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José María Peredo Pombo, autor del libro 'Orden Mundial: geopolítica, tendencias y estrategias'. ROBERTO RUIZ

José María Peredo | Catedrático de Comunicación y Política Internacional

«Gane Trump o Harris se impondrá la continuidad en las relaciones internacionales»

El experto en geopolítica sostiene que si un país es díscolo con los valores de la Unión Europea «no puede estar ahí; esto es un proceso de integración de valores»

Domingo, 22 de septiembre 2024, 02:00

El catedrático José María Peredo (Santander, 1966) acaba de publicar 'Orden Mundial: geopolítica, tendencias y estrategias' que presenta mañana en Oviedo. Un libro en el ... que analiza cómo la complejidad del entorno global actual, influenciado casi en su totalidad por las nuevas tecnologías, que, unido a los cambios en las tendencias económicas, sociales y culturales impiden la existencia de un orden mundial cohesionado.

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–El 5 de noviembre (elecciones en EE UU) se elige qué rumbo toma el planeta?

–Quien sea el líder en Estados Unidos tiene un impacto en las relaciones internacionales, aunque ¿significa eso un cambio de orden en función de que gane Donald Trump o Kamala Harris? Probablemente se impondrá la continuidad: no van a desmantelar las bases ni las alianzas fundamentales.

–Pero quizá sí las prioridades...

–Eso sí. Un Gobierno de Kamala Harris mantendrá la línea de Joe Biden de compromiso con el orden mundial, la OTAN y las alianzas internacionales. La apuesta de Trump será mirar hacia las fortalezas de EE UU.

–Los cambios, y ya tenemos la experiencia del mandato de Trump tras Obama, ¿serán más perceptibles a nivel interno?

–Efectivamente. Se observó entonces una continuidad muy clara de Trump respecto a Obama. De hecho, hacia Asia se continuó la senda iniciada por Obama.

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–No obstante, continuismo es compatible con la influencia de los liderazgos en los conflictos.

–Lo veríamos en el caso de Rusia y Ucrania. Alude a una sintonía personal.

–¿Y el equilibrio de fuerzas en Oriente Medio?

–No cambiará. La alianza con Israel no está en cuestión, sí la dimensión de la prolongación del conflicto y la figura de Netanyahu (primer ministro de Israel). Estados Unidos es un firme aliado del país y enemigo de los actos terroristas. Su papel como potencia es dar una nueva vía a esta situación.

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–¿Cómo se explica ese desplazamiento de la guerra de Gaza hacia el Líbano por Israel?

–Está focalizada en otro actor rival, Hezbolá. La estrategia no es la expansión hacia el Líbano, sino reducir hasta el máximo punto posible las amenazas de grupos terroristas, dar continuidad al debilitamiento de Hamás.

–¿Choca que Irán no haga nada, sólo lanzar advertencias?

–Es un país debilitado. Había sido una potencia beneficiaria de los conflictos de Siria e Iraq, pero se ha visto fuera del terreno en los últimos años. Es consciente de que la primera víctima de tener otro conflicto abierto en Oriente Medio sería el propio régimen iraní. No es un líder estable y cohesionado, sino que sigue siendo una pieza díscola del propio mundo de los países árabes.

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–Volviendo a Europa. ¿Podemos tener una presidencia rotatoria, como la actual en Hungría, que esté del lado de Rusia?

–Es una incoherencia en la Unión Europea que no se puede sostener, ni desde el punto de vista estatal ni ideológico. O estamos en la misma línea o no tiene sentido. La Unión Europea no es el Consejo de Europa, donde se debate y cada país pone sobre la mesa su posición. Si esto es un proceso de integración política y de valores y uno es díscolo, pues no puede estar en la UE.

–Uno de los temas que aborda con mayor asiduidad en sus artículos en 'El Diario Montañés' es la Guerra Fría. ¿Estamos ante una nueva versión de la misma?

–No, porque en Europa no hay una pugna ideológica. Sí hay tensiones que plantean un conflicto entre países, alineados en el marco de la Unión Europea y otros con Rusia. Pero lo que define el orden mundial actual es la competición de rivalidad y la negociación.

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–¿Tendríamos mejor que afirmar que todo gira todo en torno a cuatro actores: China, Rusia, Estados Unidos y Europa?

–Se podrían establecer esos cuatro actores, pero no son los únicos. En Asia hay otras potencias importantes. En lo económico ahí están Japón, Corea del Sur e India. También Australia. Vivimos una situación en la que cada vez más potencias y más países entran en el juego de competencia entre potencias.

–Dice Adolfo Menéndez (presidente de la Asociación Atlántica Española) en el prólogo de su libro que «la complejidad del orden es igual al orden de la complejidad». ¿Vamos hacia un nuevo Orden Mundial?

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–Estamos en proceso de transformación del Orden. ¿Nuevo? Completamente, no, porque el orden liberal mantiene instituciones y liderazgos importantes. No vamos a ir hacia atrás, aunque tampoco hacia un nuevo orden de bloques. China es emergente, pero no ha roto relaciones con las potencias y democracias liberales. Sigue comerciando y hacemos inversiones. Estamos en un orden en transformación, con peso de la tecnologías y la inteligencia artificial.

–Sin choque de civilizaciones, como a los que se refería Samuel P. Huntington...

–No veo ese choque. Hay rivalidades e intereses que desbordan a las grandes potencias. Por ejemplo, los movimientos migratorios se integran y producen países de distintas características. Pudo haber con el surgimiento del islamismo radical, pero no hoy.

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–¿Es tan relevante categorizar si Venezuela es una dictadura o no para trabajar en una salida?

–No, es una visión de miopía, que es lo que buscan intereses no democráticos. Venezuela se ha convertido en un símbolo de esa competición entre potencias. No hay fractura ente venezolanos de un signo u otro, es una competencia entre potencias que apoyan a un gobierno y los que apoyan a otro. Un gobierno podrá reconocer a un gobierno y no la legitimidad. Lo importante: ¿Respalda un sistema de garantías democráticas o no?

–¿Qué salida queda?

–El apoyo a que Venezuela sea capaz de superar este momento de fractura de su sociedad, la unidad en ámbitos democráticos para identificar lo que es una democracia liberal y lo que no. En España no hablamos de si Venezuela es un país necesario para la política exterior, sino si se trata de una democracia legítima o asumimos que no lo es.

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