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A cada deporte, su zapatilla

A cada deporte, su zapatilla

Para evitar lesiones hay que fijarse en las características del calzado. ¡Hasta los calcetines importan!

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Miércoles, 21 de octubre 2020

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Carmela va todos los días a andar. Se hace entre cuatro y siete kilómetros. Depende del tiempo que tenga y del que haga. Empezó como todo el mundo, con el chándal y unas playeras viejas que tenía por casa. Luego, se compró ropa más cómoda, pero siguió con sus zapatillas... hasta que empezaron a dolerle las plantas de los pies. siguió con sus zapatillas... Entonces el médico le hizo la pregunta clave: «¿Usa las adecuadas?»

Para hacer deporte no solo hay que vestirse, hay que calzarse. Y hacerlo con el material idóneo es imprescindible «para evitar lesiones», resume Álvaro Díaz Suárez, presidente del Colegio de Podólogos de Euskadi. Por su consulta ha visto desfilar a pacientes con dolores de todo tipo por no hacerlo. «No es lo mismo correr que hacer 'spinning'», detalla. Para elegir las zapatillas hay que tener claro «el deporte que vamos a hacer, cuál es nuestra envergadura, nuestro nivel y cómo son nuestros pies», prosigue el podólogo Antonio Fernández Sierra.

Así que, como viene repitiendo el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos y respaldan estos dos expertos colegiados, no vale aparecer en la tienda y escoger por precio o las que más nos llamen la atención. La estética vende mucho y las marcas lo saben, pero hay que asesorarse y preguntar a los expertos antes de llevarse esas que nos han enamorado. Por eso, tal y como coinciden los dos profesionales, es recomendable acudir a una tienda especializada.

«Otra de las cosas a olvidar cuando vamos a un comercio a por unas zapatillas es si somos supinadores o pronadores», explica Fernández Sierra. Se refiere al ángulo del tobillo cuando se corre: si se mete hacia dentro o no. Se puso de moda hace unos años gracias a una campaña publicitaria, pero señala Díaz: «Eso no lo puede valorar cualquiera de un vistazo con una cinta. Para saberlo hay que ir antes a un especialista: un podólogo o un traumatólogo».

Luego hay que «buscar la zapatilla que se adapte al pie, que tenga la horma que necesitamos por anchura y por tipo de arco, que nos lo sujete», añade Fernández Sierra, analista de calzado deportivo. Y, por supuesto, que tenga las características necesarias para lo que queremos hacer: «Para qué queremos las de Kipchoge, 'recordman' mundial de maratón, si no corremos a sus ritmos?», reflexiona.

Y tan absurdo como esto es comprarse el número que no gastamos. En este caso, hay que coger el adecuado, pero no en todas las marcas es el mismo. Hay que probarse el calzado y tener en cuenta la actividad que vamos a hacer: «Un pie de gato para escalar tiene que quedar justo, una zapatilla para correr no debe rozar», ejemplifica Díaz. Y ojo con eso de que hay que hacerse a las zapatillas. «Si nos hacen daño, hay que quitarlas», alerta el especialista vasco. De inmediato. El dolor es una alerta de nuestro cuerpo de que algo no va bien.

Hora de 'jubilarlas'

También es importante saber cuándo el calzado ha llegado al final de su vida útil. Hay que fijarse en el desgaste de los materiales o, como lo llaman los expertos, «la fatiga». Cuando corremos, se estima que hay que comprarse unas nuevas a los 600-800 kilómetros. Pero en otras disciplinas hay que estar más atentos a cómo está y cómo se siente la zapatilla: si jugamos al baloncesto y el pie no está tan sujeto como al principio, hay que 'jubilarla'.

Otro asunto a tener en cuenta son los calcetines. De nada sirve gastarse 200 euros en unas playeras si no vamos a invertir 15 en unos buenos. «Mis preferidos son los de algodón, que pueden llevar mezcla de licra», se posiciona Fernández Sierra. «Y jugaría con el rizo, esa parte más acolchada que tienen en algunas zonas». Si no los elegimos bien, llegan las ampollas.

¿Y qué pasa con las plantillas? Hay aficionados que van a los podólogos y acaban con unas a medida. ¿Las necesita todo el mundo? Los dos especialistas coinciden: no. «Son un tratamiento para una patología», opina Díaz. Así que las tendrán que llevar quienes tenga algún problema que no se pueda solucionar de otro modo. «Es mejor entender por qué falla algo y derivar a otros especialistas para buscar la solución a largo plazo que plantear unas a medida de entrada», sentencia Fernández Sierra.

  1. En busca de la estabilidad

    Para correr

Alguien que empieza en esta disciplina y corre por ciudad, que es lo más habitual, necesita «una zapatilla que le dé estabilidad y que no sea excesivamente blanda», explica Fernández Sierra. Para ello, hay que fijarse en que la suela sea flexible por la zona de los dedos, pero no tanto en el centro, donde está nuestro arco plantar. Además, tienen que ser cómodas, ni quedar apretadas ni demasiado sueltas. Esto es básico para no generar tensiones en la musculatura. «Cuando notamos una molestia ejercemos fuerza para evitarla» y llegamos a cambiar hasta la forma de pisar y podemos sufrir sobrecargas. Luego, también deberíamos tener en cuenta cuánto corremos y el terreno. «No es lo mismo hacer 5 kilómetros que 30», reseña Díaz. Como tampoco necesitamos el mismo agarre, es decir, el mismo tipo de suela, en el hormigón de una acera que en la tierra del sendero que hay en un parque urbano.

  1. Ojo con la amortiguación

    Para andar

«No podemos pretender que todas las personas tengan una zapatilla para cada cosa que hagan. En general, no solo practicamos una actividad: a veces caminamos por la ciudad, otras corremos, luego podemos subir al monte los fines de semana y hacer una clase de 'spinning'... Es necesario economizar», admite Díaz. Por eso, aunque cada vez hay más modelos específicos para caminar (suelen llevar en el nombre la palabra 'walk'), se puede escoger sin miedo uno de correr. Lo que sí debe cumplir, como es habitual, es que tenga amortiguación suficiente y nos dé estabilidad, al igual que la hacer 'running'. Según Fernández Sierra, «el asfalto es una superficie dura y los movimientos son repetitivos, si no elegimos bien, sufren las articulaciones». Otro consejo: huyamos de las que prometen que nos pondrán los glúteos firmes o nos ayudarán a adelgazar, pueden llevar elementos que generen inestabilidad y no nos vayan bien.

  1. Cuestión de movimientos

    Para el gimnasio

Saltos, sentadillas, 'lunches', planchas, 'burpees'... Los ejercicios que se practican en los entrenamientos funcionales son muy variados para trabajar diferentes grupos musculares. La zapatilla ideal debe tener en cuenta cuáles son nuestro movimientos, que pueden ser verticales, horizontales, laterales... «Hay que evaluar muy bien qué hacemos habitualmente porque el abanico es muy amplio», explica Díaz. «Si haces crossfit o ejercicios con pesas, lo ideal es que el perfil del calzado sea bajo, para que tengas mejores sensaciones al pisar. También suelen tener la base más ancha, de las que sobresale por los lados, para dar más estabilidad», aclara Fernández Sierra. Pero como siempre, hay que tener en cuenta nuestro peso y nuestra grasa plantar, que es una amortiguación natural que varía en cada persona. Cuanta menos tengas, más necesitas en el calzado.

  1. Una suela rígida

    Para 'spinning'

¿Quién no se ha plantado en su primera clase de 'spinning' con unas zapatillas cualquiera? Pues aunque estas bicis tengan rastrales para atarnos el pie y podamos seguir la clase sin perder pedal, no son las ideales si tenemos intención de practicar a menudo esta disciplina. Las más recomendables son las específicas y cuyo aspecto poco tienen que ver con la imagen de playeras que manejamos todos. De hecho, caminar con ellas es bastante complicado. Tienen una suela rígida que evita que doblemos el pie al hacer fuerza para pedalear y, sobre todo, unos enganches llamados calas para que no se nos suelte el pie ni haya holgura. Luego, pueden atarse con cordones o con un trinquete, una ruedecilla que tensa un hilo de 'kevlar'. Son las 'hermanas pequeñas' de las que llevan los ciclistas profesionales y desde hace años se pueden encontrar en cualquier tienda de deportes y a precios muy variados.

  1. No todo son botas

    Para el monte

Si le gusta pasear por el bosque, no le valen las mismas zapatillas que usamos para correr por la ciudad. El repertorio de modelos es muy grande. «Es un mundo», admite Díaz. Su suela tiene que tener más relieve para darnos un mejor agarre en terrenos inestables, embarrados, rocas, etc. La sujeción es muy importante en este caso, sobre todo, la del tobillo. También suelen estar hechos de materiales más impermeables y, sobre todo, más resistentes para evitar que un enganchón o un tropezón acaben con ellas. Y, como en el caso anterior, hay que valorar la superficie donde las vayamos a usar. Lo normal es que sean menos amortiguadas que las de correr. «Cuanto más alta es la montaña, más duro es el calzado del alpinista», reporta Fernández Sierra. Ahora, no tienen por qué ser botas: «Para hacer el camino de Santiago, por ejemplo, mejor llevemos unas tipo 'trekking'», recomienda.

  1. Características muy específicas

    Otros deportes

Cada deporte tiene su zapatilla. Los futbolistas usan unas con tacos o clavos para que haya más agarre cuando se desplazna por el césped, si no lo hicieran, se resbalarían con frecuencia. En el cross o en las carreras en pista de atletismo pasa algo similar. En baloncesto es importante que el calzado sujete muy bien los tobillos para evitar esguinces, por eso, suelen ser casi como unas botas. Las de tenis tienen que soportar muchos desplazamientos laterales y hay un gesto que desgasta la puntera, así que cuanto más reforzada esté, mejor, pero hay que tener muy en cuenta si entrenamos en tierra batida o en pista rápida. Las de fútbol sala tienen un empeine muy flexible para que el jugador note el balón y pueda golpearlo con precisión... Y en yoga o pilates, aunque lo mejor es que los practiquemos descalzos, a veces es necesario un tipo de calzado muy blando, tipo calcetín, sin suela, pero con agarre antideslizante.

  1. Como última opción

    Los modelos 'casual'

Las zapatillas de este tipo se venden en la sección de calzado y ropa urbana y están hechas para eso, para vestir. Pero no para la práctica deportiva. Se pueden usar si no tenemos otra cosa que ponernos, pero si vamos de compras «tenemos mejores opciones» para equiparnos, explican con sensatez ambos podólogos. Así nos ahorraremos dolores: «Si practicas halterofilia con unas 'Stan Smith', al final, acabarás con una metatarsalgia porque estás soportando más peso sobre una superficie dura y lo que necesitas es amortiguación», apuntan. Su suela acostumbra a estar hecha de poliuretano que es un material con bastante resistencia. Ahora, la opción no es volverse al sofá porque no tengamos zapatillas para dar un buen paseo los primeros días. Hay que luchar contra el sedentarismo. «Yo prefiero que la gente salga y luego ya buscarán mejor material», concluye Fernández Sierra.

En datos

  • 1.560 millones de euros movió el calzado deportivo en España el año pasado, según un informe de la consultora NPD Sports Tracking Europe. A esto contribuye la cantidad de modelos nuevos que sale cada año y que está de moda usarlos hasta para vestir.

  • 26 es el número de huesos que tiene cada pie y se dividen en tres grupos: tarso, metatarso y falanges. Todos ellos se encargan de sujetar, estabilizar y amortiguar cada paso que damos. Además, contamos con 33 articulaciones y más de un centenar de tendones.

  • 800 kilómetros aguantan unas zapatillas de correr sin sufrir alteraciones. A partir de este momento, el 'runner' debe pensar en cambiarlas por unas nuevas. Habrán perdido agarre, estabilidad, amortiguación... y podrán provocarle lesiones.

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