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C. SANTOS

«Estamos exhaustos», claman los sanitarios

Miedo, estrés, cansancio. La presión asistencial se agudiza cada día y los profesionales piden a la ciudadanía que extreme las medidas para no tener «las UCI saturadas»

SUSANA TEJEDOR / LUCÍA R. LORENZO

Jueves, 5 de noviembre 2020, 02:55

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Los profesionales de la Salud viven con «estrés y cansancio» esta segunda oleada del coronavirus que tensiona cada día más a los hospitales asturianos. «En estos momentos todo el mundo es sospechoso de covid hasta que se demuestre lo contrario». Lo dice Natalia Iglesias, médico de Urgencias del Hospital de Cabueñes, que asegura que «los ánimos están mal, no tanto psíquicamente como psicológicamente. Estamos desbordados y exhaustos. Es pura impotencia». La doctora Iglesias dibuja un panorama lleno de carencias básicas, como disponer de más pijamas para poder cambiarse, así como más mascarillas. «No nos escucharon y eso hace que estemos llegando tarde». A este estado anímico se une, dice, la incertidumbre. «Muchos de nuestros compañeros están dando positivo, algunos tienen familiares graves o que han fallecido; la presión aumenta», expresa.

Alejandro Pelaz quiere ponderar la labor de los profesionales de Medicina Interna y Medicina Intensiva. «Todos les echamos una mano. Están al límite, pero va a llegar un momento en que no será suficiente; necesitan el apoyo de todo Gijón». Médico de Maxilofacial, apela a la unión. «Todos hemos de remar juntos». La segunda ola se presenta mal. «Los datos son malísimos en Gijón».

Y la presencia de casos en jóvenes, algo que no ocurrió apenas en la primera, añade más preocupación. Virginia Álvarez Iglesias, delegada sindical del Sindicato de Enfermería SATSE, habla de «una sobrecarga emocional. Se están haciendo turnos de doce horas. Se incorporan enfermeras de otros departamentos para reforzar, pero nada es suficiente».

Nuria Madueño y Macu Fernández son matronas. En su departamento se vive la situación de forma colateral, pero reconocen que «las cosas salen adelante gracias al esfuerzo de todos. Es sorprendente la capacidad de adaptación al trajín diario, el personal trabaja a un ritmo terrible». Ambas reconocen que «hay resignación, pero también cansancio». «La gente se ha vuelto más irascible porque vives en una incertidumbre continua». Los administrativos también reconocen la sensación de «que todo está más cerca de lo que parece». Conchi y Carmen echan de menos «tomar ese café en el que desconectabas durante un rato».

El impacto de la segunda ola ha obligado a aumentar la capacidad de las UCIs para los ingresos. En el caso del HUCA, fue la habilitación de la UCI 8, que antes era un vestuario para personal, así como refuerzos de personal como la bolsa de voluntarios de enfermería. Los motivos son el aumento de la carga de trabajo para todos los profesionales, así como el de ingresos y la gravedad de los pacientes covid.

Entre cinco y siete pacientes contagiados ingresan de media al día en UCI y unos 20 en planta. María Jesús Romero, supervisora de la UCI polivalente, expresa: «Tenemos miedo, estrés, a veces estamos cansados y deprimidos. Es nuestro trabajo y seguiremos aquí, pero somos humanos», expresa Romero. «En esta ola además hay pacientes de otras patologías que también necesitan una cama de UCI. Además de los profesionales formados en críticos tenemos personal de otros servicios de apoyo».

«Carro de emociones»

Junto a ella están Ana Martínez, auxiliar de enfermería; Helena Fernández, supervisora de enfermería; Alfonso Álamo García, enfermero especializado en UCI, y Salvador Villalgordo, médico residente de cuarto año. Álamo describe el día a día con «estrés y un carro de emociones. Son situaciones difíciles tanto física como emocionalmente».

Villalgordo indica que «la evolución la marca el usuario, nosotros hacemos de soporte para que pueda pasar la enfermedad. Un paciente puede estar con ventilación mecánica entre cinco y siete días».

Sobre los profesionales, Romero aclara que «no hay déficit, salvo por algún problema puntual. El personal de apoyo ajeno a la UCI es de quirófano, hemodinámica... Son servicios que pueden estar relacionados con pacientes críticos y algunos que estaban en planta tienen formación en críticos». «Nuestros superiores, como la supervisora de área y su compañera, son los primeros en llegar y los últimos en irse todos los días. Queremos recordar a los ingenieros y técnicos en electro medicina que, ante cualquier urgencia en los instrumentos, están sin demora y a los responsables de recursos materiales que se desviven en que no nos falte de nada. Y tantos otros servicios que sin ellos no podríamos realizar nuestro trabajo como cocina, lencería, limpieza...», detalla y asegura que «no nos falta material de ningún tipo».

Romero espera que «esto mejore, que la población cumpla con las medidas para que no nos encontremos con las UCIs saturadas». Cada día, sostiene, todos echan «muchas horas». «Hay profesionales que han pedido ser voluntarios. Sobre todo, enfermeras. En su día de descanso vienen a trabajar».

El proceso de recuperación es lento. «Hay dos pacientes covid que llevan en la UCI desde finales de agosto», detalla. Una vez consiguen el alta de la UCI, «pasan a planta. Eso significa rehabilitación y un apoyo respiratorio». Este fin de semana, explica, «tuvimos varios ingresos. Todo estaba preparado en la UCI 8 con material y personal. Siempre que hay un ingreso tenemos cierto estrés y preocupación por el paciente para que todo vaya bien».

María Jesús Romero, Helena Fernández, Salvador Villalgordo, Ana Martínez y Alfonso Álamo, frente a la UCI 8 del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA):
María Jesús Romero, Helena Fernández, Salvador Villalgordo, Ana Martínez y Alfonso Álamo, frente a la UCI 8 del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA): LORENZANA

En el hospital San Agustín de Avilés, la suficiencia de material disponible y las plantillas adecuadas no camuflan el estrés y la fatiga de buena parte de los profesionales, tanto celadores y auxiliares como enfermeros y médicos. Con una de sus UCI habilitada para pacientes covid y prácticamente llena, y todo el ala sur preparada para recibir a nuevos enfermos de otros centros, los profesionales consultados describen el ambiente como «anímicamente cargado, con muchos compañeros a punto de estallar».

«Un verano sin vacaciones»

El colectivo de enfermeros es el que más acusa los efectos de las largas jornadas de trabajo y del temor constante al contagio. «La gente está alterada, el cansancio se nota. Los enfermeros llevan todo el verano sin vacaciones, y hay escasez de gente».

En un entorno así, es usual que los ánimos se crispen y que, en última instancia, se produzcan tensiones entre compañeros. Lo confesaba una de las profesionales: «A mí me encanta mi trabajo, pero ahora me cuesta un suplicio ir». Desde todas las áreas profesionales insisten en que la capacidad para hacer frente a esta segunda ola es mucho mayor que en el los meses previos. «Personal no nos ha faltado, ni tampoco material; recibimos repuestos habitualmente, y en cuanto quedan solo tres EPI, ya traen más. Está todo preparado, no nos va a pillar como la otra vez». No se escatiman elogios para pacientes y familiares. «En líneas generales, la gente lo está haciendo muy bien».

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