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Con la apertura del La Franca-Unquera finalizarán las molestias para los conductores de la N-634.

«Es una obra que llevamos esperando muchos años»

Los vecinos de las localidades de Ribadedeva consideran que la apertura de la A-8 generará más beneficios que inconvenientes

TERRY BASTERRA

Lunes, 29 de diciembre 2014, 00:25

El final de las obras de la autovía del Cantábrico va a suponer un alivio para los vecinos del concejo de Ribadedeva. Se acabarán las molestias que durante años han tenido que soportar estos lugareños, que tampoco olvidan que el final de estos trabajos va a afectar, al menos al principio, de forma negativa al empleo.

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Así lo considera Eladio González Calero, vecino de Colombres. «Que acaben la A-8 está bien porque es una obra por la que llevamos muchos años esperando y que hacía falta. Lo malo son los puestos de trabajo que se van a perder», lamenta este vecino natural de Llanes pero que lleva ya cerca de tres lustros viviendo en la capital del concejo de Ribadedeva.

En Bustio también recuerdan estos trabajos que ya van a acabar como una «molestia». «Primero que si empezaban las obras, o que si no. Luego tuvimos los problemas de los cortes de carretera N-634. Al final optábamos por subir a Colombres por la carretera AS-344 para evitar la nacional y la obra», recuerda Carmina Expósito Llera, conocida coloquialmente como 'More'. Esta mujer tampoco olvida las expropiaciones que tuvieron lugar en el barrio de La Mata para demoler una serie de viviendas con el fin de dejar paso al trazado de la autovía. «Era gente mayor que no se querían marchar porque eran las casas de sus familias de toda la vida y querían seguir viviendo allí», dice. Esta vecina destaca entre los aspectos positivos de la apertura de la A-8 que «se acabarán con los atascos y también con las multas por velocidad que ponían en la nacional». Además no duda en mostrar su preocupación por cómo va a quedar este tramo de la A-8. «Los trabajadores nos dicen que no se están haciendo las cosas bien y que en unos meses se va a venir abajo», apunta.

En El Peral viven una sensación agridulce. «Para los que vivimos al pie de la nacional la apertura de la A-8 va a ser positiva, pero para los negocios será malo, aunque es algo que ya sabíamos que iba a pasar y que al final ha llegado», destaca Paulina Vargas, alcaldesa pedánea de El Peral, quien asegura que a partir del martes «los vecinos vamos a ganar en tranquilidad con el tráfico, que especialmente durante el verano era horroroso».

También de la localidad de El Peral es Jesús Rodríguez. Esta persona vinculada al bar-pensión Oyambre, abierto en la década de los 60 a la vez que la N-634, es optimista ante el nuevo escenario. «Está bien que la abran ya porque los atascos son nefastos y dan mala imagen al pueblo. El Peral va a quedar mejor y va a ser un sitio más tranquilo porque los atascos ponen a la gente de mal humor», afirma. En cuanto a los negocios «por lo general van a perder algunos hasta el 90% de su clientela, pero habrá que conformarse con lo que quede y ajustarse».

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La Franca es el lugar donde comienza el tramo y desde hace unos meses ya saborean la tranquilidad que les ha dado la autovía. «El recuerdo que tenemos de las obras es malo, pero peor es cómo la están terminando. No creo que dure ni 6 meses sin que haya que hacer alguna mejora», indica Juan Manuel Llera, alcalde pedáneo de La Franca, quien ha declinado la invitación para asistir a la inauguración del martes al no estar conforme con la marcha de los trabajos. En cuanto a la situación en la que ha quedado el pueblo tras la apertura de la A-8 hasta La Franca el pasado verano, «el 90% de los vecinos dicen que es la gloria porque tenemos más tranquilidad, y en los restaurantes no pienso que esté afectando tanto como pensaban».

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