta que los resultados de la investigación pública se traduzcan en innovaciones con impacto económico y social.
– Y si la competitividad empresarial depende de cómo absorben las empresas el conocimiento, ¿qué medidas se están adoptando para que innoven más y sean más competitivas?
– Acabamos de lanzar un nuevo plan de transferencia y colaboración que fortalecerá los vínculos entre el sector público y el privado para aumentar el impacto de la inversión pública en investigación e impulsar la capacidad innovadora de las empresas españolas. El plan incluye 15 medidas que se estructuran en tres ejes. El primero se centra en la transferencia del conocimiento generado en el sistema público de investigación hacia las empresas, el sector público y la sociedad. El segundo incluye medidas para fomentar la colaboración de las empresas con las universidades y centros públicos de investigación durante la fase de generación de conocimiento, no sólo a través de proyectos puntuales de colaboración en I+D+I, sino también mediante nuevos modelos más ambiciosos de alianzas público-privadas, así como a través de la movilidad del personal investigador y la ciencia ciudadana. El tercero pretende mejorar la capacitación del personal investigador, técnico y de gestión en lo relativo a la valorización del conocimiento, así como potenciar las conexiones del ecosistema, con especial atención al rol de los centros tecnológicos, oficinas de transferencia de conocimiento, y otros agentes intermedios y plataformas. Con este plan de choque transformador pretendemos aumentar el impacto social y económico de la ciencia.
DIANA MORANT. Ministra de Ciencia e Innovación
«Hay que combinar la modernización de sectores tradicionales con emergentes»
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– ¿Hasta qué punto detrás de este problema no está ese tamaño medio de la empresa española? ¿En qué puede contribuir su ministerio a que las empresas crezcan y puedan absorber más conocimiento científico?
– Sin duda, parte del problema se encuentra en las características propias del tejido productivo español en comparación con otros países de la UE. Me refiero a la predominancia de pymes en sectores tradicionales poco intensivos en conocimiento, que no invierten en I+D. En nuestro ministerio tenemos esto muy presente. Aparte de los programas de apoyo a las empresas emergentes de base tecnológica, quiero destacar también el programa de Proyectos I+D Transferencia Cervera, dirigido específicamente a reforzar las capacidades tecnológicas de las pymes mediante su colaboración con centros tecnológicos, al que hemos dedicado 119 millones entre 2019 y 2021. Por otra parte, estamos introduciendo mecanismos para integrar a las pymes en otros programas. Por ejemplo, la convocatoria 2022 del programa Misiones Ciencia e Innovación contempla dos categorías de proyectos y establece que al menos 20 millones deben dedicarse a las 'Misiones Pymes', así como que las 'Misiones Grandes Empresas' deben estar constituidas por entre tres y ocho empresas entre las que al menos una sea pyme.
– En Asturias se acaba de aprobar la nueva Agencia de Ciencia, Competitividad Empresarial e Innovación creando el 'modelo Asturias' de gestión de la I+D+I. ¿Ve este modelo el más acertado para afrontar los retos?
– Por supuesto. Es una muy buena noticia que se ponga en marcha esta agencia y que Asturias apueste más decididamente por la I+D+I. Las políticas de ciencia e innovación en España son una competencia compartida entre los niveles estatal y autonómico, lo que crea sinergias y complementariedades. Todos los niveles de las administraciones públicas tenemos la responsabilidad de contribuir ahí y solo así lograremos alcanzar metas más ambiciosas.
– Asturias, región industrial por antonomasia, busca nuevos enfoques a su economía. Junto a la Estrategia de Especialización Inteligente, mira hacia sectores emergentes como el hidrógeno, la investigación biomédica y la industria de Defensa. ¿Coindice en la potencialidad de esos nuevos sectores?
– Es acertado combinar el apoyo a la modernización de los sectores industriales tradicionales que caracterizan a la economía asturiana, con una apuesta por sectores emergentes como los que menciona, prioritarios también en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno. Desde el ministerio, estamos desplegando un innovador y pionero instrumento de investigación conjunta entre el Estado y las comunidades en torno a ocho áreas estratégicas: la biotecnología aplicada a la salud, las ciencias marinas, la comunicación cuántica, la energía e hidrógeno renovable, la agroalimentación, la astrofísica y física de altas energías, los materiales avanzados y la biodiversidad. Son planes complementarios que suman y coordinan las capacidades científico-técnicas y recursos humanos estatales y autonómicos para impulsar el crecimiento sostenible y las oportunidades de empleo de calidad desde y en todos los territorios de España. Movilizarán 466 millones hasta 2025, de los que 299 serán financiados por este ministerio y el resto será cofinanciado por las comunidades. En el caso de Asturias, participa en tres: el de biodiversidad, desde donde se desarrollarán soluciones centradas en la naturaleza; el de energías e hidrógeno renovable, enfocado en la generación, almacenamiento y uso industrial de las futuras energías verdes, y el de agroalimentación, orientado a la transformación del sector en un escenario más verde, sostenible, saludable y digital.
– El desarrollo de las renovables está claro que será una de las claves de futuro, pero hay quejas de atascos administrativos que pueden poner en peligro proyectos esenciales. ¿Qué se está haciendo y qué más puede hacer?
– Queremos ser un país rico en energías limpias. Ese será el legado de nuestra generación. Y, desde 2018, estamos realizando reformas ambiciosas en materia de energía y clima, que han devuelto a España a una posición de liderazgo internacional. Legislamos e invertimos como nunca en el reto de la transición ecológica, al que hemos destinado el 40% de los fondos europeos Next Generation: más de 28.000 millones. Hoy ya somos un hub europeo para el desarrollo industrial de las energías renovables. Lo dicen los datos: fabricamos el 60% de los componentes de la tecnología fotovoltaica, el 90% de la eólica y somos el país con una mayor red de centros de I+D en energías oceánicas de la Unión Europea. También nos hemos propuesto liderar el desarrollo de hidrógeno renovable en Europa. Concretamente, con el Plan Estratégico de Energías Renovables tenemos una hoja de ruta para alcanzar, en 2030, un 10% de la capacidad total europea de producción de hidrógeno renovable, como pilar de la transición energética. Ser una potencia mundial en las energías limpias del futuro no es una utopía. Es una realidad. En el primer trimestre del año, el 20% de los anuncios en el mundo de proyectos de hidrógeno verde han venido de España. Desde nuestro sistema público de ciencia estamos contribuyendo a afianzar el liderazgo de España en el desarrollo de las energías renovables del futuro. Lo hacemos, por ejemplo, desde el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, con un equipo de casi 1400 personas que trabajan en centros especializados ubicados en Madrid, en Barcelona, en Soria, en Trujillo o en Almería, donde se encuentra nuestra Plataforma Solar, reconocida internacionalmente. También pondremos sello español a la energía del futuro desde Cáceres, en colaboración con Portugal, desde el próximo Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético. O desde un pequeño pueblo granadino de menos de 800 habitantes, desde Escúzar, donde se empieza a desplegar el IFMIF Dones, una infraestructura científico-técnica clave en un proyecto internacional de gran envergadura que dará luz a un nuevo modelo energético basado en la fusión nuclear.
– Lance un mensaje a la sociedad española sobre la necesidad de la ciencia, investigación e innovación como claves de futuro del país.
– La ciudadanía cada vez es más consciente de que la actividad investigadora requiere de todo el apoyo del país, pues es clave para afrontar los grandes retos sociales de nuestro tiempo. Así lo indica el último informe del CIS, que sitúa la investigación científica como el segundo ámbito en el que los españoles más quieren que aumente el gasto público, por detrás de la sanidad, y por delante de la educación, la protección del medio ambiente, las pensiones o la seguridad ciudadana. Hemos comprendido que el conocimiento es un valor transversal e imprescindible para mejorar cualquier aspecto de nuestra vida.