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El cantautor posa junto a la estatua de La Regenta. PABLO LORENZANA

«Asturias lo tiene todo cerca y todo es bueno»

El cantautor Pablo Moro disfruta del verano en el Principado combinando la playa, las montañas y la música. «Puedes subir al picu Pienzu por la mañana, bajar a la playa y terminar en algún chiringuito»

ANA RANERA

Domingo, 9 de agosto 2020

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Lo mejor para Pablo Moro de vivir en Asturias es que puede tener todo lo que necesita a muy pocos minutos para conseguir la jornada perfecta. Empezar la mañana perdido entre las cumbres, pasar la tarde en alguna playa y acabar la noche en un bar con algún músico tocando en directo son los tres ingredientes fundamentales para que nada salga mal. Mezclando el salitre, los praos y la música encuentra él la fórmula perfecta para una jornada veraniega. Y, si tiene que elegir un sitio donde ponerla en marcha, lo tiene claro y se va hacia el oriente de la región con un contundente: «Colunga. Puedes subir al picu Pienzu por la mañana, bajar a la playa con la familia y los amigos y terminar en algún chiringuito con música en directo. Puedes unirlo todo. De hecho, lo hice hace muy poco», confiesa.

La magia del Principado, para Moro, se esconde en que alberga todo aquello que nos empeñamos en buscar lejos sin darnos cuenta de que forma parte de nuestro día a día. «Muchas veces hacemos viajes buscando paraísos terrenales sin saber que los tenemos muy cerca de casa. Como la posibilidad de estar a 2.000 metros de altura y luego disfrutar de una playa. Además de poder experimentar con sabores, olores y de sentir el placer de estar en la naturaleza más salvaje y luego poder estar en el Museo de Bellas Artes», explica. Y, según lo expone, siente cómo van ganando peso sus palabras mientras recuerda los pocos minutos que separan los bosques de los cuadros más espectaculares. «Tenerlo todo a mano y que sea tan bueno es genial», señala.

Entre tanto trajín, el cantautor saca también tiempo para disfrutar de la gastronomía, de la que dice, entre risas: «Creo que me gusta un poco. Me gusta todo. Desde lo tradicional de una buena fabada y una caja de sidra hasta comer unas parrochas en Lastres o irme a sitios más especiales como puede ser Casa Marcial», indica.

Y, para completar el plan perfecto, la música juega un papel importante, incluso más en este verano en el que la incertidumbre se ha instalado. «Mi plan principal es estar a la expectativa, a ver qué pasa», cuenta. «Estamos intentando llevar una vida dentro de la nueva normalidad, lo más normal posible. Viendo el devenir de los acontecimientos», apunta. Pero, habitualmente, estos meses para él son de mezclar trabajo y escapadas. «Suelo pasar los veranos compaginando el curro con escaparme algunos días, pero siempre establezco mi centro de operaciones en La Isla y en Colunga, que es donde descanso con la familia».

Él, de momento, ya ha hecho algunos conciertos y, pese a que resultan «raros», uno se conforma con poder subirse al escenario. «Podemos ir tirando para adelante después de todo lo que sufrió el sector. Es bueno que las cosas puedan seguir haciéndose, aunque todo sea distinto. Pero estoy a la expectativa porque todo lo que remontamos se puede ir al garete», opina. Al fin y al cabo, si tiene que hacer balance, se queda con el lado bueno: «Soy optimista, quién nos iba a decir hace unos meses que íbamos a poder estar haciendo conciertos», apostilla.

De momento, él en su calendario ya va poniendo alguna que otra muesca como la del 19 de agosto, día en el que actuará en el ciclo Enclave Pop que lo llevará a poner ritmo a la noche en la plaza de la Catedral. «Tengo muchas ganas, son actuaciones muy guays, siempre está bien poder volver a disfrutar del público, de tocar para los demás y de disfrutarlo todos juntos», explica emocionado antes de añadir: «Es que tocar en Oviedo siempre mola mucho».

Y con esas ganas y ese espíritu optimista se hace mejor el verano -y cualquier estación- que se ponga por delante, con pandemia o sin ella. Pablo Moro está disfrutando de su arena, de sus montes y de su sidra para reivindicar que no hace falta marcharse lejos para tener todo lo que uno necesita para sentir el paraíso en la tierra.

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